miércoles, junio 21, 2006

Tenemos mucha religión, pero básicamente hemos perdido la fe

"...tenemos mucha religión, pero básicamente hemos perdido la fe, esa certeza razonable de la confianza en Dios. Esa fe que no es un salto en el abismo, que es un proceso muy humano, ¡y sólo humano!; un desarrollo extraordinario de la capacidad de confiar. Por qué hemos perdido esa capacidad para el abandono, para la entrega sin contraprestaciones… cuando es tan humano."

José Enrique Martorell Eclesalia.


Este párrafo, me sugiere otroa reflexión

Tenemos mucha"educación", pero no creemos en la excelencia de lo que decimos enseñar. Se supone que el profesor, el maestro, el docente, el educador es alguien que defiende, inculca y trasmite el patrimonio cultural más excelente, porque nos permite vivir de un modo más digno.
¿Es realmente así?.

lunes, junio 19, 2006

Mucho más que palabras

No puedo verte, ni tocarte, sólo oirte, pero te sorbo y saboreo en cada sílaba, en cada pausa.

Me dejo mecer por tu sonoridad dulce y relajada,
y me digo "estás bien",
y me gozo y complazco en ello,
olvidando ditraído lo que me dices,
porque para mí sois mucho más que palabras,
mucho más que gestos,
mucho más...
Presencia plena.

Estaba preocupado.
Os sentía ausentes,
como a los demás,
como a mi mismo a veces.
Pero, ya no.
Os quiero.

Nuestras voces se acarician.
Noto en mi piel la vibración fresca y cálida, viva.

Vivos,
juntos,
deleitándonos en el instante,
que desborda todo pasado.

jueves, junio 15, 2006

Sobrevivir es cambiar

IMA SANCHÍS ENTREVISTA A JAUME TERRADES
La Vanguardia, 14-6-2006

Jaume Terrades

Tengo 62 años. Nací y vivo en Barcelona. Soy catedrático emérito de
Ecología de la UAB. Estoy separado y vivo en pareja. Tengo dos hijos
y dos nietas. Hay que luchar por la solidaridad, la sostenibilidad, la
libertad y por ser uno mismo. Soy agnóstico. Publico Biografía del
mundo, en editorial Destino y Columna en catalán.

"Sobrevivir es cambiar"

- La naturaleza ha creado nuestras almas?

–Creo que la mente es un producto de la evolución de la naturaleza y el espíritu un producto
de la mente.

–Y usted, ¿cómo se explica eso de dónde venimos y adónde vamos?

–Como un proceso de evolución desde los átomos en las estrellas hasta las sociedades.
Pero adónde vamos, eso no lo sabe nadie.

–Pero usted, ¿qué intuye?

–Si se lo digo daré una nota pesimista y preferiría dejar otro tipo de mensaje para los
jóvenes: "Tenéis capacidad para cambiar un rumbo que no apunta a ningún sitio bueno".

–Entiendo. ¿Qué le maravilla?

–Todo, pero no existe nada tan complejo y sutil en el universo como el cerebro humano.

–Pero si está hecho de lo mismo que las piedras...

–Todo está hecho de los mismos átomos, un centenar. Estas pocas piezas básicas sirven
para fabricar estructuras infinitamente diversas. Hay una coherencia en la construcción
de todo esto.

–Hay quien a eso le llama Dios.

–Hay cosas que quizá no sabremos nunca. Este universo empezó con el big bang, pero
¿hubo alguno antes? ¿ha habido millones de universos? ¿fue Dios quien lo decidió? Dios
empieza donde acaba la ciencia.

–¿Qué ley le conmueve?

–La de ser y dejar de ser. Pero como decía Schopenhauer, lo que te va a ocurrir después
de muerto es lo mismo que te ocurrió antes de nacer, así que no hay ningún problema. Y
a usted, ¿qué le inquieta?

–El principio de san Mateo: "Porque aquel que ya tiene..."

–"...Más le será dado, y tendrá de sobras. Pero al que no tiene le quitarán hasta lo poco
que le queda". Sí, es terrible.

–¿Se cumple en la naturaleza?

–Sí. Ocurre en las sociedades humanas y entre los árboles, los que tienen raíces más
grandes controlan mayor cantidad de recursos. Ocurre a menudo en nuestro planeta.

–Pero también dicen ustedes que en el universo todo es intercambio.

–El mundo es un gran campo de juego en el que cada elemento tiene que interaccionar
con otros. Es esa interacción constante la que produce los cambios evolutivos.

–¿La evolución es progreso?

–No, progreso y evolución son cosas distintas. Los topos pierden la vista porque no la
necesitan y se ahorran esa energía, ¿es una regresión? Respondemos a las constricciones
del entorno para no ser barridos por la selección natural. Y yo creo que el hombre
actual es exactamente igual al de la Grecia clásica y al de 10.000 años antes.

–Entonces, el principio de la Reina Roja, moverse mucho para no llegar a ninguna parte, ¿rige nuestra vida?

–Si no cambiamos con el medio, nos quedamos fuera de juego. Aunque no queramos tenemos
que cambiar. Sobrevivir es cambiar.

–¿Qué otro principio decepcionante rige nuestras vidas?

–Algo que vale la pena considerar: el mundo origina continuamente diversidad, soluciones
nuevas. A partir de 100 átomos se construyen millones de moléculas que hacen
cosas prodigiosas.

–¿Cuántas especies somos?

–Hay descritas un millón y medio, pero las opiniones varían entre cinco y cien millones,
continuamente aparecen nuevos focos de riqueza biológica, cada vez que se estudia algo
de un modo un poco diferente. Hay bacterias que viven en aguas sulfurosas a 130 grados y
hay un mundo por conocer debajo de la Antártida, lagos de agua dulce a 3.000 metros
bajo el hielo con posible vida microbiana.

–Las bacterias nos pueblan.

–Somos ecosistemas ambulantes, en nuestro interior viven más células de bacterias
que células nuestras. Si esa bacteria pensara,creería que nuestro cuerpo es el universo.

–Y nosotros, ¿qué somos para el universo?

–Si el universo pensara de la misma manera que nosotros, nos encontraría bastante pretenciosos, fatuos e ignorantes. Nos miraría desde lejos y con curiosidad viendo la crisis
que estamos generando. Pero ¿qué importancia tienen para el universo nuestras crisis si
cada segundo estalla una supernova?

–¿Las crisis son necesarias para la vida?

–Crisis es oportunidad, las crisis abren puertas a nuevos cambios. Los mamíferos
han evolucionado porque hubo una crisis que acabó con los grandes reptiles.

–Entonces, la crisis que estamos provocando igual es estupenda para otros.

–Podría ser. De hecho, el 99% de las especies que han existido se han extinguido.

–Cuando hablo del universo tengo la sensación de estar hablando de poesía.

–El hecho de que un ser marginal en un planeta marginal se plantee la explicación
del universo no es más que un afán poético. Y creo que el arte es también una herramienta de descubrimiento que, a veces, se ha adelantado a la ciencia.

–Si tuviéramos capacidad visual para ver todos
los bichos que hay encima de esta mesa...


–...Veríamos otro mundo.

–Entonces, ¿vemos un mundo falso?

–Sí, el que nos permiten percibir nuestros
sentidos. Esta mesa que nos parece tan sólida,
en realidad es vacío, los átomos que la
forman están muy distantes los unos de los
otros. Las fuerzas electromagnéticas los mantienen
unidos y por eso no la podemos atravesar,
pero para una partícula muy pequeña es
pura nada, la atraviesa como si no existiera.

–En nuestro cuerpo lo que más hay es vacío.

–Sí, en toda la realidad. Pero por fortuna
nuestros sentidos perciben solidez.

Estereotipos de género



Hemos empezado a tomar las riendas de nuestra propia evolución, pero seguimos atenazados por absurdas inercias, una capacidad de engaño/autoengaño incomensurable y una carga genética que nos recuerda constantemente nuestros no tan lejanos orígenes.

Sin duda, uno de los lastres de los que nos conviene liberarnos cuantos antes es de los llamados estereotipos de género. Esos arbitrarios guiones sobre lo que se debe hacer para convertirse en un hombre o en una mujer aceptable, deberían preocuparnos cada vez menos. Deberíamos limitarnos a asumir nuestra condición sexuada, sin más imposiciones que la de construir relaciones satisfactorias. Nada justifica en nuestros días el mantenimiento de los roles sexuales de antaño. El hogar reúne a seres sexualmente diferentes, pero idénticos en sus obligaciones y responsabilidades domésticas y familiares. Es una revolución lenta y trabajosa, que producirá menos sufrimiento cuanto más la aceleremos.

Determinando nuestra propia evolución

No me parece mal iniciar este blog -en el que quiero evitar cualquier forma de enmascaramiento-, reproduciendo una entrevista cuyo contenido comparto casi plenamente:

ENTREVISTA: EDWARD O. WILSON BIÓLOGO, 'PADRE' DE LA BIODIVERSIDAD
"La ciencia y la religión son las dos fuerzas más poderosas del mundo"

El planeta está en peligro. Para salvarlo, creyentes y científicos materialistas deben unir fuerzas. Ése es el llamamiento que lanza el biólogo norteamericano Edward O.Wilson, quien considera que ciencia y religión son las dos fuerzas más poderosas del mundo y tienen algo en común: que creen que la naturaleza es sagrada.

DIOGO SCHELP

EL PAIS, Domingo, 11-06-2006


"Un presidente como Bush, que cree que Dios le habla cuando emprende una guerra, refuerza las convicciones más radicales de la población"

"Ruego a las personas religiosas que dejen de lado diferencias con laicos y científicos materialistas como yo y se nos unan para salvar el planeta"

Catedrático de Harvard desde hace 40 años, el biólogo Edward O. Wilson, de 76 años, ha escrito 20 libros, ha obtenido dos Premios Pulitzer y ha descubierto cientos de nuevas especies. Wilson recibe a menudo el apelativo de "padre de la biodiversidad".

La entrevista se realizó en su despacho de Harvard.

Pregunta. Más de la mitad de la población de EE UU no cree en la teoría de la evolución. ¿Es un fenómeno peculiar de este país?

Respuesta. Para el 51% de los estadounidenses, la especie humana fue creada por una fuerza suprema hace miles de años. El 34% cree que hubo una evolución dirigida por Dios. El 15% restante dice que tienen razón los científicos. Son unas cifras extraordinarias, porque representan todo lo contrario de lo que piensan los europeos. En Europa, el 40% de la población está de acuerdo con la tesis de que la especie evolucionó por selección natural. Sólo una minoría coincide con los creacionistas, que rechazan la teoría de la evolución.

P. ¿Cuál es el motivo de que el creacionismo tenga tanto vigor en EE UU, hasta el punto de que ciertas personas están pensando en enseñarlo en algunas escuelas, en oposición a la teoría de la evolución de las especies?

R. Varias organizaciones religiosas han conseguido introducir en el Gobierno la teoría del diseño inteligente. Es decir, que Dios dirigió la evolución. No hay duda de que el hecho de que tengamos un presidente como Bush, que cree que Dios habla con él cuando toma ciertas decisiones o emprende una guerra, facilita esta tendencia y refuerza las convicciones fundamentalistas más radicales de la población. A esta situación hay que añadir que, tras los atentados del 11-S, los estadounidenses se sentían vulnerables y se aferraron a la idea de que el país necesitaba guiarse más por la religión. En mi próximo libro, La creación, hago un ruego a las personas religiosas. Les pido que dejen de lado sus diferencias con los laicos y los científicos materialistas como yo y que se unan a nosotros para salvar el planeta. La ciencia y la religión son las dos fuerzas más poderosas del mundo. La naturaleza es sagrada para ambos.

P. Usted sostiene que hay una relación directa entre la selección natural y el sentimiento religioso. ¿Cuál es esa relación?
R. La religión siempre está diciéndole a la gente que sobreviva, y ése es un principio básico de la selección natural. La religión estimula la mente y anima al ser humano a superar las dificultades, a unirse a otros individuos y comportarse de forma altruista por el bien del grupo. El propósito es la supervivencia colectiva. Por eso las religiones son tan tribalistas.

P. ¿En qué se equivoca la teoría del diseño inteligente, la idea de que la complejidad de los organismos vivos es la mejor prueba de la existencia de un diseñador divino?

R. El único argumento de quienes defienden el concepto de diseño inteligente es que la ciencia no puede explicar todos los detalles de la evolución y los fenómenos naturales. Eso les basta para justificar la fe en una fuerza sobrenatural en el origen de lo inexplicable. Ése no es un argumento científico. Lo que mueve a los científicos es precisamente el deseo de descubrir la verdad sobre lo que todavía está sin explicar. Al asumir la creencia de que la evolución es creación de Dios, la religión pone en peligro toda su credibilidad y todo su prestigio. Si los que defienden el diseño inteligente tuvieran pruebas sobre la existencia de fuerzas sobrenaturales en los procesos físicos y biológicos, los científicos serían los primeros dispuestos a estudiar esos fenómenos.

P. ¿Es posible aceptar la teoría de la evolución y, al mismo tiempo, ser religioso?

R. Sí, por supuesto. Yo mismo me considero espiritualista. Creo en la gran fuerza del espíritu humano. Pero no creo que haya vida después de la muerte ni un alma separada del cuerpo y la mente. Sabemos que el cerebro se comporta de manera distinta cuando se producen cambios químicos en el cuerpo o cuando nos herimos, y eso indica que la esencia humana depende de un complejo sistema de células. No hay ninguna incoherencia en pensar que los sentimientos tienen una base física y, al mismo tiempo, tener una concepción espiritual de la mente humana.

P. ¿Le consolaría saber que existe vida después de la muerte?

R. Piense lo que significa pasar toda la eternidad en el cielo. No estamos hechos para eso. La mente humana está construida para durar un tiempo limitado. Sobrepasar ese límite significaría atar a la persona a una existencia infernal. Un sondeo realizado entre los científicos más importantes de EE UU mostró que al 85% no le importaba que hubiera o no vida después de la muerte. A mí me da igual.

P. En una ocasión dijo que se considera un deísta provisional. ¿Qué quiere decir?

R. En primer lugar, es preciso definir teísmo y deísmo. Teísmo es la creencia de que Dios interviene en los asuntos humanos, es capaz de hacer milagros y está directamente unido al discurso humano. Los deístas, en cambio, aceptan la posibilidad de que exista una fuerza suprema que ha establecido las leyes responsables de la creación del universo, pero no creen que Dios intervenga en los problemas cotidianos. Mientras no podamos dar una explicación mejor del origen del universo, me considero un deísta provisional. Tal vez los físicos puedan explicar pronto de dónde venimos.

P. Muchos críticos afirman que la ciencia es una especie de religión y que la teoría de la evolución exige devoción. ¿Está de acuerdo?

R. No. Hay una gran diferencia. La religión exige fe, una fe sin vacilaciones. La ciencia se basa en una serie de conocimientos acumulados y va sumando cada vez más información para explicar el mundo. Es un proceso de búsqueda, exploración y descubrimiento, totalmente distinto de la religión.

P. ¿Cree que hay progreso en la evolución?

R. Sí, porque, a lo largo de miles de millones de años, la evolución ha producido especies cada vez más complejas, mayor número de organismos y ecosistemas más elaborados. Ahora bien, si nos fijamos en ejemplos aislados, la evolución no siempre significa progreso. Al fin y al cabo, es el resultado de mutaciones y cambios genéticos fortuitos. Existen casos de parásitos que perdieron los ojos y de animales que perdieron las patas. Si la complejidad es progreso, esas especies retrocedieron.

P. ¿El hecho de que los humanos hayan evolucionado hasta el punto de controlar la naturaleza nos da derecho a hacer lo que queramos con las demás especies?

R. La especie humana es la más sagrada del planeta. Al fin y al cabo, es la más inteligente y la única civilizada. En las primeras etapas de nuestra evolución, cuando los humanos vivían de la caza, en grupos, había que vencer a la naturaleza porque era cuestión de supervivencia. Hoy, destruir la naturaleza significa destruir parte de la vida que queda en la Tierra. Tenemos que saber cuándo parar. Estamos destruyendo la naturaleza sólo para hacer un poco más de sitio a los seres humanos. Eso no es progreso, ni desde el punto de vista moral, ni como opción para garantizar el futuro de la humanidad. Necesitamos la naturaleza para garantizar la productividad en la biosfera. La especie humana ha tenido demasiado éxito.

P. Un estudio de la ONU calculaba que en 2050 la población alcanzará su máxima cifra, 9.000 millones de personas, y luego se estabilizará. ¿Cómo podemos mejorar la situación económica de tanta gente y, al mismo tiempo, evitar la destrucción de la naturaleza?

R. Casi todos los especialistas creen que los recursos existentes en la Tierra podrían soportar esa superpoblación sin que ello suponga destruir la naturaleza. Es necesario aumentar la productividad del suelo, y para ello debemos usar semillas transgénicas. La especie humana no depende más que de 20 tipos de plantas para alimentarse. Las principales son arroz, maíz y trigo. Sin embargo, existen más de 50.000 plantas cultivables, muchas de las cuales pueden ser viables desde el punto de vista económico si se modifican genéticamente. Si sabemos conservar lo que queda de la naturaleza y hacer que sea más productiva, podremos alimentar a esas personas que se prevén para 2050.

P. ¿Por qué es tan urgente preservar la biodiversidad?

R. Un cálculo hecho en 1997 por biólogos y economistas demostraba que las especies de todos los ecosistemas aportaban 30 billones de dólares en servicios como retención de aguas, regeneración del suelo y limpieza de la atmósfera. En ese momento, esta cifra era próxima a la del valor de toda la producción humana. Dependemos de la biodiversidad más de lo que nos imaginamos. Otro aspecto es que estamos empezando a saber cómo diversas especies que aparecieron hace un millón de años se extinguieron y fueron sustituidas por otras. Es importante que comprendamos el origen de la vida. Necesitamos conocerlo. Los científicos no han identificado más que el 10% de los organismos que existen en el planeta.

P. Algunos científicos dicen que la especie humana está experimentando una evolución acelerada. Su teoría es que la humanidad está empezando a determinar su propia evolución. ¿Está de acuerdo?

R. Sí, en mi libro llamo a este fenómeno evolución voluntaria. Estamos a punto de alcanzar una etapa del desarrollo en la que podremos escoger la trayectoria de nuestra evolución. Pronto podremos eliminar enfermedades genéticas como la fibrosis sólo con sustituir los genes defectuosos. Ésa es una forma de dirigir la evolución. La duda es si debería permitírsenos utilizar la ingeniería genética para mejorar a los individuos. En algunos casos, los padres podrán decidir si quieren que su hijo sea deportista o músico. ¿Deberíamos permitirlo? Es una pregunta ética que todavía no se ha analizado con detalle, simplemente porque todavía no nos enfrentamos a los problemas asociados a estas posibilidades tecnológicas. En un momento dado, la humanidad tendrá que tomar decisiones al respecto, y entonces tendremos una evolución voluntaria. Tendremos que ser muy cuidadosos al modificar la naturaleza, porque la naturaleza es lo que nos hace ser humanos.

P. ¿Dónde está el límite?

R. No lo sé. Necesitamos saber más de genética, de quiénes somos, lo que es la naturaleza humana y cuáles son las consecuencias de estos cambios en la organización de nuestra sociedad actual.

© 2006. Veja / Global Viewpoint Traducción: M. L. Rodríguez Tapia