jueves, octubre 30, 2008

La Ley de Educación Catalana (LEC): direcciones fuertes, autonomía de centros y evaluación del profesorado.



En pedagogia la realitat tendeix a adaptar-se a l'estat d'ànim de la ciutadania



Se nos está explicando que la futura LEC nos permitirá salir del pozo en que nos encontramos gracias a la fórmula que del título de este post y a muchos defensores de una educación más exigente esa música les seduce[1]. Si los profesores se resisten –piensan- es por mero corporativismo y lo hay que hacer es dar una oportunidad a este inédito y ambicioso proyecto, sin dejarse chantajear por los docentes, a los que ya ni siquiera sindicatos como UGT y CC.OO respaldan.


¡Qué engañados están! El profundo malestar de muchos docentes con este proyecto de ley no deriva sólo de la pérdida de conquistas decisivas (no privilegios) en el ejercicio de nuestra profesión -como la participación efectiva en la orientación de nuestra acción pedagógica-, sino de que muchos ya hemos tenido la mala experiencia de sufrir ese modelo, aunque hasta ahora sólo en su forma atenuada.


Si alguien conoce un poco este medio, sabe que desde hace tiempo el Departament ha venido impulsando los planes de autonomía de centro y que allí donde ha habido claustros débiles o debilitados –más que direcciones “fuertes”- no ha sido difícil la puesta en marcha de semejante modelo, que se traduce en subordinar el dinero que se recibe (a veces mucho) al éxito escolar, una transacción que en condiciones normales difícilmente acepta el profesorado.


¿Y cómo se han debilitado esos claustros?. De un modo muy simple: aumentando el número de profesorado cautivo de las direcciones. Desde hace algunos años la cantidad de profesorado provisional, cuya continuidad o valoración depende de la dirección, no ha hecho más que aumentar. Poco a poco las reuniones de claustro han pasado de ser un lugar dónde se deciden asuntos importantes a un rito enojoso y prescindible que sólo se práctica el mínimo establecido por ley. Mientras tanto, esas direcciones han profundizado en su servil carrera por apuntarse a cuantas iniciativas de marketing educativo promueven sus superiores en el Departament [2] y acumular reconocimientos, aunque esas competiciones tengan poco o nada que ver con las necesidades del centro o el rendimiento real de los aprendizajes. El resultado: un divorcio cada vez mayor entre las direcciones y los claustros, y una insatisfacción creciente del profesorado, pero eso sí prudentemente silenciado.


Aumentando, por tanto el poder de las direcciones como plantea la LEC, esta dinámica no hará sino afianzarse y lo que se presentaba como direcciones fuertes y autonomía de centros acabará en direcciones fidelizadas y pequeños reinos de taifas, donde un profesorado aún más devaluado y precarizado hará lo posible por sobrevivir y no complicarse la vida. Más que la educación de los alumnos, ahora lo priorotario será la evaluación y la particular carrera docente (o “sálvese quien pueda”) y los tan invocados equipos docentes se convertirán en una vacua representación. Algo de eso hace ya tiempo que está pasando.


En cuanto a los contenidos de la educación pocas garantías pueden esperarse de semejante escenario. La Administración quiere resultados rápidos en la reducción del fracaso escolar y con los nuevos mecanismos de presión que la ley le otorga sin duda los conseguirá. Otra cosa es lo que el alumnado aprenda. Por cierto, es revelador que la nueva “Agència d’Avaluació” prevista en la LEC -que debería valorar esos aprendizajes- dependa del Departament d’Educació y no del Parlament.


En un artículo reciente, Xavier Bru de Sala señalaba que después de años de confusión, Europa volvía a recuperar la lectoescritura y el cálculo y confiaba en que Cataluña también avanzase por ese sendero. Y hoy, Gregorio Luri recuerda en el Avui que el liderazgo educativo lo ocupan países que “sustentan su confianza en la educación sobre cuatro pilares bàsicos: la autoridad de la escuela, la del maestro, la del contenido y la de l'administración educativa.” Me temo que con la LEC ni el calculo ni la lectoescritura mejorarán y que nuestra cojera se agravará.


Y en cuanto a los los centros privados, de entrada no se les toca ni un pelo, por eso han pactado. Ellos si podrán mantener la enseñanza tradicional y el sistema segurirá dualizado.



¡Huelga el 13 de noviembre!.





[1] Léase por ejemplo Victoria Camps, Xavier Bru de Sala o Salvador Cardús, entre los que han manifestado su fe en la futura LEC, a pesar de que sus propuestas pedagógicas no son las que hoy por hoy propugna el Departament ni nada a qpunta a que lo haga en el futuro.

[2] Es curioso, pero se da por supuesto que cualquier iniciativa novedosa que alegre el escenario educativo es buena por el mero hecho de ser innovadora, aunque nadie se preocupe nunca de evaluar su eficacia real. No hay más que repasar los cursos de formación del profesorado para descubrir hasta dónde nos ha llevado este papanatismo. Estoy convencido que si la enseñanza aún resiste no es gracias a los rabiosamente innovadores, sino a los discretos y sufridos profesores tradicionales que conseguido mantener a flote sus principios. Pero el Departament sigue alentando las soluciones mágicas. No estoy en contra de la innovación educativa, de hecho, siempre la he practicado e impulsado, pero he intentado hacerlo de modo gradualista y con mucha prudencia.

1 comentario:

Manuel dijo...

he ojeado los medios de comunicación online y no hay manera de encontrar un vínculo con el texto definitivo, que supongo tienen porque lo comentan y resumen. Parece que las redacciones digitales no están a la altura. ¿Sabe dónde puedo encontrar el texto?