LA VANGUARDIA, Viernes, 5 de enero de 2007
La especie humana / jordi serra
El eslabón perdido
D urante mucho tiempo la ciencia ha estado buscando el eslabón perdido, nuestro antepasado que marca el punto de inflexión en el que la raza humana evolucionó respecto de los otros antropoides. Es evidente que esta búsqueda se basaba en una concepción antropocéntrica que, hoy en día, está bastante superada. De hecho, en la actualidad empieza a haber un cierto acuerdo en que somos nosotros el eslabón perdido. Nuestra propia pretensión de racionalidad lo demuestra: si fuéramos plenamente racionales, tendríamos formas más eficaces para resolver conflictos que el recurso a la fuerza y, si no fuéramos en absoluto racionales, no seríamos tan crueles con nuestros congéneres. No, estamos en un estadio intermedio que nos ha hecho extraordinariamente adaptables (somos la única especie que ha colonizado todos los ecosistemas terrestres) pero también terriblemente nocivos para nuestro entorno.
Es más, como señala Walter Anderson, nuestra capacidad de interferencia para afectar los ciclos naturales puede estar afectando inclusos a los mecanismos evolutivos. Consciente o inconscientemente, somos la primera especie que, mediante su acción, puede estar desencadenando las condiciones para verse superada por un nuevo salto evolutivo, lo que se ha dado en llamar el posthumano.
Pero ¿qué es el posthumano? Lo que nos dice la teoría general de sistemas evolucionarios es que un estadio evolutivo superior debe ser capaz de adquirir, almacenar, procesar y transmitir más información o, si se prefiere, tolerar más complejidad que el estadio previo. Aquí, cabe decir que los humanos somos una especie particular, ya que la información que recibimos de nuestros genes no nos es suficiente y debemos dedicar considerables recursos a aprender y desarrollar otras habilidades: lenguajes abstractos, procedimientos
Así, una persona que no sepa comunicarse o que no conozca los usos comunitarios tendrá enormes dificultades para integrarse socialmente, pero también muy nocas opciones de sobrevivir en la naturaleza. No, nosotros somos el animal que dedica un mayor esfuerzo a enseñar y a aprender. La razón hay que buscarla en que nuestras culturas poseen una gran cantidad de información que se considera valiosa y, para poder conservarla y transmitirla, hemos tenido que diseñar una tecnología: la escritura. De alguna manera, la historia de la humanidad es una lucha constante contra la pérdida de información.
Actualmente, ya existen unos entes con una enorme capacidad para adquirir, almacenar y transmitir información muy rápidamente: los ordenadores. Pues bien, imaginemos una forma de inteligencia artificial que, además de estas habilidades, posea capacidades intelectivas como: relacionar, reflexionar y crear. Es más, consideremos también que estos entes sean capaces de capturar energía de forma más eficiente (procesando directamente la radia-
ción solar) y que puedan ser má resistentes que nosotros a condi cienes variables del entorno. U ente de este tipo sería un postín, mano.
Dicho de otra manera, todos le cambios que estamos provocand en la biosfera, más los avances tec nológicos que conseguimos, puc den estar creando las condicione para provocar el próximo avanc evolutivo. Esto, en sí mismo, no t algo negativo; pero no hemos vale rado en qué posición puede qui dar la humanidad. ¿Podremos coi vivir con los posthumanos o sen mos redundantes?
Desde esta perspectiva, quizz sería más sensato no obsesiona nos en encontrar al eslabón perd do con nuestros ancestros y pr ocuparnos de que no seamos nos tros el eslabón que provoque transición de los seres basados e el carbono a una nueva gener ción de seres posthumanos bas dos en el silicio.»
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