Un breve recorrido por los personajes femeninos que aparecen en los últimos éxitos cinematográficos permite comprobarlo. Sirva de ejemplo la heroína de un éxito de taquilla sin pretensiones como Transformers (http://www.labutaca.net/films/51/transformers.htm), en la que se nos ofrece una versión cómoda y simplificada del estereotipo femenino de moda. Frente a un listillo, bonachón y algo neurótico Sam Witwicky, dedicado a negociar sus sueños sin incomodar demasiado a nadie, y menos a sus apacibles padres, se nos presenta a Mikaela, una muchacha exuberante y resuelta a la que le atraen los chicos corpulentos y guapos, pero que los despacha sin complejos si no están a la altura. Mikaela, a pesar de su juventud, ha tenido vivencias negativas y traspiés, pero ha aprendido de sus errores y ahora sabe sacar provecho positivo de sus experiencias, mientras que Sam sigue sumido en la inmadurez, improvisa constantemente y va de sorpresa en sorpresa (una buena metáfora de las relaciones hombre-mujer actuales).
Salvando todo las distancias que se tengan que salvar, y por acudir a películas recientes, no es difícil reconocer estos rasgos femeninos en otros personajes cinematográficos como “la Juani” de Bigas Luna, en la Mary Jane de Spider-Man 3, o en la preadolescente Leslie de Un puente hacia Terabitia. Incluso, dejando el cine más comercial, en Drey, la madura alumna del escindido, frustrado y autodestructivo profesor de instituto Dan (Half Nelson http://www.labutaca.net/films/49/halfnelson.htm)
Este prototipo de feminidad que combina energía, desinhibición sexual y seguridad cuenta además gloriosos referentes en el cine clásico (por ejemplo Katharine Hepburn, Barbara Stanwyck o Bette Davis) y recientemente ha inspirado la evolución de los personajes interpretados por actrices versatiles pero siempre fuertes y vitales como Julia Roberts, Kate Winslet o Reese Witherspoon. El personaje que interpreta esta última actriz -Elle Woods- en la intrascendente Una rubia muy legal (http://www.labutaca.net/films/5/unarubiamuylegal.htm) compendia irónicamente la evolución de la feminidad desde el estereotipo de rubia atractiva y aparentemente boba hasta el de mujer inteligente, segura e irresistible que camina por la vida pisando fuerte, sin dejar de disfrutar de su atractivo y sensualidad.
Si algo muestra esta evolución es que la dulzura ha ido menguando en los personajes femeninos y, de ser un rasgo atractivo, ha pasado a convertirse en un atributo que puede resultar inquietante e incluso aterrador, porque cuando aparece es para enmascarar las más perversas intenciones. Es el caso de Election (de Alexander Payne, 1999, http://www.labutaca.net/films/colabora/election.htm), en la que Reese Witherspoon interpreta a Tracey, una ambiciosa estudiante de sonrisa encantadora, pero que en realidad es un auténtico monstruo. “En una escena -comenta Santiago García- ella salta detrás de una puerta para ver qué ocurre del otro lado y la cámara muestra desde el interior el simpático rostro de la joven saltarina. A continuación la imagen se congela y ese rostro produce horror; la simpatía que despertaba la situación troca en espanto. De ser una adolescente con energía pasa a transformarse en un velocirraptor, un depredador que espera con paciencia a que una de sus víctimas se acerque.” (Santiago García, 30/11/200, http://www.elamante.com/nota/1/1449.shtml).
Pero, si queremos enfrentarnos con la cara más oscura y perturbadora de la dulzura, nada mejor que Hard Candy (http://www.labutaca.net/films/36/hardcandy.htm). En esta película, la protagonista es una jovencita que todavía masca chicle y trasmite esa inocencia angelical que sólo cabe encontrar en los rostros aniñados. Sin embargo, a medida que avance la cinta descubriremos, que no es la niña indefensa, mimosa y dulce que aparenta en las primera escenas sino una cruel máquina vengativa dispuesta a infligir el castigo más lento y despiadado al género masculino, siempre dispuesto a dejarse arrastrar por el deseo de carne fresca e inocente.
Tampoco el arte contemporáneo ha tratado con demasiada consideración la dulzura y son muchas las obras que la desenmascaran y cuestionan. Sirva como botón de muestra este desolador “Almuerzo campestre” de Pépé Smit (2003).
De nuevo, sigue siendo en el ámbito religioso en el único que invoca el valor de la dulzura. Las apelaciones a la bondad siempre han hecho florecer historias e imágenes en las que los sentimientos se remansaban, favoreciendo una benevolencia afectuosa y suave. Especialmente efectivo resulta en este sentido el catolicismo, porque ha sabido crear una rica iconografía con motivos tan poderosos como el de la permanente intercesión maternal de la Virgen María o el del Corazón de Jesús, que destila constantemente amor. ¿Quiénes encarnan mejor la dulzura que personajes cargados de ternura como la desaparecida Teresa de Calcuta o tantas monjas misioneras que alivian el dolor del prójimo brindando a veces sólo su cálida afabilidad?
Pero, aunque nadie osa negar abiertamente los gestos de la dulzura, se prefiere mirarlos indulgentemente como una manifestación insuficiente y falseadora que tapa las injusticias reales, como una sospechosa rémora del pasado, o -ya lo hemos señalado- como expresión de un valor-trampa que contribuye a la sumisión de las mujeres.
Con amargura protesta Margarita Pisano del "madrerismo" dulzón que “encubre el gran sistema de traiciones contra las mujeres, negándoles sus condiciones de lo humano y sosteniendo la misoginia, ejercida por el patriarcado/masculinista y las mujeres "femeninas".” …Salvo algunos pocos "malos de verdad" –insiste Pisano-, la mayoría actúa "en nombre del bien de la humanidad y de su historia", de esta manera, impregnan todo su discurso de una "dulzura" que apela, por supuesto, al "sentido común-corazón chorreante". Éste es el BUENISMO institucional: las leyes, la cruz roja, las iglesias, los partidos, los ejércitos, los DDHH, etc., son buenistas. El buenismo afirma un sistema de relaciones de dependencia y de orgullo, funcional a la dinámica de dominio. Si queremos construir una ética realmente distinta, creo imprescindible desmontar este chorreo sensiblero y jamás recuperar esta "sin razón" amorosa. (http://www.radiofeminista.net/dic03/notas/esp/nota2.htm)
Incluso, en relación al intento de dulcificar al hombre, Pisano comenta: Reivindicar la capacidad de emocionarse y llorar, como si fuese lo femenino en un cuerpo varón, me parece contaminado de la contralectura de que una mujer inteligente, activa y pensante tiene más desarrollada su parte masculina (la cabeza). O sea, pensar, crear y hacer política, QUE ES PARTE DE LO HUMANO, está tomado por la masculinidad. Por lo tanto, la operación de descalificación y de sumisión contra las mujeres ya está en marcha, y es más profunda de lo que aparenta, aun cuando la masculinidad esté reivindicando parte de la feminidad para sí (el metrosexual); de este lugar simbólico, saca y pone lo que le conviene social, política y economicamente.La operación que hizo la masculinidad patriarcal -y que continúa re-significando la masculinidad moderna- fue dejar el cuerpo cíclico de las mujeres atrapado en la simbólica naturaleza-animalidad, despojándolo de la creatividad intelectual HUMANA, pero enfatizando su intuición, su amor-entrega y emocionalidad (descerebrándolo). En cambio, al cuerpo varón, el cual también es naturaleza, lo transformó en pensante, hablante y capaz de crear símbolos y valores, instalándolo en un protegido y ventajoso orgullo.Por eso, es muy distinto, desear parte de la feminidad desde el lugar del poder (poder elegir feminidades), a resistirse a ella desde el lugar del dominado, como lo han hecho muchas mujeres durante siglos, las cuales han servido a los hombres y han sido la fuerza de reposición y de reserva de su sistema cultural. No rescato NADA de la feminidad. El llorar no es un privilegio. La "comodidad" de lo femenino, para las mujeres, esconde esclavitud; para los varones, representa libertades. (http://www.mujeresaloeste.org.ar/feminismos/2003-1/14ccc-11.html)
Sin embargo, otras feministas –“las chicas disturbio”-, aun compartiendo las denuncias de Pisano, advierten del peligro de acostumbrarse a los modales bruscos y endurecidos, y reclaman al menos la recuperación del buen humor y la dulzura entre las mujeres que luchan por la causa femenina. Y además defienden que, frente a la lógica patriarcal, parodiar la dulzura puede ser enormemente eficaz.Nosotras, las chicas disturbio, que hemos sido víctimas de la persecución, el hostigamiento y la represión de la Gran Madre toda la vida, nosotras, que hemos tenido que quitárnosla de encima y expulsarla de los rincones oscuros de nuestro psique, tenemos una historia diferente que contar. La famosa sentencia de Virginia Woolf de que la mujer creativa tiene que matar al 'ángel de la casa' que habita los más antiguos estratos de su identidad, es bastante adecuada. Esa imagen de la hembra, dulce, bondadosa, que cría y se sacrifica, es un obstáculo en el camino de la realización. No se puede esperar que las mujeres participen sin objeciones de la fantasía de volver a la matriz cuando, más que nada, lo que queremos es desaparecer de ahí lo antes posible. Nosotras, las chicas disturbio, reclamamos nuestros sueños de disolución cósmica, reclamamos nuestra dimensión transcendental. Quedaos con vuestros sueños de matrices: tu pulsión de muerte no es la nuestra, lo mejor es que me des el espacio y el tiempo para expresar y desarrollar mis propios deseos si no quieres que nos enfademos de veras. La ira nos obligará a castigarte decidiendo interpretar en nuestra vida diaria real tus peores fantasías de lo horrorosas que pueden resultar las mujeres. Tal como dijo la otra gran simuladora, Bette Midler: "¡Soy todo en lo que siempre temiste que se convirtiera tu hija... y tu hijo!". La chica disturbio, en otras palabras, una feminista que se ha alejado de la femineidad tradicional y que ha dado un nuevo poder a formas alternativas de femineidad, sabe cómo utilizar con éxito la política de la parodia: puede interpretar la femineidad extrema de manera sumamente irritante. Para evitar tales erupciones de ira feminista, es recomendable sentarnos y hablar en serio con el fin de negociar los márgenes de nuestra tolerancia mutua.
… Lo cierto es que necesitamos despedirnos de ese segundo sexo, ese eterno femenino que se nos ha pegado a la piel como una materia tóxica, fundiéndola hasta los huesos, comiéndose nuestra sustancia. …La respuesta a la metafísica es el metabolismo, es decir una nueva transformación corpórea, un cambio de perspectiva que permita a los individuos marcar la velocidad y el ritmo de su cambio mientras se enfrentan a formas de consenso factibles para reajustar nuestra cultura a estos cambios y alteraciones. En su espléndida obra "In Memoriam to Identity", Kathy Acker señala que mientras "yo" contenga su identidad y su sexo, "yo" no será nada nuevo. Yo añadiría también que, mientras creamos en la gramática, creeremos en Dios. Dios murió en la modernidad, y la peste de su cadáver en descomposición ha estado inundando el mundo occidental durante más de un siglo. Sin duda serán precisos más que unos experimentos de mala sintaxis o más que unas escapadas por la fantasía solipsista para sacarnos a todos de esta locura falocéntrica decadente pero que aún opera.
Lo que necesitamos, más bien, es una mayor complejidad, multiplicidad, simultaneidad, y volver a plantearnos sexo, clase y raza para buscar esas múltiples y complejas diferencias. También creo en la necesidad de dulzura, compasión y humor para superar las rupturas y embelesamientos de la época. La ironía, reírnos de nosotros mismos son elementos importantes en este proyecto y son necesarios para el éxito, como feministas de corte tan diverso como Hèléne Cixous y French & Saunders han señalado. Como dice el Manifesto of the Bad Girls: "A través de la risa, nuestra ira se convierte en un arma de liberación". Con la esperanza de que nuestra risa dionisíaca, negociada colectivamente, pueda, en efecto, enterrarlo de una vez por todas, el ciberfeminismo necesita cultivar una cultura de desenfado y afirmación. Las mujeres feministas tienen a sus espaldas una larga historia a lo largo de la cual han bailado sobre campos potencialmente minados para buscar la justicia sociosimbólica. Rosi Braidotti. (e-leusis.net)
Cómo vemos, el valor de la dulzura se muestra tan resistente y poderoso, que ni siquiera quienes más reniegan de su uso manipulador, se resisten a integrarlo para su propio beneficio o de fingirlo maliciosamente para triunfar en la lucha contra el falocentrismo.
Sin duda, ha arraigado tan poderosamente en la psique humana la admiración por la dulzura, que resulta difícil sustraerse completamente a sus beneficios y atractivos, a pesar de que pueda esconder tantas maldades. Como decía Jean Lafrance: Tal vez hayas conocido a alguien que sólo sea dulzura y humildad: es desconcertante y te desarma, porque no estás al nivel de esta dulzura insoportable. Necesitas blindarte de verdad para que no se te rompa el corazón y echarte a llorar. Se dice que algunos verdugos no soportan a quien perseveraba en la dulzura.
En el blog El lado oscuro de las cosas, “Sin sangre” comenta a propósito de la dulzura…
Ese es el auténtico peligro de las mujeres. Verán, en mi trabajo la mayor parte de los compañeros son mujeres. Las hay de todo tipo. Guapas, feas, resultonas y pasables, pero al cabo de cierto tiempo las ves a todas como compañeras sin percatarte más en su físico. Sin embargo las entre todas ellas existen las mujeres dulces. Y esas si que son peligrosas, porque saben como derribar tus barreras con una simple mirada o una sonrisa en el momento justo. Las guapas, guapas, guapas terminan pasando desapercibidas.
http://www.lacoctelera.com/axarquia/post/2005/07/08/la-erotica-la-dulzura
¿Es la dulzura un valor inspirado por un orden patriarcal opresor?. Denostado por el feminismo y mirado con suspicacia desde la masculinidad hegemónica, ¿qué espacio le queda al valor de la dulzura, por otra parte tan reacio a volatilizarse?. ¿No podría sustraerse a la guerra de sexos?. ¿No sería un valor deseable para todos que trascendiese el género?. A mi me gustaría ser un hombre dulce como lo era por ejemplo el periodista Ryszard Kapuscinski, o como lo son algunos familiares y hombres de mi entorno. A mi me gustaría que las mujeres siguiesen cultivando la dulzura y que lo hiciese sin suspicacia , ni retorcidas intenciones. Creo que no hay mayor signo de fortaleza. Decía La Rochefoucauld: “Sólo las personas que tienen firmeza pueden tener verdadera dulzura; los que parecen dulces, generalmente no son más que débiles; debilidad que fácilmente se convierte en acritud.”.
Obras de Jean-Baptiste GREUZE
Sin embargo, hay que reconocer que hoy por hoy la mujer dulce genera desconfianza y que todavía no ha cuajado el hombre dulce como prototipo compensador. La fase 3 de la transición estereotípica de género todavía no ha concluido (FASE 1: roles sexuales polarizados y dicotómicos. FASE 2: el rol femenino tradicional se despretigia y evoluciona incorporando rasgos del rol masculino tradicional. Crisis de la masculinidad tradicional. FASE 3: el rol masculino se desprestigia y evoluciona incorporando rasgos del rol femenino tradicional. Se avanza en la igualdad de género y como reacción se escenifica y teatraliza la polaridad sexual a través de la música y la moda. FASE 4: se imponen nuevos guiones de conducta que trascienden el género http://buenamente.blogspot.com/2006/12/modelo-de-la-transicin-estereotpica-de.html.) Por eso, creo que la dulzura, puede ser un indicador magnífico para evaluar este proceso.
CITAS
Cuando se trate, pues, de discernir cuál es el alma nacida para la filosofía, observarás, si desde los primeros años da muestras de equidad y de dulzura, o si es huraño e intratable.
Platón: La República. Cita procedente de http://www.tesisenred.net/TESIS_UM/AVAILABLE/TDR-0608106-124241//Penalvabuitrago2.pdf
Para la cólera se pueden distinguir, como acabamos de hacer para la liberalidad, los tres términos: exceso, defecto, medio. Pero como ninguno de estos matices, o casi ninguno, tiene nombre especial, nos limitaremos a decir, que el hombre que en este género ocupa el medio entre los dos extremos, se le llama hombre dulce, y la cualidad intermedia, dulzura. De los dos caracteres extremos, el que peca por exceso se llama carácter irascible, y al vicio que muestra se llama irascibilidad. El que peca por defecto podemos decir que es el carácter flemático, que jamás siente la cólera; y el defecto se llamará flema, que no permite nunca el encolerizarse.
Aristóteles: Ética a Nicómaco. Cita procedente de http://www.filosofia.org/cla/ari/azc01046.htm
Gran parte de la bondad consiste en querer ser bueno.
Lucio Anneo Séneca. Cita procedente de http://www.mundocitas.com/
Ahora debemos fijar nuestra atención en la palabra “infante”, que no se refiere a los que carecen de razón; éstos son los “necios”. El “infante” es el “nuevamente dulce”, porque “dulce” es el que tiene pensamientos de mansedumbre, y ha adquirido nuevamente un carácter delicado y dulce. (...) El “infante” es un ser dulce; de aquí que sea más ingenuo, tierno, sencillo, sin doblez, sincero, justo en sus juicios y recto. Esto es el fundamento de la sencillez y de la verdad. (...)
Clemente de Alejandría: Pedagogía. I, 19.1-4.Cita procedente de http://www.tesisenred.net/TESIS_UM/AVAILABLE/TDR-0608106-124241//Penalvabuitrago2.pdf
No puede existir bondad alguna donde no haya conocimiento de ella.
Juan Luis Vives
La confianza en la bondad ajena es testimonio no pequeño de la propia bondad.
Michel De Montaigne
El hombre que no conoce el dolor no conoce ni la ternura de la humanidad ni la dulzura de la conmiseración.
Jean-Jacques Rousseau
La bondad es la única inversión que nunca quiebra.
Henry David Thoreau
Cuando el amor es feliz lleva al alma a la dulzura y a la bondad.
Victor Hugo
En el arte como en el amor la ternura es lo que da la fuerza
Oscar Wilde
Todo acto de bondad es una demostración de poderío.
Miguel Unamuno
La ciencia moderna aun no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas.
Sigmund Freud
Puesto que yo soy imperfecto y necesito la tolerancia y la bondad de los demás, también he de tolerar los defectos del mundo hasta que pueda encontrar el secreto que me permita ponerles remedio.
Mahatma Gandhi
El amor sin ternura es puro afán de dominio y de autoafirmación hasta lo destructivo. La ternura sin amor es sensiblería blanda incapaz de crear nada.
Fernando Savater
Citas procedentes de http://www.mundocitas.com/
3 comentarios:
Creo que no sólo se debe a un cambio en los tiempos, es que al cine casi siempre le han gustado la fortaleza femenina. Por lo menos a partir de la fecha en que empieza a gustarme el cine (años cincuenta en adelante) el prototipo femenino ya se había endurecido mucho. Ahí estaban las mujeres fatales clásicas, que eran menos musculosas pero similarmente sarcásticas y cortantes: Lauren Bacall en El sueño eterno, Jane Russell en Macao, Barbara Stanwyck en Perdición...y los ejemplos prácticamente se pueden multiplicar ad libitum.
Supongo que el contraste con este modelo fuerte era lo que hacía tan adorable a Audrey Hepburn, y a veces a Marylin.
Bueno, cómo sería la cosa (acabo de recordar al publicar el otro mensaje) que Marylin ablandaba hasta a Sartre...
A mi, siempre me han parecido irresistibles las mujeres de sonrisa angelical y gestualidad delicada. Supongo que ocupan una zona muy inamovible del imaginario masculino.
Con el tiempo, he descubierto que también pueden tener su lado oscuro: en general una tendencia irreprimible a la insatisfacción y al sufrimiento (del que se culpa a los seres más cercanos).
La síntesis perfecta para mi sería una dulzura que fuera la expresión elegante de un amor intenso y generoso, nacido de un corazón bondadoso. ¿Difícil?. Pero, puestos a pedir...
Publicar un comentario