martes, mayo 08, 2007

Hombres paternales y masculinos

En una interesante entrevista publicada ayer en El Periódico, Inés Alberdi anuncia la emergencia de una nueva masculinidad, caracterizada por unir la emotividad paternal a una afirmación inequívoca de su virilidad. A mí el descubrimiento no me parece tan asombroso, porque en mi entorno siempre vi hombres implicados emocionalmente en el ejercicio de la paternidad y solidarios a nivel doméstico, pero admito que quizás viví una situación algo excepcional.

En cualquier caso, sí parece indudable que el hogar y los niños se han convertido en espacio de realización también de la masculinidad, y eso sí que es nuevo. Como comentan Ulrich Bech y Elisabeth Beck-Gernseheim en El normal caos del amor (Paidós,2001, p. 148) los hijos han pasado de ser una carga a convertirse en “una experiencia de sentido” a la que se asigna una función de beneficio psicológico (sensación de tener una responsabilidad, de ser competente, de ser emocionalmente necesario; satisfacción del deseo de arraigo, de proyección en el futuro, de donación; satisfacción de la necesidad de romper con la lógica técnico-científica del espacio público y de cultivar el lado natural; satisfacción de necesidad de cariño, sinceridad y cercanía). Los hijos y el hogar se han convertido en una de las últimas utopias a la que humanos dedican sus anhelos y desvelos. Se trata, sí, de un horizonte modesto para hablar de utopía, pero no tanto si atendemos a las expectativas que se han depositado en ella o la ansiedad con que se intenta hacer realidad (es una utopia plausible en tiempo real):

Las madres y los padres no dan desinteresadamente: quieren que los hi­jos les devuelvan mucho... Quieren ser educados por sus hijos. Los hijos y las hijas deben ayudar a los padres para que éstos puedan alcanzar su propio ideal del Yo de la esponta­neidad, sensualidad, naturalidad y creatividad. Aquí los padres no educan a los hijos, sino que los hijos educan a sus padres. Los hijos y las hijas encar­nan, en el más verdadero sentido de la palabra, el ideal del Yo de sus padres. (Weymann, citado por Beck)

En un mundo en el que se experimenta un especial desamparo, donde desaparece la fe en un más allá y las esperanzas del aquí se han revelado a menudo como pasajeras, el hijo anuncia también la posibilidad de dar sentido, contenido y arraigo a la propia vida. Se trata de una aspiración compartida por todos –y especialmente intensa en los sectores en los que la sensación de desarraigo es mayor- y no debería sorprendernos, por tanto, que los hombres quieran ocupar este espacio. Pero no nos engañemos, a los hombres les está costando mucho ocupar la esfera del hogar y no sólo por las inercias históricas que ha interiorizado (dependencia afectiva de la mujer, bloqueo emocional en la relaciones, inhibición doméstica, adicciones escapistas –trabajo, deportes, ordenador, etc.-), sino porque muchas mujeres no saben o no quieren ceder terreno en este ámbito. Los espacios íntimos viven una guerra de géneros, a veces sorda, a veces sonora, que no siempre se salda con negociaciones y acuerdos. Basta contemplar cómo aumentan los divorcios y con qué intransigencia muchas mujeres defienden las posiciones de privilegio sobre los hijos que la ley y los jueces les conceden.

La ensoñación doméstica posiblemente tenga algo de oscuro paliativo a la frustración de los sueños rotos y a la frialdad del individualismo consumista al que nos vemos abocados –ya hablaremos de ello y de sus consecuencias sobre la educación-, pero merece ser explorada por hombres y mujeres.

Para acabar, me choca la insistencia en que ese nuevo hombre es muy "masculino". ¿Qué significa ese rasgo de masculinidad?. ¿Alguien creyó que la naturaleza masculina podía volatizarse para dar lugar a una nueva categoría de género, a un ser quizás más andrógino, que se redimiese de su masculinidad feminizándose? Al parecer, sí. De ahí la sorpresa...



"Surge un hombre muy paternal y masculino"
El Periódico 7/5/. Entrevista con Inés Alberdi, catedrática de sociología de la Universidad Complutense.
"Surge un hombre muy paternal y masculino"
MARGARITA SÁENZ-DIEZ TRIAS

Los nuevos padres, esos jóvenes que deciden compartir a partes iguales con la madre la tarea progenitora, son el referente en Los hombres jóvenes y la paternidad, que ha editado la Fundación BBVA. Sus autoras, la socióloga Inés Alberdi y la psicóloga Pilar Escario, analizan esa tendencia, que es especialmente vigorosa en Catalunya, donde se registra el mayor número de padres que se han acogido al permiso de paternidad. El estudio parte de un nutrido grupo de varones que están abriendo caminos enriquecedores en la socialización del niño. "Están decididos a innovar", señala Alberdi.

¿Vuelven los hombres al hogar?

--Unos pocos. Empieza a ser más atractiva la relación con los hijos. Son una minoría de vanguardia.La competencia profesional, los horarios... No es fácil.--El problema es que el mundo laboral exige mucho, pero, como empieza a exigir igualmente a las mujeres, se abre una oportunidad para que la situación se flexibilice y sean los hombres los que estén más cerca de los hijos y del hogar.

Dice uno de sus interlocutores: "Tener un hijo impone un cambio de hábitos radical".

--Empiezan a haber bastantes hombres y mujeres que tienen sus razones para no tener hijos voluntariamente. Y eso me parece interesante. Un avance fantástico.

¿Instinto maternal, paternal?

--Creo que ninguno de los dos existe. En nuestra cultura hemos creído firmemente que existe el instinto maternal. Pero era para empujar a las mujeres; para que ni se atrevieran a decir que no iban a ser buenas madres. Lo interesante de ahora es que puede disfrutar de la paternidad o de la maternidad el que quiera.

¿Una imposición?

--Creo que el instinto maternal es una manera de hacer de la necesidad virtud. Estábamos abocadas a la reproducción, y cuanto más se valorara esa mística, mejor. Siempre ha habido mujeres con ganas de tener hijos y otras sin ganas. La diferencia es que hoy las que no quieren tener hijos o no quieren alumbrar más, lo hacen tranquilamente. De ese modo es más interesante, más rica, más satisfactoria, la maternidad.

Otro comentario: "Lo que sí envidio es que otros padres puedan ir a buscar a sus hijos a la escuela".

--Eso se está extendiendo entre los hombres jóvenes. Todavía son pocos, pero empiezan a pensar como tradicionalmente han pensado las mujeres.

Que es bonito, que quieren tener más tiempo para estar con ellos.¿Les da apuro expresar esos sentimientos?

--Hemos encontrado hombres muy cercanos a sus hijos, pero que tienen reparo en enseñar sus fotos en la oficina, por ejemplo, cuando a sus compañeras se les tolera sin problema. Por eso hemos tratado el tema en relación con la masculinidad. Cada vez surge con más fuerza un tipo de hombre que es a la vez muy masculino y muy paternal. A menudo, se ha confundido desapego afectivo y emocional con masculinidad.

Rescatan una imagen entrañable que estaba desdibujada.

--Y es que a veces no se les permite mostrar esa imagen. Ha habido protestas por parte de algún sector del empresariado, felizmente no todos, cuando hemos aceptado una nueva ley de igualdad en la que se instaura un permiso para todos los hombres que tengan un hijo. Es su derecho y su responsabilidad.

¿Está escrito el papel del padre en el desarrollo afectivo del niño?

--Nunca decimos "pobrecito" de un niño que no tiene el padre cerca. Y como se empiezan a ver niños que tienen a los padres cerca, su desarrollo afectivo, la seguridad en sí mismos, seguro que aumenta. Ese niño se consolida. Pero tenemos la costumbre de mirar solo el rol de las madres, de lo que enriquecen al niño, por supuesto. En el Norte de Europa hay algunos estudios del rol del padre en el ámbito emocional, del cuidado, de la cercanía. Eso acabará incidiendo en el criterio de los jueces de familia.--Cuando se rompe una pareja, si ambos quieren estar con los hijos, habrá que ir a la custodia conjunta y buscar soluciones nunca satisfactorias para los dos, pero mejores para el niño. Estoy convencida de que no podemos preferir siempre a las mujeres frente a los hombres para cuidar a los niños. Puede haber padres que estén más cerca de sus hijos.

¿Cómo asume la mujer la pérdida del protagonismo?

--Depende. A muchas mujeres les parece un enriquecimiento que el padre de sus hijos esté cerca, que comparta, que tenga cercanía emocional con el niño. Pero hay mujeres que seguramente pueden tener miedo a perder la prioridad en el único campo en el que han disfrutado del conocimiento, la tradición y el total apoyo social.

Se abre otro camino.

--Esos hombres jóvenes están innovando. Están abriendo un camino que a mí me parece muy enriquecedor. Y, como es nuevo, hay que ir inventando las propias normas, tanteando nuevas fórmulas.

No hay comentarios: