lunes, julio 16, 2007

Paternidad de verano

El verano os ofrece a muchos papás una de las pocas oportunidades de ejercer plenamente la paternidad que tenéis. Para los separados o divorciados que no habéis conseguido la custodia compartida, constituye de hecho el único periodo mínimamente prolongado de convivencia con vuestros hijos e hijas que os ha otorgado una legislación mezquina y reaccionaria. Para otros, que habéis asumido la carga de ser los proveedores principales del hogar queriéndolo o no, ocurre algo parecido, sin que ninguna ley de conciliación laboral presente o venidera parezca contemplaros. No os desaniméis y aprovechad estas semanas para que vuestros hijos e hijas descubran la vida doméstica con su padre y a través de él (gestión de los horarios y ritos cotidianos: desayunos, comidas, cenas, compras, parque, juegos compartidos, cuadernos escolares de verano, etc.; vivencia de los espacios y rutinas del hogar: cocinar, lavar la ropa, planchar, lavar los platos, limpiar la casa; seguimiento médico; ir de compras –ropa, complementos.. ; red social: invitar a la familia, a sus amigos, a los papás de sus amigos; actividades favorecedoras de las confidencias: ver y comentar películas juntos, leer libros en voz alta; etc.). En las familias tradicionales, en las que la madre asume las principales responsabilidades del hogar, sería muy aconsejable proponer una inversión de roles durante este período, que podría constituir el primer paso para un reparto de tareas y funciones más equitativo.

Vuestros hijos e hijas necesitan ver que la paternidad también se ejerce de ese modo. La semana pasada se dio a conocer un estudio de la profesora Enriqueta Díaz (www.elbaixllobregat.net/conselldones/pdf/premsa/72.pdf) donde revelaba que los adolescentes perciben la vida de hogar todavía organizada según los estereotipos y patrones de conducta tradicionales, a pesar de que son a todas luces disfuncionales e insatisfactorios.

Os equivocáis si persistís en eludir vuestras responsabilidades domésticas, autoexcluyéndoos y enajenándoos de un ámbito donde tanto os precisan, y se equivocan las mujeres que contribuyen a perpetuar ese modelo, porque les reporta beneficios secundarios. Urge asumir que la igualdad de género en el ámbito laboral conlleva indefectiblemente que hombres y mujeres también tiendan a equiparar su peso y presencia en el hogar, incluyendo todas los ámbitos la vida doméstica, desde los más impersonales (ámbito material: compras, comidas, limpieza, mantenimiento; ámbito político: toma de decisiones, establecimiento y aplicación de normas, distribución de tareas, gestión económica, gestión horaria, planificación general: eventos familiares, vacaciones, ocio, etc.), hasta los más íntimos y personalizados (cuidados y salud física; escucha, orientación, apoyo emocional y salud psíquica).

Este imperativo de nuestro tiempo histórico constituye un reto difícil –nada más peligroso que menospreciarlo- y nos está exigiendo a todos -hombres y mujeres- mucha clarividencia y capacidad de negociación. Pero, resistirse al cambio al amparo de los estereotipos tradicionales incapacita a nuestros hijos para el futuro y produce muchas disfunciones y sufrimiento. Nos jugamos mucho. Posiblemente, muchos fracasos matrimoniales tienen que ver con los problemas que se gestan en este terreno.

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