domingo, febrero 24, 2008

Explorando nuevas masculinidades: Facto Delafé.

Nunca cómo hasta ahora los humanos se han sentido tan impelidos a remodelar creativamente su identidad de género. Es el signo de nuestro tiempo. Nadie puede sustraerse a este mandato. Pero, los hombres todavía no se han lanzado a explorar de verdad pautas de conducta y vías de realización que les ayuden a encontrar de nuevo su lugar en este mundo. Es un reto urgente, sobre todo en dos esferas: la de la intimidad afectiva y la de la vida doméstica. En esos terrenos, los hombres siguen siendo dependientes de un estereotipo de mujer, cuya desaparición se resisten a aceptar. Repitiendo los esquemas de siempre va a ser dificil construir relaciones de pareja satisfactorias, porque la posición de la mujer en la sociedad ha cambiado profundamente.

Precisamente, una de las grandes aventuras del hombre actual es la de explorar y descubrir esas nuevas formas de construcción interior y de relación familiar. No es una tarea fácil. Nuestras sociedades siguen deslizándose hacia formas de vida cada vez más individualistas y, aunque durante buena parte del recorrido, la autoconciencia individual ha permitido desarrollar un saludable sentido de la dignidad personal, todos corremos el riesgo de hacer prevalecer los derechos subjetivos sobre las obligaciones colectivas, y de dejarnos esclavizar por fatuas ilusiones narcisistas. Posiblemente, tengamos que atravesar más de una generación imposible. Y, durante este período de tránsito, las mujeres también van a tener que revisar intensamente sus nuevas identidades de género, a pesar de llevar una ventaja relativa en este cometido, porque tendrán que ceder protagonismo a los hombres y negociar con ellos en ámbitos tan sensibles como el doméstico, que hasta ha estado bajo su dominio.

Por todo ello, me han sorprendido gratamente estas canciones del grupo Facto Delafé. Trasladan la sensación de que es posible sentirse cómodo como hombre, sin necesidad de repetir los esquemas de género habituales. Además lo hace con frescura, evitando la tentación adoctrinadora e introduciendo un punto de benévola ironía. Como experimento me parece sugerente y me pregunto qué poder de arrastre tendrán sobre los chicos adolescentes. Prometo pedirles opiniones. Auguro una crítica: la falta de pistas sobre cómo manejar su plus de energía.





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