martes, febrero 13, 2007

Pequeños narcisos




Florecen los narcisos. Les aliento e ilumino. Los cuido con mimo. Ni palabras sin amor, ni gestos sin compasión. Alejo de sus bulbos los ácaros, los intrusos desapacibles y ásperos. Indulgente, ni los podo ni los tallo. Y lucen seguros, confiados.

El género narcisus contiene una cuarenta especies que tienen en común su dependencia permanente de los jardineros; su vocación lucidora y escapista; su impulsividad e irracionalismo; la mentira constante y la irresponsabilidad insuperable. Cuando crecen, hay que actuar con suma prudencia: se vuelven especialmente tóxicos y dañinos.

Autoestima y narcisismo

Dice Felicidad Martínez-Pais Loscertales en http://didacticafilosofia.blogia.com/2006/052302-otro-poquito-de-marina.php :


Acabo de leer un estupendo libro de William Damon, titulado Greater Expectations. El subtítulo es más expresivo: “Cómo superar la cultura de la indulgencia en los hogares y en las escuelas americanas”. Damon es un respetado especialista en psicología educativa y ha dirigido el gigantesco Handbook of Child Psycology de la editorial Wiley.

Describe en su obra el sistema de la indulgencia, del que forman parte muchos conceptos, por ejemplo, el de “autoestima”. La preocupación porque el niño o el adulto “se sienta bien consigo mismo”, ha producido una generación de narcisos o egocéntricos.


El término «autoestima» entró a formar parte del léxico de la cultura pop de Estados Unidos durante los años 60.

Durante esa era de liberación sexual y experimentación con drogas ilícitas, los planes de estudios que echaron raíz en los colegios engendraron una serie
de doctrinas permisivas, dice William Damon, el autor de Mayores expectativas: superar la cultura de la indulgencia en nuestros hogares y colegios.

Mientras una avalancha de libros de última moda sobre auto-ayuda llegaba a las estanterías de las librerías, los editores especializados en educación
producían, de forma masiva, unos planes de estudios que encajaban perfectamente con la creciente fascinación de la sociedad por la automejora.

...(En una investigación llevada a cabo con) 540 estudiantes de la Universidad Estatal de Iowa –todos ellos especializados en psicología– (se) evaluó
su nivel de autoestima y narcisismo. Una autoestima elevada se describió como «tener un buen concepto de uno mismo» y el narcisismo como «querer desesperadamente tener un buen concepto de uno mismo».

Los estudiantes escribieron una breve redacción que se les devolvió con una evaluación, presuntamente hecha por otro de los participantes. Entonces se dijo a cada estudiante que él o ella competiría contra alguien en un examen que mediría su
tiempo de reacción. El ganador de cada ronda podría castigar al perdedor haciéndole escuchar un trompetazo de ruido, cuya duración e intensidad se dejaba a discreción del participante.

A los participantes se les dijo, bien que su compañero había criticado su redacción, bien que la había alabado, o bien que ni siquiera la había leído.

Los investigadores comprobaron que el nivel de autoestima de los estudiantes, fuera éste alto o bajo, no tenía nada que ver con que actuaran de forma agresiva. Este resultado, dice el informe, «contradice la creencia tradicional de que una baja
autoestima causa agresión, y también cualquier sugerencia de que un buen concepto de sí mismo, en general, conduce a la agresión».

Las respuestas agresivas fueron más marcadas en los narcisistas que creían estar atacando a alguien que les había hecho una evaluación negativa.

El informe concluye: «Los peligrosos no son aquellos que se consideran seres superiores, si no aquellos que sienten un fuerte deseo de considerarse
seres superiores.»

Otro estudio reciente consolida el vínculo entre la agresividad y el narcisismo. Bushman, el profesor de la Universidad Estatal de Iowa, evaluó el nivel de
narcisismo de sesenta y cinco prisioneros violentos en tres Estados y comprobó que era significativamente más elevado que el de un grupo de estudiantes universitarios de la misma edad.

Bushman no insinúa que los colegios que dan clases de autoestima estén creando, intencionadamente, a pequeños narcisistas. Advierte, sin embargo, que «si los niños empiezan a desarrollar un concepto de sí mismos que es disparatadamente
optimista y esa creencia es constantemente rechazada por los demás, ese amor hacia sí mismos podría hacer que los chicos se vuelvan potencialmente peligrosos para los que les rodean».

Si el objetivo es reducir la violencia, añade Bushman, los colegios deberían utilizar su

dinero para enseñar autocontrol en vez de emplearlo en estimular el
ego de los estudiantes.

Concentrarse en elevar el estado de ánimo resulta superfluo cuando se considera que, en general, los americanos ya parecen tener un elevado concepto de sí mismos, dice Bushman. Alude a un estudio hecho en los años 70 en el que se pidió a los par-
ticipantes que evaluaran sus aptitudes al volante; un 90% estimó estar por encima de la media.

«En América nos sobreestimamos en mayor medida que, por ejemplo, en Asia donde lo habitual es ser modesto», dice. «Es un patrón cultural. La gente aquí hace hincapié en sus éxitos e ignora sus fracasos.»

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