jueves, enero 11, 2007

POSTHUMANOS

LA VANGUARDIA, Viernes, 5 de enero de 2007
La especie humana / jordi serra

El eslabón perdido

D urante mucho tiempo la ciencia ha estado bus­cando el eslabón perdi­do, nuestro antepasado que marca el punto de inflexión en el que la raza humana evolucio­nó respecto de los otros antropoides. Es evidente que esta búsque­da se basaba en una concepción antropocéntrica que, hoy en día, está bastante superada. De hecho, en la actualidad empieza a haber un cierto acuerdo en que somos noso­tros el eslabón perdido. Nuestra propia pretensión de racionalidad lo demuestra: si fuéramos plena­mente racionales, tendríamos for­mas más eficaces para resolver conflictos que el recurso a la fuer­za y, si no fuéramos en absoluto ra­cionales, no seríamos tan crueles con nuestros congéneres. No, esta­mos en un estadio intermedio que nos ha hecho extraordinariamente adaptables (somos la única espe­cie que ha colonizado todos los ecosistemas terrestres) pero tam­bién terriblemente nocivos para nuestro entorno.

Es más, como señala Walter Anderson, nuestra capacidad de inter­ferencia para afectar los ciclos na­turales puede estar afectando in­clusos a los mecanismos evoluti­vos. Consciente o inconsciente­mente, somos la primera especie que, mediante su acción, puede es­tar desencadenando las condicio­nes para verse superada por un nuevo salto evolutivo, lo que se ha dado en llamar el posthumano.

Pero ¿qué es el posthumano? Lo que nos dice la teoría general de sistemas evolucionarios es que un estadio evolutivo superior de­be ser capaz de adquirir, almace­nar, procesar y transmitir más in­formación o, si se prefiere, tolerar más complejidad que el estadio previo. Aquí, cabe decir que los humanos somos una especie particu­lar, ya que la información que reci­bimos de nuestros genes no nos es suficiente y debemos dedicar con­siderables recursos a aprender y desarrollar otras habilidades: len­guajes abstractos, procedimientos

Así, una persona que no sepa co­municarse o que no conozca los usos comunitarios tendrá enor­mes dificultades para integrarse socialmente, pero también muy nocas opciones de sobrevivir en la naturaleza. No, nosotros somos el animal que dedica un mayor es­fuerzo a enseñar y a aprender. La razón hay que buscarla en que nuestras culturas poseen una gran cantidad de información que se considera valiosa y, para poder conservarla y transmitirla, hemos tenido que diseñar una tecnología: la escritura. De alguna manera, la historia de la humanidad es una lu­cha constante contra la pérdida de información.

Actualmente, ya existen unos entes con una enorme capacidad para adquirir, almacenar y trans­mitir información muy rápida­mente: los ordenadores. Pues bien, imaginemos una forma de in­teligencia artificial que, además de estas habilidades, posea capaci­dades intelectivas como: relacio­nar, reflexionar y crear. Es más, consideremos también que estos entes sean capaces de capturar energía de forma más eficiente (procesando directamente la radia-
ción solar) y que puedan ser má resistentes que nosotros a condi cienes variables del entorno. U ente de este tipo sería un postín, mano.
Dicho de otra manera, todos le cambios que estamos provocand en la biosfera, más los avances tec nológicos que conseguimos, puc den estar creando las condicione para provocar el próximo avanc evolutivo. Esto, en sí mismo, no t algo negativo; pero no hemos vale rado en qué posición puede qui dar la humanidad. ¿Podremos coi vivir con los posthumanos o sen mos redundantes?
Desde esta perspectiva, quizz sería más sensato no obsesiona nos en encontrar al eslabón perd do con nuestros ancestros y pr ocuparnos de que no seamos nos tros el eslabón que provoque transición de los seres basados e el carbono a una nueva gener ción de seres posthumanos bas dos en el silicio.»

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