Con motivo de la celebración del "Día de la Enajenación Parental" el próximo 25 de abril, me hago eco de algunos textos y vídeos recopilados en distintos medios:
Elisabeth Badinter, una de las principales estudiosas del movimiento feminista, analizaba en XY. La identidad masculina, publicado en Alianza Editorial, la situación del hombre de hoy. Nos contaba cómo en las tres últimas décadas el hombre actual ha visto tambalearse su identidad secular ante la presión de una revolución femenina que reclamaba una sociedad más justa e igualitaria. Badinter apostaba por un futuro más armónico entre hombres y mujeres. Pero la propia Badinter denuncia en su obra Por mal camino esta armonía corre el peligro de naufragar por radicalización oportunista de muchas feministas quen han dejado de defender el valor universal de la igualdad en la diferencia entre sexos para encastillarse en una postura victimista. Una desviación que ha llevado al feminismo por la vía tiránica de un enfrentamiento absurdo entre mujeres y hombres, convirtiéndolos en enemigos irreductibles al partir del prejuicio dogmático de que ella es la víctima por naturaleza y él, un verdugo por definición. Un mal camino que sólo lleva al caos, al descrédito del feminismo y a perder la batalla por la igualdad entre los sexos.Elisabeth Badinter resalta la complejidad de la relación entre hombres y mujeres frente a las simplificaciones al uso que conducen a veces a resucitar viejos estereotipos y a la implantación de un nuevo «puritanismo» feminista. Aboga por una vuelta a la discusión de ideas entre concepciones opuestas y por hacer avanzar la igualdad entre los sexos sin amenazar las relaciones entre mujeres y hombres. Fuente: http://www.custodiacompartida.org/component/option,com_frontpage/Itemid,1/
Nada ha cambiado, dicen unas. Incluso es peor, dicen las otras. Jamás se puso tan claramente en el banquillo de los acusados a la violencia masculina. Violencia social y violencia sexual son la misma cosa. El culpable es señalado con el dedo: el hombre, sin importar su condición. Numerosos sociólogos y antropólogos repiten sin cesar esa constatación desesperante: natural o cultural, la supremacía masculina es universal. Sin olvidar su corolario: las mujeres están en todo tiempo y lugar en posición de inferioridad, luego, son víctimas reales o potenciales.
Esta perspectiva “victimista” no carece de ventajas. En principio, una se siente, sin más, del lado correcto de la barricada. No sólo porque la víctima siempre tiene razón sino también porque provoca una conmiseración simétrica al odio sin piedad que una dispensa a su verdugo. Los penalistas lo saben bien: raras veces el público se identifica con el criminal que está en el banquillo. Por ende, la victimización del género femenino permite unificar la condición de las mujeres con el discurso feminista bajo una bandera común. Así, el rompecabezas de las diferencias culturales, sociales o económicas se desvanece con un toque de varita mágica. Incluso se puede comparar, sin sentir pudor, la condición de las “europeas” con la de las “orientales” y afirmar que “en todas partes las mujeres, por ser mujeres, son víctimas del odio y la violencia”
Sin embargo, al confundir a las víctimas verdaderas con las falsas, se corre el riesgo de malinterpretar la urgencia de los combates a emprender. Al insistir constantemente acerca de la imagen de la mujer oprimida e indefensa contra el opresor hereditario, se pierde toda credibilidad ante las generaciones jóvenes que no escuchan con ese oído. Por otra parte, ¿qué se les propone, si no cada vez más victimización y penalización? Nada muy estimulante. Nada que pueda cambiar su vida cotidiana. Por el contrario, obsesionado por el proceso del sexo masculino y la problemática identitaria, el feminismo de los últimos años dejó de lado los combates que fueron su razón de ser.
¿Cómo es posible que en Italia el movimiento feminista apoye la Custodia Compartida o que en Francia esta haya sido promulgada por una ministra feminista y en España, salvo excepciones, el movimiento feminista en gran medida se haya decantado por el mantenimiento de la custodia monoparental para la mujer? ¿No estamos reproduciendo así el modelo de familia tradicional?Al adoptar esta postura ideológica un sector mayoritario del feminismo español contradice líneas de pensamiento básicas tanto de las Organizaciones Internacionales, como de la Historia del Feminismo uno de cuyos hilos conductores ha sido la defensa de la capacidad de la mujer para desarrollarse fuera del hogar, como de la Ideología de Género, la cual propone como fórmula para la liberación de la mujer la asunción de nuevos roles sociales. Así la Declaración Universal de Derechos Humanos dice en su artículo 16 "1. Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia, y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio". La Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Población y el Desarrollo de 1994 menciona: "El empoderamiento y la autonomía de la mujer y el mejoramiento de su condición política, social, económica y sanitaria constituyen en sí un fin de la mayor importancia. Además, son indispensables para lograr el desarrollo sostenible. Es preciso que mujeres y hombres participen e intervengan por igual en la vida productiva y reproductiva, incluida la división de responsabilidades en cuanto a la crianza de los hijos y al mantenimiento del hogar"... El movimiento por la Custodia Compartida, al igual que un importante sector del feminismo, defiende la igualdad real entre hombres y mujeres a través del cuidado de los hijos.Pero una parte sustancial del movimiento feminista defiende el mantenimiento de la situación en la que la mujer ha de hacerse cargo de la custodia de los hijos y el hombre aportar los medios económicos ¿Quién propone una visión progresista y quién una visión tradicional de la paternidad? Luis Martínez,Presidente de la Asociación de Padres de Familia Separados de Asturias (APFS)
...En el último año he recibido varias cartas de lectores desesperados porque se sienten desprotegidos ante la ley. Hombres separados que no consiguen ver a sus hijos, o que dicen haber sido acusados de violencia falsamente. Lo cierto es que entre los abogados y los jueces se sabe que en algunas demandas de divorcio la esposa denuncia automáticamente por maltrato para estrujar al cónyuge. Y sin duda se sigue priorizando en exceso a la mujer a la hora de quedarse con los niños. Hace poco se le quitó la custodia de sus dos hijos a una madre que los explotaba como actores. La demanda la presentó una abogada y la sentencia la dictó una juez, y probablemente gracias a que el caso lo llevaron dos mujeres se consiguió salvar a los niños de ese abuso. Porque si hubieran sido hombres tal vez no se hubieran atrevido, o no hubieran querido abandonar la hipervaloración del derecho materno, que no es más que machismo, y que en vez de protegernos nos encadena al papel tradicional de mujer-madre. Sé bien que el horror constante de la violencia sexista, y el dolor atronador de tantísimas víctimas apaleadas, apuñaladas o quemadas vivas, nos obliga a exigir una respuesta social urgente. Pero no creo que discriminar a los hombres sea el camino.ROSA MONTERONosotras, El País 20/03/2007
...son demasiadas, y muy serias, las voces que denuncian el abuso contra los hombres, que la nueva ley contra el maltrato puede representar. De entre todas, la juez decana de Barcelona, Maria Sanahuja, ha sido la más combativa. El tema no es menor, y desde el rotundo compromiso con los derechos de la mujer, desde la convicción que es necesaria una ley integral contra la violencia de género, y desde la concienciación con una problemática que cada año mata a decenas de mujeres, desde todo ello, o precisamente por todo ello, los sectores más activos tenemos que hacernos algunas preguntas. ¿Es una ley completamente justa? Si lo es, ¿se aplica con inteligencia?; ¿ha servido para frenar el maltrato a la mujer?; ¿hay mujeres que usan ese drama social para actuar malvadamente contra sus maridos? Y la pregunta del millón: ¿la ley ha abierto la puerta al maltrato contra los hombres? Es decir, ¿en la lucha por aplicar la justicia, hemos inventado otra forma de injusticia?Si ser preciso es necesario en todo cuadro argumental, serlo en este caso me parece una exigencia moral. No hablamos de una cuestión menor. La lacra social del maltrato a la mujer, derivada del paradigma cultural del dominio de la mujer, en la estructura patriarcal, ha dejado un lastre de dolor, humillación y violencia que ha arrastrado a centenares de mujeres al pozo negro de la desesperación. No hace aún tanto tiempo, el maltrato podía formar parte de la lógica familiar, era considerada una cuestión íntima, y todas las mujeres golpeadas se habían caído por la escalera. Los abogados que luchaban contra la violencia de género se encontraban con policías, comisarías, leyes y tribunales que no entendían, no podían o no sabían combatirla. No olvidemos que no estábamos ante un delito, sino ante una falta.Árdua y difícil fue la lucha, desde la mítica denuncia de Ana Orantes en televisión, para conseguir leyes contundentes, sensibilidad social y un compromiso colectivo que situara al maltratador en el lugar delictivo que le correspondía. Pero, en el necesario camino hacia la plena garantía de los derechos de la mujer, ¿no habremos perdido algo por el camino? Quizá ecuanimidad, quizá prudencia. Sea como fuere, si es cierto que la ley permite la trampa malvada de castigar a un ex marido con falsas denuncias de maltrato, si lo es que las denunciantes no reciben castigo por la falsedad y si muchos hombres están sufriendo un nuevo tipo de acoso y ven sus derechos lesionados, entonces tenemos un serio problema. La cuestión del maltrato es tan profunda, relevante y comprometida, que no puede ser, de ninguna manera, la puerta de entrada de otra forma de maltrato. Y si la ley no está bien ajustada, habrá que ajustarla, para que sea justa la ley.Creo, además, que esta sensibilidad, también a favor de los hombres maltratados -y una falsa denuncia es un serio maltrato-, tiene que partir de los sectores más sensibles y comprometidos con la mujer, precisamente porque su sensibilidad es mayor. Nosotras, que sabemos por propia piel histórica lo que significa la discriminación legal, no podemos ser la excusa para discriminarlos a ellos. Es tan simple y... tan complejo como esto: si el feminismo crítico, inteligente y comprometido no lidera la lucha contra el abuso de la ley, todos los pata negra machistas, misóginos e irreductibles que quedan por las cavernas del país utilizarán dichos abusos para defender postulados de dominio. Para muestra, el botón del libro El varón castrado, auténtico panegírico misógino, con la excusa de defender a los hombres falsamente acusados. Pero es que, además, la sensibilidad para con la mujer maltratada, necesariamente tiene que venir acompañada de una sensibilidad global, que incluye rechazo a la mentira, repudio al abuso y castigo para aquellos que lastiman a sus ex, lanzándoles tamaña falsedad. Sí. Soy favorable a la ley. Pero soy igualmente favorable al castigo severo contra las denuncias falsas, porque hacen tanto daño a la pedagogía de la igualdad como el propio paradigma de dominio. No pueden quedar impunes.Soy una luchadora de los derechos de la mujer. Como tantas. Como miles. Precisamente por eso, me indigna y me duele que, en nombre de esa lucha, hoy existan hombres que sufren severamente. La ley no se hizo para dirimir peleas de pareja, ni para castigar los amores fallidos, ni como ariete de venganza. La ley castiga un delito serio que mata decenas de mujeres. El resto pertenece al ámbito de la pelea civil, quizá de la miseria cotidiana, de los restos de los amores mal acabados. Usar el maltrato para venganza, abuso o presión económica es otro acto de maltrato. Y contra ese maltrato, tampoco podemos ser insensibles. Pilar Rahola. Fuente:http://www.amnistia-infantil.org/Pilarraholayelmaltratoaloshombres.mht
Igualdad.ROSA REGÀS.Hay en este mundo tanta desigualdad entre hombres y mujeres, blancos y negros, ricos y pobres, que a veces nos quedamos atónitos al ver cómo, intentando arreglar una brutal desigualdad, nos abocamos a otra igualmente injusta. Hablo de los matrimonios separados y con hijos.Cuando yo era joven, una mujer por el mero hecho de pedir la separación, incluso de conseguirla su cónyuge sin su consentimiento, se veía privada de los hijos a los que tenía que ver en el Tribunal Tutelar de Menores frente a una señorita que vigilaba que la mala reputación y las malas influencias de la madre no llegaran a los inocentes niños, víctimas de su desamor. Porque desamor era no haber sabido conservar el marido y prueba más que fehaciente de que una mujer así no merecía de ningún modo la custodia de los hijos. Que el marido la hubiera engañado, pegado, maltratado, apenas importaba. Su deber era 'aguantar'. Si no lo hacía era una mujer separada y como tal, culpable.Con la democracia las leyes han cambiado, y hoy la mujer separada ha dejado de ser culpable. Es más, en el 98% de los casos consigue la custodia de los hijos.Ahora, pues, son los padres los que han sido marginados, los que tienen que atenerse a lo que la madre diga y haga, los que apenas pueden decidir el presente y el futuro de los hijos. La igualdad no está contemplada y cuando los padres piden que si no hay elementos en contra, como pueden ser malos tratos o delincuencia, el juez conceda a la pareja la custodia compartida, a ello se niegan tanto las mujeres como las abogadas de las mujeres con argumentos que van desde la irresponsabilidad general de los hombres hasta acusaciones de las mujeres, muchas veces ni siquiera probadas.Los hombres aducen que muy a menudo las mujeres utilizan a los hijos como arma arrojadiza contra ellos, negándoles las visitas o haciéndoselas muy difíciles, y mucho más a menudo aún poniendo a los hijos en su contra y en la de sus nuevas parejas, ésas que tanto ofenden, al parecer, a las madres.El hecho que la totalidad de las mujeres fuera vilipendiada y humillada en una época ya pasada no quiere decir que todas ellas sean justas a la hora de compartir la vida de los hijos. Y creo que una ley más igualitaria sería necesaria para cubrir los casos de tantísimos padres y sus nuevas familias que se ven apartados del amor y del cuidado de los hijos de antiguos matrimonios.Son los hijos los que sufren los odios y frustraciones de los padres. Si los amamos, deberíamos tenerlo en cuenta. Rosa Regás. 1 d'abril de 2006, El Correo DigitalFuente: http://colometa.blogspot.com/2006_10_01_archive.html
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