lunes, marzo 31, 2008

Jóvenes y callejones sin salida

Comenta José Antonio Marina en Arquitecturas del deseo que la alianza del principio de individuación y del principio del placer nos ha conducido a un callejón sin salida que hace inviable la vida social.

En lugar de actuar como sujetos libres, capaces de ir más allá del deseo, nos dejamos aprisionar por los estímulos que otros nos diseñan y que actúan como los grilletes de nuestra cárcel egoica. Enajenados de nosotros mismos y de los demás, y confinados en circuito hastiante, nuestra vulnerabilidad es cada vez mayor.

Este duro diagnóstico, todavía es más severo si pensamos en nuestros hijos, a los que no hemos conseguido trasmitir aquellos referentes residuales que a los adultos aún nos permiten alzar el vuelo, cuando el deseo se desboca. Al parecer, la única aspiración intensa que les hemos contagiado con éxito es la de ser feliz a cualquier el precio. Y en coherencia con este programa, los padres-niños eludimos poner limites a nuestra descendencia, convirtiendo a nuestros hijos en caricaturas de nosotros mismos.

Desarmados por la permisividad imperante, estos chicos y chicas satisfacen su anhelo ilimitado de “gozar sin trabas” en el mercado que, dispuesto a manipularlos y exprimirlos sin piedad, los lanza a un hiperconsumo devastador. El mundo adolescente parece educarse, construirse y alinearse exclusivamente a partir del orden económico. Son hijos del mercado. Se nos han escapado de las manos.

Pero, ¿qué efectos produce en nuestros jóvenes semejante deriva?. Tanto si nos centramos en el terreno del consumo, en el de la sexualidad -que el mercado explota a edades cada vez más tempranas-, o en el de las relaciones persónales, los estudios, los especialistas destacan, entre otros efectos, los siguientes:


-Dependecia de las modas en sucesión incesante dictadas por el amo-mercado
-Balcanización del consumo
-Comportamientos fragmentados, sin reglas, volátiles
-Perfomances constantes
-Inconstancia y inestabilidad
-Banalización de la sexualidad

Sin embargo, la sobrestimulación artificial del deseo tiene un límite imprevisto: el tedio. Es algo que ya se detecta en el ámbito sexual. Sin normas, sin límites, sin represión ni posibilidad de transgredir, los adolescentes se encuentran sin discursos en los que inscribir sus experiencias y dotarlas de sentido, sin vías de acceso al otro. El resultado es un sexo sin pasión, ni encuentro, construido bajo el signo de la indiferencia, quizás el estado emocional que mejor define nuestra época. Dice Lipovetsky, que el permisivismo “engendra un neo pauperismo tanto libidinal como afectivo”. Esos adolescentes “fijados, atornillados, a sus blogs, sus SMS, sus pantallas” más que el encuentro lo que negocian es el no encuentro, la relación sexual apática: hablar poco, hacerlo eventualmente, sacar la menor consecuencia posible. A la banalización del sexo ha seguido el desmoronamiento del imaginario controversial. La gastada retórica romántica mal sobrevive en la ficción mediática, pero ya no alcanza a la calle, y nada la ha reemplazado.

Esa ausencia de referentes que permitan percibir las propias experiencias en toda su plenitud, se abre el camino a nuevas búsquedas cada vez más fronterizas e inquietantes. Así se explica la prolofercaión de conductas cada vez más extremas, perversas y destructivas: droga, alcoholismo, comportamientos cínicas e incluso sádicos, violencia, los maltratos...


Éxito masivo de un juego que fomenta la cirugía estética
y la dieta en niñas


La Vanguardia, Sección 'Tendencias', Pàgina 22. 26/03/2008

El fenómeno ´Miss Bimbo´ desata la polémica en Francia y el Reino Unido

RAFAEL RAMOS - Londres. Corresponsal

Todo empieza con una dieta severísima para perder peso y quedarse con una cinturita más delgada que un alfiler, sigue con una operación de cirugía estética a fin de lucir unos pechos de película, y termina por supuesto cazando a un multimillonario... Pero no se trata de los mandamientos de Victoria Beckham o algún otro icono femenino contemporáneo, sino de un juego en internet para que niñas de menos diez años aprendan desde la más tierna edad a ser las "bimbos perfectas".

La página web con el jueguecito en cuestión, creada por un francés que se ha establecido en Londres, tiene alrededor de un millón y medio de seguidoras menores de dieciséis años que compran lencería, bikinis y vestidos de noche virtuales para sus bimbos,les dan pastillas para adelgazar y en general las matan de hambre, en un proceso que ha sembrado la alarma de numerosos padres y ha despertado la condena de organizaciones que se dedican a ayudar a las víctimas de la bulimia y la anorexia.

"Sólo faltaba que gracias a internet las niñas de primaria se dediquen ya a comer lechuga y conviertan la cirugía estética para tener el tipo perfecto en la gran aspiración de su vida: esa es una receta para la infelicidad", dice Susana Clayton, psicóloga británica especializada en ayudar a adolescentes con desórdenes alimentarios. Pero el creador de la web, un empresario francés llamado Nicholas Jacquart, opina que el juego es constructivo y enseña a las chicas a lidiar con situaciones a las que tendrán que enfrentarse en su vida.

"No creo que se trate de una mala influencia - dice Jacquart-, más bien de un espejo del mundo real. Las niñas aprenden que las frutas y verduras son mejores para la salud que el chocolate y las chucherías, por ejemplo. Las operaciones de pecho son tan sólo una pequeña parte, y en ningún momento animamos a las chicas jóvenes a que se sometan a ellas".

El registro para jugar en la red a Miss Bimbo es gratis, pero las participantes tienen que adquirir bimbodólares para alimentar, vestir y llevar de marcha a sus muñecas mediante mensajes de texto que cuestan el equivalente de unos dos euros. Tan sólo en Francia 1,2 millones de niñas y adolescentes están enganchadas al proyecto de desarrollar la chica perfecta de piernas largas, cintura diminuta y pechos considerables que abunda en las pasarelas de la moda, y que además sea feliz.

Las participantes pasan por una serie de niveles como en los juegos de rol, con desafíos cada vez más difíciles que les valen puntos que pueden canjear por prendas, limpiezas de cutis, estiramientos de piel u operaciones de cirugía estética para sus bimbos.El nivel diecisiete, una vez que la muñeca de los sueños ha adquirido ya por medios naturales y artificiales la figura ideal, consiste en llamar la atención de un multimillonario y conquistar su amor (y su dinero, se supone).

El objetivo del juego es crear "la bimbo más cool,más rica y más famosa del planeta", que según los creadores de la web es la receta de la felicidad. Pero padres y sociólogos creen más bien que se trata de un ejemplo pernicioso para niñas influenciables que pueden caer en la tentación de querer convertirse de mayores en sus muñecas.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya, ando leyendo el mismo libro, el de Marina. Leiste "Anatomía del miedo"?.

Un saludo.

Enrique Jimeno Fernández dijo...

A pesar de que leo prácticamente todo lo que publica Marina, la "Anatomía del miedo" sólo la he leído fragmentariamente. Pero aprovechando la referencia, me permito reproducir un artículo magnífico de Marina relacionado con el tema del post. ¿Qué opinas?

La sexualización precoz

¿Está desapareciendo la infancia? ¿Estamos presionando a nuestros niños y niñas para
vivir en un mundo adulto, especialmente en lo que respecta a la sexualidad? Estos
temas preocupan a padres y a educadores, por lo que conviene analizarlos
cuidadosamente. Es verdad que los niños tienen acceso a información sexual explícita,
en especial a través de TV, pero no creo que esto sea la raíz del problema. Durante toda
la historia de la humanidad, los niños han estado en contacto muy directo con las
realidades vitales, incluida la sexualidad. Padres e hijos convivían frecuentemente en la
misma habitación. Fue la sociedad urbana y acomodada del siglo XIX la que impulsó la
idea de una infancia angelical cuya pureza había que proteger. La misma sociedad que
se estremeció de horror al oír hablar a Freud de sexualidad infantil.
Lo peculiar de la situación actual no es ese contacto prematuro, sino el mundo adulto
con el que entran en contacto. Lo que conocen es una sexualidad hipertrofiada,
exagerada, obsesiva, compulsiva. No recuerdo qué novelista inglés dijo que estábamos
tomando la pornografía por realidad, y convirtiéndola en un referente cotidiano,
olvidando la desmesura, la brutalidad y la discriminación femenina que proclama.
Nuestros niños y adolescentes reciben la imagen de que los adultos somos unos salidos
que no pensamos en otra cosa, y nos copian. Según Javier Elzo, las revistas que más
leen las adolescentes de 14 años son Nuevo Vale, Súper Pop y Bravo por ti. En una de
ellas leo unos consejos eróticos para adolescentes: “Lo ideal es que alquilaras una
habitación con espejos por todas partes para hacer el amor toda la noche”.”Cuando
estéis tomando algo en un bar, sigue a tu chico cuando él se levante para ir al lavabo.
Sorpréndelo con un polvo rápido”.”¿Por qué no le regalas un pincel? Lo acompañas con
una nota en la que le indicas para qué sirve: “Esta noche, podrás utilizarlo para
estimular mi clítoris”.Estas revistas, por supuesto, están escritas por adultos, con
mentalidad de adultos. De ahí la irrealidad y la sofisticación de tales consejos.
Anuncios, películas, revistas, programas de TV configuran un imaginario social
erotizado como parte importante –y esto es lo novedoso- de una cultura del consumo.
No podemos comprender los comportamientos sociales, nuestra estructura económica o
nuestros sentimientos, si no nos percatamos de que las sociedades avanzadas están
compuestas, ante todo, por consumidores. En este momento preparo material para un
libro sobre “la construcción cultural del deseo”. De todos ellos, incluido el sexual. Tal
vez me entusiasme con demasiada facilidad, pero me parece que estoy descubriendo una
de las claves para interpretar el presente. Nuestra sociedad se basa –incluso
económicamente- en la continuada incitación al deseo. Ni siquiera tiene mucha
relevancia su satisfacción, porque lo imprescindible es volver a estar de nuevo en
“estado deseante”, es decir, excitado. Lo importante es estar sediento. Las drogas de
moda no son, como la heroína, drogas del placer, sino, como el éxtasis, drogas de la
excitación. Como la misma palabra indica, el consumo consuma el deseo, pero
consume - es decir, anula- el bien deseado, que es necesario reponer una y otra vez.
Tenía razón Lipovetski al decir que la moda –con su atracción breve y poderosa- es un
símbolo de nuestra cultura. Todo tiene que convertirse en efímero, trivial y sustituible,
porque en esta sustitución está el núcleo de la experiencia. No importa el tener, sino el
comprar. Los adultos nos hemos vuelto ansiosos –estamos llenos de ansia y de
ansiedad- y eso se lo hemos transfundido en vena a nuestros niños y niñas. Una vez
convertido el sexo en artículo de consumo, ¿cómo no van a querer consumirlo? La
pasada semana participé en unas jornadas sobre prostitución, que tuvieron lugar en la
Facultad de Sociología de la Universidad Complutense. Algunos se extrañan de que en
una sociedad muy poco represiva -como la nuestra en la actualidad- , la prostitución
aumente sin cesar. Este fenómeno sólo se entiende si se interpreta la prostitución como
una oferta más de la sociedad del consumo. Hay que consumir de todo y cada vez en
mayores cantidades. Las páginas de “contactos” en los periódicos son muy reveladoras
desde el punto de vista sociológico
Hay un asunto que me preocupa, y no sólo a mí. Esta situación está perjudicando
a las niñas, y mantiene una discriminación machista. Hace pocos años, en un libro que
tuvo gran éxito en EEUU, Mary Pipher alertó sobre un hecho inquietante. Nuestras
niñas entran precozmente “en una cultura más peligrosa, más sexualizada y más
influenciada por los medios masivos de comunicación. Se enfrentan a presiones
increíbles para ser bellas y sofisticadas. Al tiempo que navegan en un mundo más
peligroso, las jovencitas de hoy están menos protegidas”. Resulta que todavía sigue
vigente la vieja queja de Simone de Beauvoir: “Las muchachas dejan de ser y
comienzan a parecer”. O, como expresó con frase genial: “Las muchachas, que son los
sujetos de sus propias vidas, se convierten en los objetos de otras vidas”.
Esta situación, en vez de mejorar, ha empeorado en los últimos años. Encuestas
recientes en nuestros centros de enseñanza secundaria demuestran que permanecen
vivos los esquemas machistas, y que son aceptados sin más por las chicas, instaladas en
una estrategia de la seducción física, que reproduce las relaciones asimétricas de antaño.
Corrobora esta impresión un documentado informe que acaba de publicar la American
Psychological Association, una institución de gran prestigio. Se titula Report on the
sexualization of Girls. Es un estudio sobre “la sexualización de las niñas” y los variados
modos como las perjudica esta moda cultural. Los investigadores comienzan
definiendo el término. Hay “sexualización” cuando alguien es valorado sólo por su
atractivo sexual, con exclusión de las demás características; o es visto como objeto de
uso sexual. Muestran que los niños están siendo imbuidos de una sexualidad adulta.
Las niñas están siendo animadas a parecer sexys, incluso antes de que sepan realmente
de qué se trata. Incluso sus muñecas lo son hasta la ridiculez. Crecen, dice el informe,
en un medio cultural saturado de mensajes sexuales. Adoptan poses, actitudes y modos
de comportarse propios de mujeres adultas. Los concursos infantiles son grotescos, por
no decir obscenos, como nos ha contado la deliciosa película “Pequeña Miss Sunshine”
Sometidas a estas presiones, las niñas pueden aprender a dar más importancia a ciertos
premios (la atención de los chicos) que a otros más convenientes para ellas (los
resultados académicos), y eso limita su futuro y sus oportunidades. Hay, además,
evidencias claras de que las niñas expuestas a esta sexualización precoz experimentan
con más frecuencia insatisfacción hacia su propio cuerpo, y lo que, al llegar a la
adolescencia, las inclina a pensar en la cirugía como la gran solución de sus vidas.
Todo esto fomenta actitudes machistas en su entorno. Como he explicado en “La
Revolución de las Mujeres” se está produciendo una peligrosa confusión. Muchas
chicas consideran que la mayor demostración de su libertad y autonomía es someterse a
patrones machistas, lo que en general acaba volviéndose contra ellas.
La American Psicological Association propone algunas medidas para resolver este
problema. Casi todas tienen que ver con la educación, a través de la familia o de los
centros educativos. Mi experiencia me dice que solo una estrecha colaboración entre
ambas Instituciones –la familia y la escuela- puede resultar eficaz. Por ello, ahora que
estoy trabajando en la nueva asignatura Educación para la ciudadanía, donde estos
temas tienen que ser tratados, me parece necesario que las familias –en vez de dejarse
llevar por una irresponsable llamada a la objeción de conciencia- decidan colaborar con
nosotros para que los niños y adolescentes aprendan a detectar esos mensajes que
limitan su libertad, y estén en condiciones de enfrentarse a ellos. Además, los adultos
deberíamos darnos cuenta del efecto que producen nuestros comportamientos. En
muchas ocasiones somos “colaboracionistas” sin saberlo. En la educación hablamos del
“currículo oculto”, es decir, de aquellas ideas, creencias o sentimientos que se
transmiten de manera indirecta o poco consciente a través de los programas explícitos.
Lo mismo sucede en todos los órdenes de la vida. El afán consumista, la trivialización
de la sexualidad, el fomento de actitudes adultas en niñas pequeñas, la tiranía de la
belleza, colaboran a esa sexualización precoz de la que hemos hablado. Una vez más,
deberíamos recordar las palabras del Eclesiastés: “Hay un tiempo para sembrar, y otro
para recoger; un tiempo para cantar y otro para bailar”. Conviene que respetemos el
tiempo de la infancia, y que no introduzcamos en esa edad nuestras ansiedades adultas.
JOSE ANTONIO MARINA

Enrique Jimeno Fernández dijo...

A pesar de que leo prácticamente todo lo que publica Marina, la "Anatomía del miedo" sólo la he leído fragmentariamente. Pero aprovechando la referencia, me permito reproducir un artículo magnífico de Marina relacionado con el tema del post. ¿Qué opinas?

La sexualización precoz

¿Está desapareciendo la infancia? ¿Estamos presionando a nuestros niños y niñas para
vivir en un mundo adulto, especialmente en lo que respecta a la sexualidad? Estos
temas preocupan a padres y a educadores, por lo que conviene analizarlos
cuidadosamente. Es verdad que los niños tienen acceso a información sexual explícita,
en especial a través de TV, pero no creo que esto sea la raíz del problema. Durante toda
la historia de la humanidad, los niños han estado en contacto muy directo con las
realidades vitales, incluida la sexualidad. Padres e hijos convivían frecuentemente en la
misma habitación. Fue la sociedad urbana y acomodada del siglo XIX la que impulsó la
idea de una infancia angelical cuya pureza había que proteger. La misma sociedad que
se estremeció de horror al oír hablar a Freud de sexualidad infantil.
Lo peculiar de la situación actual no es ese contacto prematuro, sino el mundo adulto
con el que entran en contacto. Lo que conocen es una sexualidad hipertrofiada,
exagerada, obsesiva, compulsiva. No recuerdo qué novelista inglés dijo que estábamos
tomando la pornografía por realidad, y convirtiéndola en un referente cotidiano,
olvidando la desmesura, la brutalidad y la discriminación femenina que proclama.
Nuestros niños y adolescentes reciben la imagen de que los adultos somos unos salidos
que no pensamos en otra cosa, y nos copian. Según Javier Elzo, las revistas que más
leen las adolescentes de 14 años son Nuevo Vale, Súper Pop y Bravo por ti. En una de
ellas leo unos consejos eróticos para adolescentes: “Lo ideal es que alquilaras una
habitación con espejos por todas partes para hacer el amor toda la noche”.”Cuando
estéis tomando algo en un bar, sigue a tu chico cuando él se levante para ir al lavabo.
Sorpréndelo con un polvo rápido”.”¿Por qué no le regalas un pincel? Lo acompañas con
una nota en la que le indicas para qué sirve: “Esta noche, podrás utilizarlo para
estimular mi clítoris”.Estas revistas, por supuesto, están escritas por adultos, con
mentalidad de adultos. De ahí la irrealidad y la sofisticación de tales consejos.
Anuncios, películas, revistas, programas de TV configuran un imaginario social
erotizado como parte importante –y esto es lo novedoso- de una cultura del consumo.
No podemos comprender los comportamientos sociales, nuestra estructura económica o
nuestros sentimientos, si no nos percatamos de que las sociedades avanzadas están
compuestas, ante todo, por consumidores. En este momento preparo material para un
libro sobre “la construcción cultural del deseo”. De todos ellos, incluido el sexual. Tal
vez me entusiasme con demasiada facilidad, pero me parece que estoy descubriendo una
de las claves para interpretar el presente. Nuestra sociedad se basa –incluso
económicamente- en la continuada incitación al deseo. Ni siquiera tiene mucha
relevancia su satisfacción, porque lo imprescindible es volver a estar de nuevo en
“estado deseante”, es decir, excitado. Lo importante es estar sediento. Las drogas de
moda no son, como la heroína, drogas del placer, sino, como el éxtasis, drogas de la
excitación. Como la misma palabra indica, el consumo consuma el deseo, pero
consume - es decir, anula- el bien deseado, que es necesario reponer una y otra vez.
Tenía razón Lipovetski al decir que la moda –con su atracción breve y poderosa- es un
símbolo de nuestra cultura. Todo tiene que convertirse en efímero, trivial y sustituible,
porque en esta sustitución está el núcleo de la experiencia. No importa el tener, sino el
comprar. Los adultos nos hemos vuelto ansiosos –estamos llenos de ansia y de
ansiedad- y eso se lo hemos transfundido en vena a nuestros niños y niñas. Una vez
convertido el sexo en artículo de consumo, ¿cómo no van a querer consumirlo? La
pasada semana participé en unas jornadas sobre prostitución, que tuvieron lugar en la
Facultad de Sociología de la Universidad Complutense. Algunos se extrañan de que en
una sociedad muy poco represiva -como la nuestra en la actualidad- , la prostitución
aumente sin cesar. Este fenómeno sólo se entiende si se interpreta la prostitución como
una oferta más de la sociedad del consumo. Hay que consumir de todo y cada vez en
mayores cantidades. Las páginas de “contactos” en los periódicos son muy reveladoras
desde el punto de vista sociológico
Hay un asunto que me preocupa, y no sólo a mí. Esta situación está perjudicando
a las niñas, y mantiene una discriminación machista. Hace pocos años, en un libro que
tuvo gran éxito en EEUU, Mary Pipher alertó sobre un hecho inquietante. Nuestras
niñas entran precozmente “en una cultura más peligrosa, más sexualizada y más
influenciada por los medios masivos de comunicación. Se enfrentan a presiones
increíbles para ser bellas y sofisticadas. Al tiempo que navegan en un mundo más
peligroso, las jovencitas de hoy están menos protegidas”. Resulta que todavía sigue
vigente la vieja queja de Simone de Beauvoir: “Las muchachas dejan de ser y
comienzan a parecer”. O, como expresó con frase genial: “Las muchachas, que son los
sujetos de sus propias vidas, se convierten en los objetos de otras vidas”.
Esta situación, en vez de mejorar, ha empeorado en los últimos años. Encuestas
recientes en nuestros centros de enseñanza secundaria demuestran que permanecen
vivos los esquemas machistas, y que son aceptados sin más por las chicas, instaladas en
una estrategia de la seducción física, que reproduce las relaciones asimétricas de antaño.
Corrobora esta impresión un documentado informe que acaba de publicar la American
Psychological Association, una institución de gran prestigio. Se titula Report on the
sexualization of Girls. Es un estudio sobre “la sexualización de las niñas” y los variados
modos como las perjudica esta moda cultural. Los investigadores comienzan
definiendo el término. Hay “sexualización” cuando alguien es valorado sólo por su
atractivo sexual, con exclusión de las demás características; o es visto como objeto de
uso sexual. Muestran que los niños están siendo imbuidos de una sexualidad adulta.
Las niñas están siendo animadas a parecer sexys, incluso antes de que sepan realmente
de qué se trata. Incluso sus muñecas lo son hasta la ridiculez. Crecen, dice el informe,
en un medio cultural saturado de mensajes sexuales. Adoptan poses, actitudes y modos
de comportarse propios de mujeres adultas. Los concursos infantiles son grotescos, por
no decir obscenos, como nos ha contado la deliciosa película “Pequeña Miss Sunshine”
Sometidas a estas presiones, las niñas pueden aprender a dar más importancia a ciertos
premios (la atención de los chicos) que a otros más convenientes para ellas (los
resultados académicos), y eso limita su futuro y sus oportunidades. Hay, además,
evidencias claras de que las niñas expuestas a esta sexualización precoz experimentan
con más frecuencia insatisfacción hacia su propio cuerpo, y lo que, al llegar a la
adolescencia, las inclina a pensar en la cirugía como la gran solución de sus vidas.
Todo esto fomenta actitudes machistas en su entorno. Como he explicado en “La
Revolución de las Mujeres” se está produciendo una peligrosa confusión. Muchas
chicas consideran que la mayor demostración de su libertad y autonomía es someterse a
patrones machistas, lo que en general acaba volviéndose contra ellas.
La American Psicological Association propone algunas medidas para resolver este
problema. Casi todas tienen que ver con la educación, a través de la familia o de los
centros educativos. Mi experiencia me dice que solo una estrecha colaboración entre
ambas Instituciones –la familia y la escuela- puede resultar eficaz. Por ello, ahora que
estoy trabajando en la nueva asignatura Educación para la ciudadanía, donde estos
temas tienen que ser tratados, me parece necesario que las familias –en vez de dejarse
llevar por una irresponsable llamada a la objeción de conciencia- decidan colaborar con
nosotros para que los niños y adolescentes aprendan a detectar esos mensajes que
limitan su libertad, y estén en condiciones de enfrentarse a ellos. Además, los adultos
deberíamos darnos cuenta del efecto que producen nuestros comportamientos. En
muchas ocasiones somos “colaboracionistas” sin saberlo. En la educación hablamos del
“currículo oculto”, es decir, de aquellas ideas, creencias o sentimientos que se
transmiten de manera indirecta o poco consciente a través de los programas explícitos.
Lo mismo sucede en todos los órdenes de la vida. El afán consumista, la trivialización
de la sexualidad, el fomento de actitudes adultas en niñas pequeñas, la tiranía de la
belleza, colaboran a esa sexualización precoz de la que hemos hablado. Una vez más,
deberíamos recordar las palabras del Eclesiastés: “Hay un tiempo para sembrar, y otro
para recoger; un tiempo para cantar y otro para bailar”. Conviene que respetemos el
tiempo de la infancia, y que no introduzcamos en esa edad nuestras ansiedades adultas.
JOSE ANTONIO MARINA

MujeresNet.Info dijo...

Celebro que haya blogs con esta temática. Saludos solidarios.
Elsa

Enrique Jimeno Fernández dijo...

Gracias Elsa por tus ánimos. Me encanta eso de "saludos solidarios".

Anónimo dijo...

Estimado Enrique

en primer lugar permíteme disculparme por el retraso en contestar a tu comentario. Ultimamente la cotidianidad me ha tenido francamente ocupado. He leido el texto de Marina, y como siempre, al menos en mi opinión, creo que da en el clavo. Apenas veo la televisión, la aborrezco cada vez más. Pero alguna vez, me ha sorprendido de repente ver una tanda de anuncios televisivos perfectamente elegidos para un público concreto. Hombres, mujeres, niños...perfectamente estudiado. Y no solo por géneros, sino por estado civil, situación de maternidad (especialmente maternidad, no hay anuncios que traten de vender productos para bebés a hombres). Asusta ver como los medios consiguen manipularnos. Como conocen nuestros horarios, nuestros gustos...o más bien nuestros gustos y horarios son los que nos imponen. Lo que dice Marina sobre la sexualización de los niños es algo que rezuma a cada paso en la vida de un menor. Me horroriza ver como la hija de mi vecina ya se sabe de memoria las películas de princesas de disney, o tiene un carrito de limpieza de plástico, con fregona, escoba y cubo, a su medida. Las pautas son francamente visibles para quien las quiera ver. Blogs como el tuyo ayudan a abrir los ojos. Sigue en tu empeño, creo que cada vez más gente se irá dando cuenta de tus valiosas palabras.

Un saludo.