sábado, diciembre 16, 2006

¿Qué es el pecado para un agnóstico como usted?

Aunque la palabra “pecado” se asocia a la desobediencia de un mandato arbitrario dictado por una autoridad religiosa con el propósito perverso de crear sentimiento de culpa, justo es reconcer que puede aportarnos otras perspectivas más constructivas, por ejemplo, la de sugerirnos la posibilidad de atentar personalmente contra un orden o “sistema de equilibrios” (así entiendo yo el orden) que nos sobrepasa, porque no sabemos que los resultados se derivarán de nuestra acción. Alterar o destruir el orden existente sin ponderar razonablemente las consecuencias, me parece una irresponsabilidad tremenda que merece el calficativo de pecado, aún siendo agnóstico.

Generalmente, ese tipo de proceder está precedido de una ruptura interna del equilibrio entre razón y emoción, de una pérdida del autocontrol. La tensión entre razón y emoción está en el sustrato de la mayor parte de nuestros conflictos y superarlos de modo responsable reafirmando ese equilibrio –nuestro gran mandato- constituye el quicio de nuestra existencia, de nuestra vida moral.

No siempre resulta fácil. Unas veces el punto de equilibrio es muy matizado, otras es necesario hacer acopio de mucha energía para ser resolutivos y, en general, hemos de luchar contra el nuestras específicas tendencias al desajuste emocional, las innatas y las aprendidas . En general, me inclino por la prudencia y el gradualismo en los cambios, porque permite escuchar otras voces y corregir nuestras distorsiones. Pero, la responsabilidad siempre es personal.

Lamentablemente, no eso lo que estamos enseñando a los niños. Los medios de comunicación exacerban constantemente nuestras pulsiones más desquiciantes y nosotros apenas les hablamos de la responsabilidad que tienen de sus actos y de su equilibrio emocional. El pedagogismo progresista no supo secularizar la idea de pecado , de culpa, de responsabilidad personal, dejando en la cuneta este vector fundamental en la estructuración de la personalidad.

Para madurar, nesitamos sentirnos responsables de nuestros actos y de sus consecuencias, incluido nuestro propio equlibrio emocional, que depende de cómo vivamos.

El sentido de responsabilidad personal ha quedado ahogado por la insistencia tópica en la autoestima, una autoestima basada en la negación de faltas y errores y no en la afirmación personal del bien (¿quieres quererte y sentirte bien?: descubre el bien y hazlo). Su corolario suele ser la queja, la autoindulgencia permanente, el victimismo, la cupablización de los otros, etc.


La entrevista al doctor Morgado, me reafirma en ello...

ENTREVISTA DE LLUÍS AMIGUET, La Vanguardia, 13 de diciembre de 2007

S E R D U A L



El doctor Morgado elucubra al respecto para concluir que es producto de combinar una gran genética futbolera con la picardía aprendida en el patio del cole. Del mismo modo, en ‘Emocions i intel·ligència social’ (Mina), Morgado arguye que el equilibrio –somos seres duales– entre emociones y razón es el secreto de nuestro bienestar, por eso sabremos que lo hemos conseguido porque disminuirá el estrés. “La clave –apunta Morgado– para ese
equilibrio dual no es reprimir las emociones, sino educarse emocionalmente para compensar la reactividad emocional heredada”.
A más sobreemoción heredada, más razón aprendida. Y al revés.


PSICOBIÓLOGO: I G N A C I O MORGADO
Tengo 55 años. Cuanto mayor, más disfrutas el amor: el furor
bioquímico da paso a la emoción relajada y consistente. Nací en San
Vicente de Alcántara, pueblo extremeño al que los corcheros trajeron
el catalán. Soy catedrático de Psicobiología de la UAB. Tengo 2 hijos.
Agnóstico, de izquierda moderada. Las emociones son la sal de la vida

Todas esas ratitas de su laboratorio
nos enseñan a amar?
–Nos enseñan algo del amor.
Científicos americanos, por
ejemplo, dividieron sus ratones
en dos cepas: polígamos y monógamos.
–¡Así que la infidelidad está en los genes!
–Pero no para siempre. Les inyectaron vasopresina,
hormona además antidiurética, y
los ratoncitos polígamos se convirtieron en
monógamos. Se acabaron las infidelidades.
–¡Una hormona neocon!
–...Que nos sirve para ilustrar, sin caer en
determinismos, cómo la neuroquímica influye
en las conductas asociadas a las emociones
y el amor. El amor también es química.
–¿Para qué nos sirve el amor?
–La bioquímica del amor forma parte de la
estrategia de la naturaleza. Nos enamoramos
para ser más eficaces reproduciéndonos, pero
eso no nos hace forzosamente más felices.
–Ya me parecía a mí.
–El amor crea un vínculo estable que favorece
el éxito reproductivo. La evolución ha
ido seleccionando en los humanos los genes
que transmiten esa emoción cooperativa vital
para forjar una alianza duradera que proporciona
más seguridad a la camada.
–¿Y los celos?
–También tienen su función evolutiva
igual que la sinceridad o el arrepentimiento:
hacen más difícil la infidelidad. Mostrar sinceridad
nos hace más fiables como socios.
–¿Cómo nos enamoramos?
–El amor bioquímico comienza con la segregación
de la feniletilamina, parecida a
una anfetamina, que produce excitación.
–El superflechazo...
–Aesa primera sacudida le sigue la producción
gonadal de estrógenos y andrógenos que
aumentan el apetito sexual.
–...Se va concretando...
–La feniletilamina combinada con las dopaminas
propicia incluso antes del intercambio
sexual la confusa euforia y la pasión emocional
típica de los enamorados.
–Y lo demás no importa.
–Importa menos, porque esa pasión inicial
se caracteriza además por la inhibición
de sustancias cerebrales, como la serotonina,
que hasta el enamoramiento habían estabilizado
el humor y las emociones...
–¿Se desparraman?
–Se desactivan regiones del cerebro, como
la corteza frontal, implicadas en la lógica y el
razonamiento.
–Locura de amor.
–Sólo en la primera fase amorosa, porque
esa tormenta emocional va dando paso...
–Con el dulce tiempo que amor procura.
–...A otras emociones más matizadas, pero
también muy intensas. Así se desencadena
un mecanismo adictivo en el que están involucrados
nuestros opiáceos endógenos como
la encefalina y las endorfinas que se liberan
cada vez que sentimos placer, satisfacción
y bienestar. Es la segunda fase bioquímica
de una relación de pareja.
–¿Es más adictiva una relación en esa segunda
fase?
–Sí, porque la ruptura del vínculo es más
dolorosa entonces y provoca reacciones similares
a la privación de sustancias adictivas.
–Estás enganchado a una persona.
–Además del bioquímico, en esas emociones
influye también el enganche social. La comunidad
favorece o entorpece las relaciones
amorosas a medida que de la lujuria con testosterona
se pasa a la pasión con feniletamina
y al vínculo con vasopresina y oxitocina,
neurodroga muy social.Yésas son las sustancias
conocidas: puede que haya más.
–También varía, según las culturas, la consideración
social de la fidelidad.
–Desde luego, pero en general la mujer sufre
más la infidelidad romántica que la
sexual mientras que al hombre le molesta
más la infidelidad física.
–Supongo que tiene su lógica evolutiva.
–Los celos del hombre pretenden evitar
que le cuelen descendencia ajena mientras la
mujer quiere asegurarse la dedicación de su
pareja al cuidado de su progenie. La cultura
ha extendido ambas clases de celos a ambos.
–¿Y los gais?
–Existe un importante componente genético
en la homosexualidad... Y aprendizaje.
–¿Y varias relaciones a la vez?
–Biológicamente es posible, desde luego,
pero como estrategia de bienestar en la sociedad
occidental es cuanto menos discutible.
–¿Pues...?
–Porque nuestro bienestar se sustenta sobre
el equilibrio de la emoción y la razón.
Si
eres infiel, ese equilibrio es más difícil.
–Tienes que quedar bien con más gente.
–Eso ya es un factor de estrés sin contar
con el peso enorme de la cultura y la moral
heredadas y aprendidas.
–¿Sus ratitas nos enseñan más cosas?
–Muchas más. Fíjese en éstas de nuestro
laboratorio que buscan nadando una plataforma
sumergida para descansar...
–¡Cómo las hacen trabajar, pobres!
–Estimulamos su cerebro para ver si la encuentran
antes y lo emocionante es que parece
que las ratas ancianas con lesiones en el
cerebro, si son estimuladas, encuentran antes
la plataforma que las jóvenes y sanas.
–¡Sí que es estimulante! ¡Adelante viejitas!
–El trabajo forma parte también de nuestro
estudio sobre memoria y aprendizaje.
–¿Qué recuerda usted de la memoria?
–Es una fascinante reconstrucción del pasado
nunca igual a sí misma.
–La memoria es un país en el que todos somos
extranjeros.
–Recordar es como si dejaras un reloj a medio
desmontar y luego, al volver a intentar
recordar, lo volvieras a montar, pero dejando
piezas olvidadas o inventándote otras.

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