Ayer asistí al funeral de la pareja de alguien a quien aprecio mucho. Todos los que estábamos allí nos sentíamos desbordados por ese sufrimiento agudo y demoledor que produce toda muerte repentina. Era difícil encontrar palabras para poder acompañar al amigo en su desconsuelo. Y al final, fue él quien nos ayudó a nosotros a elaborar nuestro duelo. Con esas audacias que sólo brotan del amor, cogió el micrófono al acabar el responso y nos habló con ese ritmo hondo, sereno y sentido que caracteriza el lenguaje del corazón. Qué regalo más impagable oír al amigo, un hombre exquisitamente discreto, contarnos con toda sencillez cómo quería a su esposa y cómo necesitaba sentirse unido más que nunca a ella y a sus hijos para afrontar este trance. Todos nos sentimos unidos en tu empeño por construir el futuro de tu familia desde el amor a tu mujer. No te dejaremos sólo. Cuenta con nuestro respaldo y compañía.
Ya sabía, amigo, de tu excelencia y hoy deseado saber amar como tú. Me has dado una lección de humanidad que te agradezco infinitamente.
2 comentarios:
Señor Buenamente, le he dejado en mi blog una pequeña sopresa...
Gracias Pequeña Delirio por tu premio. Me he pasado por tu inmenso blog y me ha despertado adicción desde el primer instante. Dices que te ayuda a comprender: no concibo mayor elogio. Los hombres andamos necesitados de comprensión y empatía femenina. Nada nos desarma más que sentirnos comprendidos. Gracias también por incluirme en la sección Delirium Tremens.
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