Nos escandaliza...
- la maldad en los niños -¿no eran siempre inocentes?- que no se dejan ganar por nuestros amorosos cuidados;
- la degradación de los medios que sólo consiguen audiencias seguras apelando a los bajos instintos;
- la voracidad inmobiliaria de todos -incluidos los oficialmente más sensibilizados- que pese, a la creciente sensibilidad ecológica, encuentran siempre fórmulas para enterrar bajo un alud de cemento el medio natural;
- la hipersexualización de la moda y de la música que exacerba la polaridad sexual ahora que estaríamos en condiciones de deconstruir y superar el "artificio" de la identidad de género, etc. (podríamos seguir).
Pero, frente a la "terquedad narcisista" (Azúa) en defender la eficacia de nuestro nuevo "puritanismo-buenismo" -basado en la confianza de preservar la bondad del ser humano sólo con dulces constricciones y apelaciones a la bondad-, se impone la desconcertante reacción transgresora de las normas que huelen a fraude anti-vital.
Parafreseando a Michel Maffesoli (http://www.infoamerica.org/teoria/maffesoli1.htm) -que habla de la violencia-, pretender, por ejemplo, una sociedad ajena al juego de la identidades de género y donde los rituales asociados fuesen descalificados, equivaldría a negar el trayecto
antropológico pendiente del ser humano hacia su toma de conciencia plena. Es más, sería como liberalizar, desrregularizar y, en última instancia, fomentar el acceso al sexo, no de manera pautada y ritual, sino brutal.
Ante ello, los buenos reaccionan más de una vez perdiendo el norte y jugando fuerte el juego perverso y cínico de las manipulaciones encubiertas. No hay nada peor que un "bueno" incapaz de abdicar de sus errores.
Por cierto, en INFOAMERICA he encontrado el siguiente texto sobre Maffesoli, que no guarda relación directa con lo que acabo de comentar, pero sí con anteriores posts:
Defiende un modelo de sociedad postmoderna donde se diluyen los valores centrales de la racionalidad y la propia idea de democracia, por saturación y desgaste de los paradigmas previos. El nomadismo cultural de los individuos y la formación de nuevas agregaciones sociales espontáneas, a modo de nuevas tribus, donde la tecnología, en especial Internet, aparece como una respuesta para el encuentro planetario de las nuevas formas de comunidad. Surgen, pues, condiciones para una nueva dimensión de reacomodo en un mundo policultural de individuos que tiendan a alcanzar la plenitud emotiva.La idea de nomadismo (Du nomadisme, 1997) se refiere al deseo antropológico de libertad y movimiento que subyace en el individuo, que le lleva a navegar en torno a su propia identidad, a experimentar y cambiar hasta la trasgresión de las normas impuestas por la que entiende como una racionalidad anti-vital.
La razón, como ley suprema, está, a juicio de Maffesoli, en plena regresión. La razón y los valores modernos del progreso estarían ocultando otras formas de plenitud social, basadas en el arraigo emotivo a lo cercano y la apertura comunicativa con realidades geográficas lejanas pero emotiva y simbólicamente próximas. Aparece aquí una nueva razón social, la ‘razón sensible’, el ‘racio-vitalismo’, la naturaleza emocional de los lazos sociales.
La sociabilidad nace a través de los sentidos, del hedonismo, del disfrute del tiempo, de la ética relativa de la estética, de la proyección orgánica del individuo sobre su entorno como instancia volitiva de elección y comunicación.
En esencia, Maffesoli contrapone lo que entiende como matrices de la postmodernidad a las relaciones regladas por la racionalidad. En su paradigma postmoderno aflora lo invisible del individuo, la ‘razón interna’, la mística negada por el reduccionismo racionalista.
Los jóvenes aparecen culturalmente más abiertos a romper los corsés de las generaciones precedentes, ya que sus prácticas de comunicación participan abiertamente del nomadismo y de la aproximación a lo extraño, que deja de tener ese carácter fronterizo o adverso.
Nacerían así constelaciones coexistentes, no vinculadas a un territorio físico, sino a expresiones comunitarias extraterritoriales. Las redes de comunicación adquieren un papel central, ya que Maffesoli ha llegado a comparar metafóricamente Internet con la ‘comunión de los santos’ postmoderna. Una ruptura con el encierro político-territorial del Estado-nación. La política y la religión aparecen como víctimas de paradigmas que han perdido su vigencia por la saturación de sus propuestas y el alcance invasor y totalizador de las mismas. El alejamiento de la política se acentúa en las generaciones más jóvenes, lo que es para Maffesoli una forma determinante de subversión, de salida del sistema.
La preocupación política se desplazará hacia el interés por la supervivencia, esto es, hacia la preocupación ecológica como centro del nuevo paradigma.La proyección mediática de Maffesoli y el carácter intuitivo de muchas de sus propuestas marcan puntos de heterodoxia para la comunidad científica. El pensamiento parece liberado de la realidad compleja del planeta y se proyecta a modo de utopía socioemotiva o utopía de la espontaneidad autorganizativa de la sociedad compleja y de sincretismo policultural ecológico racio-vitalista.
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