martes, febrero 20, 2007

NUEVOS PAPÁS

¿Saben que hay legiones de hombres que militan en la paternidad responsable con pleno convencimiento?. Yo, que trabajo en la enseñanza, diría que ese es el perfil masculino dominante en mi medio. Hombres, que después de ejercitarse maternopaternalmente con sus alumnos y alumnas durante todo el día, anhelan regresar al hogar para ejercer como papás a pleno rendimiento y ocuparse de las tareas domésticas como el que más. Quizás el medio escolar, fuertemente feminizado, es especialmente propicio a la superación de los estereotipos de género, aunque desde siempre el arquetipo del “maestr@” ha incluido valores como la ejemplaridad, la honestidad, la sinceridad, el respeto, la empatía o la compasión que trascienden cualquier esquema de género y favorecen extraordinariamente el cultivo de la paternalidad.

De todos modos, los padres comprometidos abundan en todos los entornos. Se los ve llevando y recogiendo a los niños de la escuela; haciendo con ellos la compra; acompañándoles al médico; jugando en el parque; asistiendo con ellos a deportes y actividades mil, etc.

Todavía la desproporción en el reparto de roles es patente, pero ya son muchos los que han descubierto las mieles del feedback paterno-filial o los poderes terapéuticos de cultivar los tiempos y espacios hogareños, algo a lo que generalmente las mujeres no quieren renunciar.

En momentos de crisis de sentido como los actuales, el hogar puede ser un tesoro más codiciado de lo que se dice, y muchos conflictos no derivan tanto de la desimplicación de los hombres, como de disputar “sus dominios” a las mujeres. Muchas protegen con una barrera invisible lo que consideran su patrimonio natural –hijos, relaciones familiares, ritmos domésticos, gestión del hogar, etc- y no permiten el acceso del hombre sino es con su mediación autorizada. Algunos han necesitado separarse para liberarse de la tutela femenina y descubrir plenamente su condición paternal. He oído a alguna feminista comentar maliciosamente que los hombres sólo descubren que son padres cuando se separan y tiene más razón de la que seguramente ella misma imagina. El problema es que llegado ese momento, la mayoría de las mujeres se aferran a su victimizado rol tradicional y fijan al hombre en su posición de proveedor invisible.

Lo cierto es que, frente al prototipo de chulito, promiscuo y desalmado que se nos vende como estándar de masculinidad dominante (un abuso que habría que denunciar constantemente desde un observatorio contra la misandria -
http://es.wikipedia.org/wiki/Misandria-), hay multitudes de padres discretos y amorosos que han optado por compartir el máximo de horas con sus retoños. Hasta tal punto es así, que ya se habla del “síndrome de Atlas” ( http://www.bebesymas.com/2006/04/10-el-sindrome-de-atlas-los-nuevos-padres), caracterizado por el estrés que en muchos hombres produce la sobreexigencia parental unida a su papel de proveedores tradicionales del hogar.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Doncs sí, Enrique, cada cop hi ha més pares compromesos i homes que valorem els espais íntims, no sols pel que fa a la cura dels fills sinó també pel que fa al cultiu de les relacions afectives (amb els fills, amb la parella, amb els amics...)i al desenvolupament de sensibilitats personals molt satisfacòries. Hi ha un món íntim que nodreix les sensibilitats i ens aboca a viure molt més desperts (i feliços, per què no?) fet a partir del cultiu de les relacions amb els altres i amb un mateix. Ara bé, això requereix que l'home renunciï al seu paper de proveidor (econòmic, com a solucionador de problemes...) i transcendeixi a un món superior en el qual reivindiqui donar i rebre. Certament, algunes dones poden viure amb incomoditat aquest nou paper de l'home, però no crec que sigui el cas d'aquelles que es reconeixen en el món de les emocions compartides i aporten allò que poden tenir d'especifitat de gènere a una relació equilibrada. La cura de les criatures pot ser una excel·lent porta d'entrada a un món molt més satisfactori per als homes.

Enrique Jimeno Fernández dijo...

¡Un saludo Carles!. Te agredezco la visita y el comentario. Las conductas estereotípicas de género son mucho más resistentes de lo que se tiende a pensar y reemergen constantemente, porque enmascaran muy bien nuestras carencias y siguen gozando de aceptación y legitimación social. Pero urge afrontar el cambio, porque los roles tradicionales chocan ya frontalmente con nuestros actuales valores y aspiraciones éticas(equidad y equilibrio en las relaciones entre subjetividades reflexivas que, desde sus especifidades de género, se unen para alcanzar su plenitud personal) y con las nuevas necesidades emocionales derivadas de sociedad más fragmentada, competitiva e individualista. No tenemos más remedio que asumir el reto y ser audaces, imaginativos, innovadores..., porque las resistencias sólo provocarán dolor. Se abre un largo período en el que las relaciones familiares serán más complejas y requerirán mucha lucidez, mucho equilibrio emocional y negociaciones constantes. Ya no habrá inercias que nos protejan y los beneficios secundarios de las viejos patrones de conducta serán cada vez menores. Al menos, así lo veo yo y creo que convendría preparar a los jóvenes para ese cambio.