lunes, noviembre 19, 2007

Víctimas de LA VÍCTIMA

Recientemente, Anthropos dedicó un monográfico a René Girard, un autor insuficientemente conocido que ha sabido iluminar con sus análisis las complejas relaciones entre víctimas y victimarios. Leyéndole, no es difícil descubrir la pirueta más utilizada actualmente por la violencia para invisibilizarse y actuar con impunidad: proclamar víctima a todo un colectivo, convertirse en lobby y declarar sus privilegios como prevención de la violencia o protección de los intereses de potenciales víctimas. Es una máscara magnifica, aureolada de incuestionable legitimidad. Ante ella, todos sucumben, temerosos de ser acusados de simpatía con los agresores o de dar aliento a sus desmanes.

De este modo, LA VÍCTIMA INSTITUCIONAL, y todos cuantos pueden obtener beneficios amparándose bajo esta abstracción (las víctimas reales no son la prioridad), instaura su dictadura e inicia así el ACOSO Y SAQUEO SISTEMÁTICO DEL AGRESOR INSTITUCIONALIZADO, y de todos cuantos sea posible asimilar a esta abstracción para BENEFICIO DE LA VÍCTIMA INSTITUCIONAL.

En cuanto seas potencialmente asimilado al agresor institucionalizado, serás declarado directamente CULPABLE MIENTRAS NO SE DEMUESTRE LO CONTRARIO, o como mínimo te convertirás en SOSPECHOSO. De nada te servirá recordar que tú respondes por ti mismo y que no pueden imputarte las conductas atribuidas a ningún colectivo sospechoso: has dejado de existir como persona y ahora sólo cuenta la condición de agresor que te han asignado. Tampoco te servirá subrayar que te están convirtiendo en víctima de una violencia absolutamente injustificada, porque no puede haber más víctima que LA VÍCTIMA.

En coherencia con esta lógica perversa, LA VÍCTIMA INSTITUCIONAL, para seguir legitimándose, alimentará constantemente en el imaginario colectivo el FANTASMA DE LA MALDAD INTRÍNSECA del AGRESOR INSTITUCIONALIZADO.

No es difícil descubrir esta dinámica en la legislación que regula actualmente la relación entre hombres y mujeres. El feminismo que acertó denunciando los privilegios masculinos que mantenían a las mujeres en una posición subordinada, ha acabado sin embargo poniendo en manos de las mujeres privilegios abusivos que les permiten dañar impunemente a sus exparejas masculinas, en nombre de una condición femenina a la que todo le está permitido, porque ha sido previamente declarada víctima de la violencia abstracta de los hombres
[1]. Y, por si nos olvidamos, las campañas institucionales nos recuerdan sistemáticamente los malos que son los hombres: tiranizan y matan a las mujeres, cobran mejores sueldos, son temerarios al volante, reducen las mujeres a objetos de sus deseos depravados, etc. Aunque en teoría se habla de superar los estereotipos tradicionales, se sigue alimentando esta visión estereotipadamente maligna de la condición masculina.

Todo ello ha acabado teniendo su reflejo en la lucha contra la llamada violencia de género –escandalosamente asociada sólo a la violencia masculina-, un arma que permite fácilmente poner bajo las cuerdas a los hombres con falsas acusaciones al iniciar un proceso de divorcio; o en la negación de la custodia de los hijos –ni siquiera en régimen compartido- a los hombres, obligados además a financiar a las madres que les enajenan de la descendencia mutua.

Pero, seguro que a cualquiera le resulta fácil encontrar ejemplos en todos los ámbitos de actuación humana.


Informaciones complementarias

Algo más de la mitad de parejas que se disolvieron legalmente el año pasado tenían hijos menores de edad (en concreto, el 51,3%). Dentro de este conjunto, lo más frecuente son las parejas que se separan cuando tienen sólo un hijo. Los datos del INE muestran también que en el 78,7% de los casos el pago de la pensión alimenticia establecida para los hijos afectados por una disolución matrimonial corresponde al padre.
FUENTE: http://paper.avui.cat/article/societat/105874/matrimonis/breus/es/disparen/any.html

Madres y padres separados exigen la custodia compartida como
mejor solución tras el divorcio. Público, OLIVIA CARBALLAR - SEVILLA - 18/11/2007 20:07


Entre 500.000 y 800.000 padres divorciados tienen problemas
para ver a sus hijos; 160.000 pasan por el calabozo alguna vez
por denuncias falsas; y en el 30-40% de los casos se incumple
el régimen de visitas. Son datos de la Confederación Estatal
de Madres y Padres Separados, que ayer exigieron al Gobierno,
en una manifestación en Sevilla, que se establezca la custodia
compartida como modelo preferente tras el divorcio.

"Los objetivos que perseguía la ley [del divorcio de 2005] de
reducir la contenciosidad y de proteger el derecho del menor a
relacionarse con ambos progenitores en igualdad han fracasado;
de hecho, la contenciosidad ha aumentado casi un 6%", denunció
el presidente de la confederación, Justo Sáez. "Es totalmente
inaceptable que el menor sufra, que sea maltratado y que sea
manipulado", añadió.

El acto, con el lema Custodia compartida sí. Síndrome de
Alienación Parental no. Denuncias falsas no, coincide con la
celebración, hoy, del Día Mundial de la Prevención contra el
Abuso Infantil y, mañana, del Día Internacional de los
Derechos del Niño y la Niña.

Alienación parental

"Empresario, divorciado desde hace ocho años, afectado por el
síndrome de alienación parental [manipular a los hijos para
que rechacen al progenitor que no tiene la custodia] que
padece mi hija Rocío de 10 años desde hace un año y medio,
momento en el que la madre así lo decidió". Así se presenta
Domingo González en un blog http://custodiacompartidasap.blogspot.com/

"Mi hija no me quiere ver, ni tocar, y el último día que nos vimos me pegó un par de guantazos", escribe.

En conversación telefónica, sin embargo, Domingo, portavoz de
la confederación, prefiere dar protagonismo a casos mucho "más
graves" que el suyo. "No me gusta hablar solamente de mi
historia, las hay peores, como la de Manuel Gancedo, un hombre
cántabro que únicamente puede mover las pestañas, que ha sido
denunciado por maltrato, que no ve a su hija desde hace más de
un año y al que los médicos dan muy pocas esperanzas de vida".

Domingo también critica la ley de violencia de género: "El año
pasado fueron asesinadas 68 mujeres. ¿Sabes cuántos hombres
murieron a manos de sus parejas? 42".

"No sabía que mi hijo tenía un tumor"

Antonio Pino lleva sin ver a su hijo más de diez años porque
no le han dejado. Pero su hijo, Iván, lleva el mismo tiempo
sin ver a su padre porque no quiere. Antonio atribuye la
reacción de Iván al síndrome de alienación parental: “Mi ex
mujer les ha manipulado y eso es un error, porque, aparte del
daño que me hace a mí, el que sufre es el niño”.

A Antonio, que preside la Federación Andaluza de Padres y
Madres Separados desde Granada, se le encoge la voz cuando
cuenta que se enteró de que su hijo estaba gravemente enfermo
por casualidad: “Unos amigos me tuvieron que decir que mi hijo
se estaba muriendo por un tumor”. Su ex mujer, de la que ya
lleva separado unos 15 años, no lo dejaba ir a verlo al
hospital. “Este hijo es mío y no tuyo”, explica Antonio que le
gritaba ella.

Tuvo que intervenir la policía y, desde entonces, pudo ir a
visitar a Iván todos los días. Pero Antonio también tiene otra
hija, hermana gemela de Iván, a la que no ve desde hace más de
seis años. “Una vez la vi en la calle y ni me atreví a
saludarla y mi cuñada me dijo que había hecho bien porque si
mi ex mujer se entera de que me ha saludado le hubiera
pegado”, sentencia.

Los niños han crecido, ya son mayores. “Mi ex mujer se los
llevó a Tarragona y no iba ni a recoger las notas al colegio”.
Y trabajan. “Yo les seguí pasando la pensión hasta que un juez
dijo que no tenía que darles más dinero”. Y su hijo, afirma
Antonio, le llamó y le dijo: “Ya nos veremos en el juzgado
donde te pienso inflar a hostias”. Antonio no se ha vuelto a
casar y dedica su vida a que otros niños no pasen por ello.
“Estoy escribiendo una obra de teatro basada en mi vida”. No
hay ni un solo día que no recuerde a sus hijos. La pasada
Navidad les envió una felicitación. La respuesta no ha llegado
aún.

"La mejor vía es la mediación familiar"

“La guerra de géneros es un negocio”. Con esta contundencia se
manifiesta un juez en cuyas resoluciones siempre han primado
el interés y la protección de los menores, como en el caso de
la joven de Benamaurel (Granada), en el que se negó a ejecutar
la orden de devolverla a sus primeros padres adoptivos.
Francisco Serrano, titular del Juzgado de Familia número 7 de
Sevilla, considera que la custodia compartida es “un clamor
social” porque es la “mejor solución para la desprotección
que vienen sufriendo los niños.

El juez Serrano, que atendió a este periódico tras su
participación en un congreso de jueces por la mediación,
aseguró que ésa, la mediación, es la vía adecuada para
solucionar problemas cuyos principales damnificados son los
niños. “Usted puede fracasar como pareja, pero no como padre
ni como madre”, asevera.

Sobre el síndrome de alienación parental, el juez Serrano
pone un ejemplo muy gráfico: “Si el niño de la película La
vida es bella puede ver en un campo de concentración un parque
de atracciones gracias a su padre, está claro que los padres
pueden hacer creer cualquier cosa a sus hijos”. E insiste:
“Para evitar este síndrome, lo mejor es la custodia
compartida, apartar durante un tiempo al niño de la fuente de
alienación”. Y quien se opone a esta fórmula, dice, demuestra
que no está capacitado para obtener la custodia del menor.

Con la misma claridad y contundencia que defiende la custodia
compartida, Francisco Serrano asegura que la Ley Integral
contra la Violencia de Género necesita una “reforma integral”.



Sentencias para mirar con lupa

Una juez de Gavà (Barcelona) denegó a Joan Carles Castañé la
custodia compartida de sus dos hijos argumentando, entre otros
motivos, que la minusvalía que sufre –una cojera derivada de
una poliomielitis– podría representar un impedimento para
cuidar a dos niños tan pequeños.

En Manresa (Barcelona), una juez otorgó a un padre la custodia
de su hija, por un periodo de seis meses, para intentar
remediar la aversión que la niña siente hacia él y que, según
la sentencia, ha sido inculcada por la madre, al haber
impedido que le viera desde su separación. La mujer en un
principio denunció al padre de los menores por “malos tratos”
y éste tuvo una orden de alejamiento.

El juzgado de familia de Oviedo desestimó el pasado 24 de mayo
el recurso de una madre en el que pedía un horario más
flexible para visitar a sus hijos al estimar que la mujer
predisponía a los pequeños contra su padre.

PUBLICO.ES



La Confederación Estatal de Madres y Padres Separados
considera que el aumento en un 74,3 por ciento de los
divorcios en España se debe, en gran parte, a la ley contra la
violencia de género, que favorece a la mujer que denuncia a su
pareja por malos tratos, aunque no pueda demostrarse que el
hecho denunciado sea cierto.

"Con la ley contra la violencia de género en la mano, si la
mujer interpone una denuncia por malos tratos", sean estos
ciertos o no, "el hombre pierde todo derecho (sobre sus
hijos), aunque al final salga absuelto", declaró a Servimedia
Domingo González, portavoz de la confederación.

Y como quien se queda con la custodia de los hijos, continuó
González, se queda automáticamente con el domicilio familiar,
eso lleva a "muchos abogados" a aconsejar a sus clientas que
denuncien a su pareja por malos tratos, añadió.

La ley contra la violencia de género, subrayó el portavoz de
dicha asociación de madres y padres separados, "ha venido a
darle a una de las partes un arma muy poderosa, como es la
custodia de los hijos", a la hora de formalizar una ruptura
matrimonial.

SERVIMEDIA

[1] “La lógica patriarcal”, “la violencia estructural masculina” y otras mistificaciones.

martes, noviembre 13, 2007

La habitación de los adolescentes

Asistí ayer a la conferencia sobre “La habitación de los adolescente” impartida por Carles Feixa, en el marco de las jornadas que con el título “Adolescencia. Romper la incomunicación” ha organizado el Ámbito Maria Corral.

Es innegable que observar los cambios que ha experimentado la habitación del adolescente desde sus orígenes romántico burgueses (la vivienda urbana actual es un invento burgués que trunfó plenamente durante el Romanticismo y la industrialización[1], confinando las subjetividades individuales en celdas especializadas) hasta la actualidad, ofrece una perspectiva muy luminosa sobre los cambios protagonizados por la juventud desde entonces.

Feixa, que ya hace tiempo desarrolló el tema en diversos escritos, distinguió siete etapas:

1. La habitación del joven burgués.

Responde al modelo del museo personal, ordenado con aparente anarquía. El joven cobra conciencia de sus identidad acumulando objetos que tienen para él una poderosa significación y que alimentarán de energía su espíritu para afrontar su misión en el mundo.

La habitación de la joven burguesa parece más orientada a la confrontación con su bullicioso mundo interior. Conectando con sus emociones se predispondrá a afrontar su futuro matrimonio y el alejamiento definitivo de la casa paterna. El diario íntimo no puede faltar.

Pero, ya en el siglo XX, la habitación se convirtió sobre todo en un espacio dónde construir libremente la propia identidad, sin someterse al control paterno. Para las mujeres, ese espacio se convirtió en una reivindicación crucial.

Cuando Virginia Woolf escribió A Room of One’s Own (Una habitación propia),en 1929, pensaba sobre todo en la necesidad por parte de las mujeres de tener un espacio privado, no compartido, en el que poder empezar a construir una identidad personal autónoma e independiente en relación con la de sus padres, maridos y superiores. La reivindicación de una habitación propia no respondía tanto a unas necesidades materiales (que hasta entonces sólo respondían al modelo de la mujer escritora o burguesa) sino a unas necesidades simbólicas: dotar de ritos y espacios a un imaginario femenino emergente. Las imágenes del álbum fotográfico personal, los libros de la biblioteca particular, y las palabras del diario personal eran los lenguajes mediante los cuales se organizaba un museo de topografías íntimas (sobre el que habrían de basarse movimientos que ocuparían el espacio público, como las sufragistas y las feministas).

2. La austera habitación tradicional

Seguramente, la habitación “museo personal” con variaciones más o menos variaciones fue el modelo dominante entre las clases acomodadas hasta la década de 1960. Pero, confieso que las pocas habitaciones de compañeros con padres “ricos” que yo conocí (ya en los 70) lo cierto es que se caracterizaban por una notable austeridad, pequeños lujos aparte. No olvidemos que los chicos en los 40 y 50 leían “El joven de carácter” de Mons Tihamer Tóth
(http://es.catholic.net/biblioteca/libro.phtml?consecutivo=441&capitulo=5190)

¿Sabes que es el carácter? Un modo de obrar siempre consecuente con los principios firmes: constancia de la voluntad para alcanzar el ideal reconocido como verdadero; perseverancia en plasmar ese noble concepto de la vida.Lo que resulta difícil no es tanto formular estos rectos principios firmes para la vida, lo cual se consigue con relativa facilidad, sino el persistir en ellos a través de todos los obstáculos. «Es uno de mis principios y me mantengo en él, cueste lo que cueste.» Y como esa firmeza exige tantos sacrificios, por eso hay tan pocos hombres de carácter entre nosotros.No ser veleta, no empezar a cada momento algo nuevo; fijarse el objetivo y perseguirlo hasta el fin. Guardar siempre fidelidad a los propios principios, perseverar siempre en la verdad... ¿Quién no se entusiasma con tales pensamientos? ¡Si no costase tanto llevarlo a la práctica! ¡Si no se esfumasen con tanta facilidad bajo la influencia contraria de los amigos, de la moda, del ambiente y de mi propio «yo», egoísta y comodón!

En los sectores más populares, la habitación tradicional del chico o chica adolescente, sin embaro, fue en muchos casos una habitación compartida. Desde la primera comunión hasta la mili, o desde la primera comunión hasta el matrimonio, los hermanos sólo se separaban en función de su sexo. Me pregunto hasta qué punto la falta de intimidad y la imposibilidad material de entregarnos al narcisismo diletante, nos beneficiaron y/o perjudicaron.

3. La habitación del teenager (de James Dean a los Beatles)

En los años de 1960, con los movimientos de liberación juvenil que confluyeron
en después la contracultura, la reivindicación de una habitación propia pasó a ser el símbolo de un sujeto social emergente: la juventud.

Al principio, se trataba de empezar a conquistar espacios de autonomía frente a la generación de los padres, ya sea en el espacio público (del paseo por la calle mayor al reservado, del cine al cineclub, del baile tradicional a la boîte, del reservado a la discoteca), como en el espacio privado (de la habitación compartida a la habitación separada, de la habitación gobernada
por los mayores a la decoración propia, de la casa patriarcal a la casa intergeneracional).

Al principio los jóvenes empezaron a apropiarse emocionalmente de su
propia habitación, adornándola con pósteres de sus actores o grupos preferidos (James Dean, Marlon Brando, los Beatles, los Rolling Stones), con fotografías de sus amigos, con libros de formación o evasión que no recomendaban los padres sino los amigos (El diario de Dani, El Diario de Ana María, El señor de los anillos), con nuevas revistas juveniles (comics, revistas musicales, revistas de clubs de fans), con vestidos y material ornamental que ayudaban a crear una moda propia.

En la habitación uno podía invitar a los amigos, redactar cartas para novios o amigos, llevar un diario personal (guardado bajo llave), escuchar música (con el transistor que empezaba a transmitir las radio-fórmulas), e incluso organizar algún guateque (cuando los padres se marchaban de fin de semana y era posible apropiarse de toda la casa, aunque fuera provisionalmente).

El símbolo de este periodo es el Diario personal en el que abocan sus sueños, vetado a los padres. Aunque este proceso afectó más a la juventud de clase media, también los jóvenes trabajadores descubrieron el efecto narcisista de tener un espacio para consumir lo que el teenage market les empezaba a ofrecer.

Sin embargo, los padres seguían ejerciendo el control sobre este espacio,
fiscalizando lo que en él se guardaba y lo que en él se hacía (el uso del teléfono era inexistente o compartido). También ejercían el control de la economía juvenil (aunque estos tuvieran ingresos propios, eran los padres quienes lo administraban).
http://www.ehu.es/CEIC/pdf

4. La habitación contracultural (de Kerouak a Reich)

Desde fines de los 60, los jóvenes empiezan a apropiarse definitivamente
de su habitación (de la que expulsan a sus padres). Los pósteres se transforman y politizan (de las estrellas de Hollywood a los cantautores de protesta, aparecen Mao, Marx y el que se convertiría en el emblema de la revuelta juvenil: el Che Guevara).

Al radiotransistor se añaden los primeros radiocasetes y tocadiscos (el pick-up), que empiezan a sustituir el juke-box como lugar público de la escena musical.

El volumen musical aumenta y los padres ya no tienen tanto poder para reducirlo ni pueden imponer qué suena. La decoración se hace más llamativa, en su vertiente kitsch, pop, hippie, progre o psicodélica.

El vestuario se radicaliza y las madres pierden su poder en la determinación del gusto estético de los hijos e hijas. En la biblioteca personal desaparecen las novelas rosa o de formación y aparece un nuevo tipo de literatura existencial (Kerouak, Hesse, Marcuse, Reich –la revolución social a partir de la revolución personal a través de la sexualida-) y de revistas contraculturales (los primeros fanzines), por no hablar de la prensa antifranquista clandestina (y de las vietnamitas).
http://www.ehu.es/CEIC/pdf

5. Del piso de estudiantes a la comuna

En los años 70, con el reflujo posterior a mayo del 68, la vindicación
de una habitación propia deja paso a la lucha por una privacidad alternativa: pisos de estudiantes, buhardillas y comunas, compartidas por jóvenes de ambos sexos, se convierten en la nueva utopía.

La norma pasa a ser marchar de casa de los padres para construir una nueva privacidad comunitaria, por lo que la habitación propia deja de tener una importancia tan grande. Sin embargo, lo más típico de esta época es la conquista del espacio público, que tendrá su eclosión en el proceso de transición/reforma (el nombre que recibirá lo conocemos todos: la movida). La zona de vinos, la ruta por los pubs de la movida, se convierten en un nuevo hogar que se dota de significados íntimos.


6. La habitación postadolescente de Leonardo di Caprio o Jennifer López

Desde los años 80 se producen dos procesos paralelos: por una parte, la
eclosión del mercado del ocio y de espacios especializados en el consumo adolescente (es el tiempo de las tribus); por otra parte, el refugio en la habitación y la ampliación a la preadolescencia y a la última infancia de esta obsesión por un espacio autónomo.

Niños y adolescentes tienen cada vez más recursos económicos (transferidos
por sus padres) y como el espacio público de la ciudad se convierte cada vez
en más inaccesible para ellos (proceso de urbanización, desaparición del juego de calle, campañas de pánico moral, prohibición o retraso del acceso de los menores a los lugares de ocio, etc), redescubren las culturas de habitación que habían identificado a los jóvenes-adultos de generaciones anteriores (ahora ya no deben compartirlas con sus hermanos, pues el número de hijos por familia ha caído en picado).

En estos espacios concentran su consumo de ocio: juegos, comics, revistas de música o deportes, cadena hi-fi, fotografías, etc. Los ídolos retratados en los pósteres dejan de ser lideres políticos o artistas “comprometidos”, y vuelven a ser músicos de moda (Michael Jackson, Mecano), estrellas del cine (Di Caprio, Madonna), a los que se añaden los nuevos astros del deporte (Guardiola, Raúl).
http://www.ehu.es/CEIC/pdf

7. La habitación digital de GH y OT.

En los últimos años la habitación de los adolescentes ha vuelto al primer
plano de la cultura juvenil, experimentado una gran metamorfosis. Como consecuencia de la emergencia de la cultura digital que hemos analizado, se ha hecho posible la comunicación interpersonal desde el propio espacio privado: del teléfono familiar controlado por los padres y situado en el comedor o en el pasillo se ha pasado
al teléfono celular personalizado que se puede usar desde la habitación; de la comunicación escrita por carta se ha pasado a la comunicación digital SMS, e-mail o chat.

Gracias a Internet, los adolescentes han aprendido a acceder a comunidades
virtuales que están mucho más allá de su habitación. Y gracias a los videojuegos (consola, Gameboy, Play Station), pueden practicar desde su casa lo que antes tenían que hacer en las públicas salas de juego. Se amortigua el conflicto generacional, pero aparecen nuevas brechas (cada vez más sutiles) que separan a padres e hijos.

Unos y otros comparten cada vez durante más tiempo el mismo espacio (si tenemos en cuenta el retraso en la emancipación familiar, están condenados a vivir más tiempo con sus padres que con sus futuras familias). Ya no están obsesionados en marchar del espacio compartido (entre otras cosas, porque no se lo pueden permitir) y buscan espacios propios que puedan compensarles: la cultura de la noche, los viajes y la habitación propia.

Un ejemplo muy ilustrativo de lo que venimos diciendo es el seguimiento
entre apasionado y lúdico que los adolescentes españoles hacen de programas como Gran Hermano o Operación Triunfo. Aunque no conozco todavía ningún estudio etnográfico sobre las audiencias frente a estos éxitos mediáticos, y aunque las reacciones son heterogéneas en extremo, pueden avanzarse algunas hipótesis al respecto.

De entrada, ambos programas tienen como protagonistas a jóvenes-adultos
(en otras palabras: solteros mayores de edad) que renuncian durante un tiempo a su privacidad (a su habitación propia) para exponerse frente a la mirada impávida de la televisión (sería divertido saber qué pensaría Orwell de este uso lúdico y voluntario de la gran máquina de poder absoluto que era el ojo del Big Brother de 1984).

Que estos chicos y chicas tengan una finalidad creativa (triunfar como cantantes) o bien ninguna (superar el tedio de no hacer absolutamente nada) no tiene en este caso ninguna importancia: lo relevante es que cuando llegan a la casa del GH (o a la Academia de OT) deben abandonar el reloj y el calendario que marcaba antes su ritmo cotidiano y entrar en otra temporalidad que se asemeja a la de la cárcel o la de la mili (aunque en este caso la reclusión sea voluntaria).

No es de extrañar que los guionistas de ambos programas (pues pese a parecer espontáneo lo que allí pasa tiene un guión más o menos rígido) se esfuercen a menudo en que la juventud así retratada represente determinados prototipos de género, edad, clase, etnicidad, o subcultura (el deportista, la pija, el macarra, la hippie).

Aunque al principio estos programas (sobre todo OT) fueron vistos como una ocasión para reencontrar la cohesión familiar perdida (“por primera vez en mucho tiempo padres e hijos vemos juntos un programa de TV”), los adolescentes son los que reciben un impacto más directo. Estos jóvenes-niños (menores de edad, que viven en casa de sus padres y sin relaciones amorosas ni profesionales estables) ven en los jóvenes-adultos de GH y OT (mayores de edad, en proceso de emancipación, a la búsqueda de una identidad amorosa y profesional) el modelo de que pueden/quieren llegar a ser (o bien de lo que no pueden/odian llegar a ser). Como las estrellas del rock en los 60, estos chicos y chicas son como ellos: pueden verse reflejados en sus inseguridades
y sus deseos de triunfar...

Deberíamos reflexionar sobre el significado de esta democracia electrónica: los adolescentes que todavía no pueden votar en las elecciones (y que cuando pueden hacerlos acostumbran a abstenerse) se vuelcan en estas votaciones digitales que les permiten hacerse la ilusión de que tienen capacidad de decisión (de que su voto cuenta para algo). Una ilusión que se alimenta de nuevo desde la habitación propia.
http://www.ehu.es/CEIC/pdf

¿Cómo fue –o es- tu habitación adolescente amigo lector?.

[1] Históricamente, los jóvenes se habían caracterizado por no disponer de espacio privado. En la sociedad campesina acostumbraban a compartir la habitación (y a menudo también el lecho) con hermanos, sirvientes e incluso animales, bajo la estricta autoridad del pater familias. El proceso de urbanización no comportó mejoras: la vida cotidiana de los jóvenes tenía lugar sobre todo el espacio público (calles, tabernas,cafés). La sociedad industrial, que inventó la adolescencia, recluyó a los jóvenes burgueses en determinadas instituciones educativas (internados, colegios, asociaciones juveniles) e hizo lo mismo con los jóvenes obreros en otros espacios compartidos (fábricas, calles, cárceles). Aunque algunos movimientos literarios (particularmente el romanticismo) empezaron a concebir un nuevo Sigfrido adolescente que surgía de un espacio privado (un espacio del Yo), eran muy pocos los jóvenes que tenían una habitación propia, y todavía menos los que podían disfrutarla sin interferencia de los padres. Casi siempre la habitación era compartida por diversos hermanos y la vida se hacía fuera de la casa (Feixa, Carles: http://www.ehu.es/CEIC/pdf/16.pdf)

domingo, noviembre 11, 2007

El negocio de la sexualidad adolescente

Todo parece indicar que los adultos seguimos desertando en masa a la hora de orientar a los adolescentes en la gestión de su sexualidad. No conseguimos pasar de la fría prevención profiláctica - carente de contenidos- y asumimos como inevitable la deriva hacia un hedonismo zafio que banaliza la sexualidad.

En una reciente visita con alumnos de catorce años a una exposición sobre DROGAS, a la que ya he aludido en otro post, cuando la monitora se sintió poco atendida, amenazó con no entregar el preservativo que se regalaba al terminar la charla. Me sorprendió que en una exposición sobre drogas también se regalasen preservativos, pero lo que ya me dejó perplejo es que pudiesen utilizarse como herramienta de castigo. Se ha pasado de dar caramelos, globos o estampitas de la Virgen a repartir condones con la misma impunidad y falta de criterio. Pero, aún me faltaba ver el vídeo de la Junta de Andalucía que ilustraba la exposición. Su máximo argumento para disuadir del consumo de las drogas era que a veces los chicos no podían concluir felizmente su preceptivas noche locas, porque no conseguían la erección.

Pero lo más curioso era que el tono de amiguete cómplice utlizado en le vídeo después se complementó con una prédica apocalíptica sobre las terribles consecuencias de la droga, arropada por los fríos datos de los paneles y por el tono aséptico y frío del folleto complementario. El episodio creo que resume bastante bien la relación de los adultos con la sexualidad adolescente, aunque quizás faltó una invectiva contra la terrible violencia machista que contamina muchas relaciones, del tipo de la titulada “No te líes con chicos malos” ( http://www.educacionenvalores.org/article.php3?id_article=471).

Entre tanto mensaje disonante, chicos y chicas han de vérselas con su indefectible maremoto hormonal. Unos y otras se entregan a los juegos de seducción propios de la edad y exploran su sexualidad como saben y como pueden. En concreto los chicos de catorce años –salvo algún precoz- hinchan y estallan los condones en clase y se masturban en su cuarto mirando pornografía en Internet o en los DVDs y revistas de su padre. Y las chicas obvian las admoniciones puritanofeministas contra la mujer objeto y los chicos malos e intentan resultar seductoras, recurriendo a la quincallería y el sofisticado arsenal de revistas –formación basura- que el mercado pone a su disposición.

Por supuesto, ante la incompetencia de los formales adultos, incapaces de asumir la realidad de la sexualidad adolescente (las hormonas siguen actuando igual ahora que hace 100.000 años) no faltan desaprensivos dispuestos a colonizar el desierto enorme que queda entre el profilactismo sanitario y el neopuritanismo feminista. Ahí están las televisiones locales –con financiación pública- emitiendo pornografía cada noche, ahí están las revistas “para jóvenes” promoviendo el coito anal, ahí está la moda infantil y juvenil capaz de concebir productos tan apropiados como “el tanguita para nenas” (se venden en el Corté Inglés), ahí están los cómics para jóvenes dando rienda suelta a muchas mentes adultas enfermizas, y por supuesto la accesible pornografía adulta, entregada a un brutal y desquiciado rebasamiento de todo límite (delirios de la masculinidades enfermas).

¿Por qué los abandonamos a su inercia? ¿Quizás porque los adolescentes se resisten a ser como habíamos soñado, a construirse tal como requerían nuestros íntimos ensueños de placidez, confort y satisfacción emocional ilimitada o porque no responden a nuestras fantasías de corrección política?. Desde luego, el mercado no va renunciar a ese interesante filón.

Una reciente exposición de Fundación Miró, titulada Kawai, reflejaba el infierno nihilista en el que se encerraban los adolescentes, entregados a las modas extravagantes, al alcohol y al sexo desesperanzado, autofijados en un perturbador mundo de niños-adultos tristes.







Kawaii! http://www.bcn.fjmiro.cat/

De las adolescentes con faldas plisadas que aparecen en los manga a los personajes de Hello Kitty, estos héroes de una nueva mitología están presentes en la imaginería popular, de los dibujos animados a los productos derivados, y constituyen el símbolo de una profunda nostalgia de la infancia. Una nostalgia que se expresa a través de un profundo entusiasmo por todo lo que es kawaii. Kawaii es una de las palabras más recurrentes en el vocabulario de los jóvenes japoneses. Próximo al sentido de “mono”, kawaii designa lo que es pequeño e infantil. Más que una moda, es una forma de pensar y de ser. Esta cultura popular japonesa invade el mundo asiático y llega a Europa y Estados Unidos. De la infancia a la edad adulta, los chicos, y sobre todo las chicas, son adeptos de los fanshi guzzu –del inglés fancy goods–, llaveros y gadgets de todo tipo. El fenómeno ha adquirido tal envergadura que se ha convertido en un tema sociológico, estudiado por escritores, periodistas, filósofos y sociólogos. Los estudiosos subrayan la otra cara de kawaii: un profundo nihilismo, la negación del presente social a favor de un retorno a la infancia, el reflejo, en definitiva, del descontento de la sociedad japonesa.

Las obras de Aya Takano y Chiho Aoshima se inscriben en la esfera kawaii, destacando su lado subversivo y falsamente inocente. Las muchachas en quimono de grandes ojos y gráciles cuerpos de Aya Takano (Saitama, 1976) evocan tanto las estampas tradicionales japonesas como las chicas emancipadas que pululan por las calles de Tokio. Chiho Aoshima (Tokio, 1974) imagina un mundo onírico y sorprendente en sus dibujos de colores ácidos generados por ordenador. Su universo se mueve a menudo entre la pesadilla y la angustia, y sus personajes dudan entre la magia y la violencia de la realidad.

La revolución de la shôjo


En Shibuya, las chicas con uniformes escolares, falditas plisadas y calcetines-polainas muy largos, trajinan riendo alrededor de los purikura, fotomatones que permiten escoger el tipo de fotografía deseada, personalizándola con modelos diferentes de marcos, que después intercambiarán.


Numerosos sociólogos han llamado la atención sobre este nuevo fenómeno: las chicas pasan cada vez más tiempo en la calle, con frecuencia en grupos y vestidas de una manera espectacular y ostentosa.

Las shôjo, las adolescentes japonesas -literalmente “medio mujer”–, son el símbolo de una mutación de la sociedad. Se definen como mujeres-niña, en estado de suspensión entre la infancia y la edad adulta, consciencia e inocencia. La mujer japonesa, antes encargada de garantizar la tradición, aparece cada vez más como “la vanguardia de la mutación social”. Entre colegiala y femme fatale, la gyaru –del inglés girl (chica), a la japonesa– es realmente la nueva fuerza social y cultural en Japón. La escena del arte contemporáneo confirma esta tendencia, a través de las artistas mujeres que crean una obra inventiva y sorprendente, fascinante y, a veces, molesta. La programación de las exposiciones en el Espai 13 lo demuestra: de 5 artistas, ¡4 son chicas!

El arte del siglo XX ha estado marcado en Japón por la presencia importante de dos mujeres, cabezas de fila de los movimientos más importantes, como Atsuko Tanaka (nacida en 1932), que marcó la historia del grupo de vanguardia Gutai en los años cincuenta, o Yayoi Kusama (1929), una artista imprescindible desde principios de los años sesenta. La tendencia se confirma con los artistas de la generación de Mariko Mori (1967) y se hace evidente con las creadoras de la generación que ahora tiene treinta años, hasta el punto de ser una de las características más destacadas del arte japonés de nuestros días.

Testimonio de esta búsqueda de identidad típica de las chicas japonesas, Tomoko Sawada (1977) se retrata en grupo (fotografías de curso en que repite su rostro) o en retratos individuales de fotomatón. Para su exposición en el Espai 13, realizará una serie de fotografías sobre la extravagancia en el vestir de las chicas de Tokio, y en concreto de la tendencia golitha (contracción de gótica y Lolita), que se mueven por el barrio de Harajuku.

Un mundo de extrañeza y onirismo


A pesar del gran poder económico que ha proyectado al mundo la imagen de un país con tecnología punta, Japón vive desde hace unos años el pinchazo de la burbuja económica: el paro y la precariedad laboral han pasado a ser corrientes en la vida cotidiana de los japoneses y en las creaciones de los artistas. Esto, esta evocación, no obstante, en lugar de mostrarse como una constatación del estado del mundo, se convierte en una oportunidad para abrir la puerta a la imaginación y lo extraño. Así, Erina Matsui (Okayama, 1984) presenta un mundo personal lleno de visiones extrañas y poéticas.
Muchos artistas japoneses se cuestionan la frontera entre visión y percepción, creando un mundo onírico y delicado. Kowei Nawa (Osaka, 1975), con sus dibujos, esculturas e instalaciones, juega con nuestra percepción del mundo e inventa objetos llenos de poesía y extrañeza. Proyectando imágenes sobre el agua, recubriendo objetos con cuentas de cristal, invadiendo el espacio con gigantescas formas moleculares, Nawa transforma el estado original de una imagen, de una cosa o de un lugar.

Con “¡Kawaii! Japón ahora”, la Fundació Joan Miró invita al público a un viaje sorprendente por el mundo de la creación japonesa más actual y mantiene, así, el espíritu de hallazgo y de experimentación, de sorpresa e invención que caracteriza al Espai 13.
Muchachas con quimono o con ropa ultramoderna, arquitectura hi-tech o templos de madera: tradición y modernidad conviven cotidianamente en las calles de Tokio. Los artistas actuales se apropian de la tradición para reinventarla y recrearla.




Este encuentro entre pasado y presente es evidente en las obras de Aya Takano (Saitama, 1976). Esta joven artista se inspira en la pintura antigua ukiyo-e (las imágenes del mundo flotante) para cambiarla e inventar un mundo en el que las adolescentes de miembros desmesuradamente alargados, vestidas con quimono, parecen levitar. Sus pinturas tienen ecos del arte del período Edo (1603-1868), y también aluden al Japón de hoy. Sus acuarelas, con un marcado acento erótico, remiten a la tradición de las shunga (imágenes de primavera), que representaban parejas de amantes y de prostitutas de los salones de té.

Escenas orgiásticas con adolescentes medio desnudas que devoran tentáculos de pulpos o jabalíes bajo la luz festiva de los farolillos; visiones nocturnas de un Tokio bañado por una iluminación que le confiere un aspecto onírico; escenas de intimidad erótica entre dos muchachas en quimono, con las mejillas sonrojadas por una primera emoción amorosa: Aya Takano crea un mundo, que es el suyo, donde confluyen los aspectos más contradictorios y fascinantes del Japón contemporáneo.

Aya Takano, además de pintora, es dibujante de mangas y escritora de ciencia ficción, y ha trabajado en la concepción visual de videojuegos, así como en la realización de películas de animación. Forma parte de Kaikai Kiki, el taller de Takashi Murakami, que trabaja con jóvenes artistas, a los cuales además promociona.


La exposición que presenta el Espai 13 comprende veinticinco obras: un conjunto de telas y acuarelas, una sorprendente escultura gigante y una película de animación. Aya Takano ha realizado una obra especialmente concebida para esta muestra, inspirada en la Fundación Joan Miró y en su arquitectura.






NOTICIAS COMPLEMENTARIAS

Más educación evitaría embarazos y abortos en las menores
MARTA RICART - Barcelona, La VANGUARDIA, 14-10-2007

La sociedad se escandaliza con las cifras de embarazos adolescentes y abortos, que aumentan, pero no adopta políticas que reducirían es­tos problemas. ...Los exper­tos en planificación familiar sostie­nen los adultos y los adolescentes tienen hoy acceso a mucha in­formación, pero no hay realmente formación o educación sexual. (Existe...) "la creen­cia errónea de que si no se enseña sexualidad los jóvenes no la practi­carán", señalaron Barambio e Isa­bel Iserte, vicepresidenta de la FPFE. Maria Perrero ...subrayó que cada día pierde más espacio es­ta educación sexual y criticó la fal­ta de sensibilidad política. Baram­bio señaló que en Holanda, por ejemplo, el aborto es más accesible pero hay menos que en España porque se enseña educación sexual. "A una niña de 13,14 o 15 años, como casos de embarazos re­cientes, no le recetas anticoncepti­vos, debe tener una educación sexual que la prepare", indicaron.

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Las revistas dirigidas a mujeres jóvenes perpetúan estereotipos y roles sexistas
Conclusiones del estudio sobre “La imagen de la mujer en las revistas para adolescentes” publicado por CECU

Miércoles 7 de noviembre de 2007, por Maria Cobos


Fuente: http://www.amecopress.net/spip.php?article654

El estudio realizado por la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU) analiza las siete revistas que se sitúan entre las más leídas por las adolescentes desde febrero hasta junio del 2007: “Nuevo Vale”, “Ragazza”, “Bravo”, “Loka magazine”, “Super pop”, “Star2”, “You” y “Cosmopolitan” y concluye que siguen perpetuando los mismos estereotipos que se analizaban en el estudio realizado hace cinco años por la misma institución, creando la imagen de una mujer estereotipada y encasillada en roles sexistas.

Según manifiesta Itziar Marín, responsable de estudios de la CECU, “la conclusión es que estas publicaciones dirigidas a mujeres jóvenes han avanzado poco, ya que se siguen incluyendo estereotipos formados que perpetúan la discriminación y la no igualdad entre los géneros”. Se presenta a las adolescentes y preadolescentes la imagen de una mujer independiente, agresiva, rebelde y “come hombres” a través de su cuerpo y aspecto utilizando estereotipos de belleza, pautas de conducta y formas de vestir que no son reales. Marín, señala que “si queremos formarnos y crecer en igualdad y valores, una parte importante es que los medios de comunicación modifiquen los estereotipos discriminatorios”.

Son llamativos los temas relacionados con el sexo y las relaciones de pareja, la información que se brinda a jóvenes de entre 11 y 16 años, va desde los sitios originales para hacer el amor, a posturas del kamasutra, vestirnos para resultar atractivas, “sexo anal, cambia de agujerito” o “ponlo a 1000”, se refieren, en gran parte, a relaciones pasajeras, sin compromisos y basadas en el placer físico, sobre todo, para dárselo al hombre. En algunas secciones aparecen relatos eróticos, e incluso pornográficos por lo explícito, del tipo de descripciones:




“El me abrazó y yo noté su erección. Enrollé mi pierna en su cintura y el se bajó los pantalones y me quitó las braguitas. Me sostuvo en brazos contra la pared, mientras sentía como entraba en mí”. “Relatos, -explica Itziar Marín-, que son sorprendentes teniendo en cuenta el público tan joven al que van dirigidas esas revistas”.

Itziar Marín, señala que “sorprende la escasa información que se ofrece sobre métodos anticonceptivos, enfermedades de transmisión sexual o de una educación sexual responsable y acorde a la edad del público destinatario. Igualmente, los temas culturales no aparecen en ninguna sección específica, tan sólo en el “Cosmopolitan”, que no es una revista dirigida a mujeres adolescentes, aunque sí es una las más leídas por ellas; y los temas sobre medio ambiente o causas sociales aparecen de forma testimonial y escasa”.

Se da el dato curioso de que estas revistas no son leídas por los hombres adolescentes y que todas las revistas analizadas están dirigidas por mujeres, Marín, señala que “ellas editan lo que creen que es más consumible y que va a aumentar el número de venta de ejemplares. Lo que pedimos es que hagan una reflexión sobre si la información sexual que ofrecen es la que ellas plantean.”

Los contenidos más abundantes vienen diferenciados por noticias, reportajes y cotilleos a los que dedican un 18,3%, a moda y complementos un 17,97%, al cine, televisión y música un 10,2% a temas de belleza, un 9.05% y a temas de sexualidad y relaciones de pareja un 7,5%. Las revistas presentan numerosa publicidad de productos de belleza (27,23%), móviles, mensajes y melodías (25,89%), moda y complementos (25,41%).La CECU denuncia el uso de reportajes y artículos de estas publicaciones para encubrir la publicidad de productos, tiendas y marcas; Antonio López, Director de Comunicación de la CECU, manifiesta que “exigimos que los poderes públicos dicten leyes de conciliación que permitan que algunos de los progenitores del preadolescente puedan estar con ellos de forma que se pueda hacer seguimiento de los contenidos que leen ya que se socializan a través de los medios de comunicación con contenidos no igualitarios

DOS NOVELAS

Apples, una novela sobre el desencanto en la adolescencia


ABC 9-11-2007 LUIS MIRANDA, CÓRDOBA.

«Fuimos al McDonald´s la noche en que mi madre nos dijo que tenía cáncer de pulmón».

Los que gustan de leer las primeras líneas para intuir cómo puede ser el resto de la novela están de suerte. El comienzo de «Apples», del británico Richard Milward, es una declaración de intenciones de por dónde transcurrirá una obra que quiere relatar el mundo y los problemas de una parte de los adolescentes del mundo occidental. La primera frase ya explica en parte cómo es la protagonista de la obra y cómo es el lugar en que vive.

La editorial cordobesa Berenice acaba de sacar a la luz una novela que ha causado un gran impacto en Inglaterra y que por primera vez han traducido al español Helena Bosch y Carmen Torres. La crítica se ha apresurado a comparar «Apples» con «El guardián entre el centeno» o «Trainspotting», ambos también representativos de una juventud desencantada y sin horizontes.

El libro de Richard Milward, un escritor de sólo 21 años, narra la historia de Eve, una adolescente que después de conocer que su madre padece cáncer emprende una huida figurada que la lleva a un mundo de alcohol, drogas de diseño y noches sin fin. En su vida aparece Adam, un joven que tiene que padecer una honda frustración sexual además de la violencia de su padre.

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A propósito de esta novela, José Luis Barrueco comenta en Escrito en el viento (http://thekankel.blogspot.com/2007/10/apples-de-richard-milward.html)

...Confieso que Apples (nombre de ciertas pastillas de éxtasis) me ha enganchado. Te atrapa y no te suelta. Cuenta la historia de los quinceañeros Adam y Eve. El primero es un muchacho con un trastorno obsesivo compulsivo, al que su padre apaliza de vez en cuando; jamás ha salido de juerga y sabe que sólo de ese modo podrá acercarse a las chicas y ligar con ellas. La segunda es una muchacha algo alocada y frívola, obsesionada con las drogas de diseño, las discotecas, los hombres y las borracheras; su madre tiene cáncer, pero eso no la impide salir continuamente de farra. Adam está enamorado de Eve. A Eve sólo le parece raro y simpático. La novela está construida mediante la alternancia de los monólogos de ambos. Cada uno desvela su punto de vista del asunto. Se intercalan, a veces, monólogos de otros personajes, algunos de ellos insólitos (pero prefiero no revelar quiénes o qué son). La trama empieza en Middlesbrough y acaba en Mallorca.

Puestos a poner etiquetas, como suelen hacer los críticos, podríamos aventurar que Apples recuerda un poco a la película Thirteen, un poco a las cintas de Larry Clark. Pero con un toque poético. Con cierto romanticismo, que es el que aporta Adam, profundamente enamorado de Eve. En cierta medida, este libro representa a las generaciones que hoy arrasan en los pubs y las discotecas, pero también habla de quienes se quedan en casa y son incapaces de comunicarse. A mí me ha devuelto a mis quince años, a ese tiempo en que, como Adam, empezaba a emborracharme en los bares para poder hablar con las chicas. Una época de incertidumbres, de errar sin rumbo fijo, de dolor interno. Recomendable novela, pues, que apasionará a los jóvenes y que, probablemente, detesten sus padres.


Diario de una adolescente

Edición original: Tgee Diary of Teenage Girl: An Account in Words and Pictures USA Fecha de edición: octubre de 2007 Guión: Phoebe GloecknerDibujo: Phoebe GloecknerTinta: Phoebe Gloeckner

Información proporcionada por la editorial

San Francisco, 2 de marzo de 1976: "No recuerdo haber nacido. Era una niña muy fea. Mi aspecto no ha mejorado, así que supongo que fue un golpe de suerte que él se sintiera atraído por mi juventud".

Así empieza el diario de Minnie Goetze, una chica de quince años, deseosa de amor y aceptación y resistente para con su propia sexualidad. Minnie odia la escuela y quiere ser artista... o quizá espeleóloga, o camarera... Se acuesta con el novio de su madre y todavía es demasiado tímida como para hablar con los chicos de la escuela. Va forjando su adolescencia sin guía, sin supervisión, indefensa y temeraria. Una novela atípica donde la artista y escritora Phoebe Gloeckner presenta un año clave en la vida de una chica, en forma de diario íntimo, con ilustraciones y escenas completas narradas con el lenguaje del cómic.

Opiniones: ... Una lectura dura, sin concesiones, directa y adicitva. Un recuento de la azarosa vida de una niña que juega a ser mujer en un ambiente infernal de sexo y drogas. Un lamento de soledad, un alarido de furia punk, una joya de tristeza infinita atravesada por un humor negrísimo, crónica de un naufragio emocional, del desconcierto de crecer, literatura beatnick en pleno siglo XXI.

jueves, noviembre 08, 2007

Máximas feministas de Teresa Forcades

En un post reciente hablaba de Teresa Forcades, médica, monja y teóloga feminista, llamada a convertirse en fenómeno mediático y si no, al tiempo. Hasta ahora, todos sus escritos me han parecido lúcidos y matizados. Sin embargo, me han defraudado sus repuestas a Lluís Amiguet en una reciente entrevista de “La Contra” (La Vanguardia, 17 de octubre de 2007). Descubro a una Teresa Forcades que olvida los matices y que, fiel a la ortodoxia feminista, pontifica –actitud muy criticada a los hombres- repitiendo tópicos ya gastados sobre el poder patriarcal y la condición masculina. ¿Será culpa del entrevistador o del género de la entrevista? ¿Le habrá reversionado Lluis Miguet al transcribir la entrevista? ¿Quizás es que yo me había confundido con Teresa Forcades?. Estas son las "máximas" feministas de Teresa Forcades


1. EL PERVERSO Y CAMALEÓNICO PODER PATRIARCAL.

“El pensamiento patriarcal se va enmascarando siempre para justificar la subordinación de la mujer”.

Esta invocación de un poder maléfico, que realiza su trabajo gracias a que ignoramos su presencia, sin duda, es uno de los grandes logros del feminismo. El patriarcado es para los y las feministas la encarnación del supremo mal que todo lo contamina y todo lo pervierte, la quintaesencia de la masculinidad tóxica. No hay atenuantes para el patriarcado. Con él no caben concesiones, ni transacciones y nunca se pondrá suficiente celo en perseguirlo y amordazarlo, porque los hombres instilan su veneno rápidamente en cualquiera de los espacios por los que transitan.

Basta asistir a una reunión feminista para saturarse de alusiones rituales al terrible poder patriarcal, causa de todos los males de la condición femenina. Lamentablemente, desde el feminismo no se dan cuenta del halo irracional que a veces llegan a alcanzar estas prácticas exorcizadoras contra esta cristalización maligna de la masculinidad a la que ha quedado reducido el patriarcado, quizás el mejor trasunto contemporáneo de la figura del Demonio bíblico, ser oscuro y siniestro que lo promete todo, no da nada y te lo quita todo. Esta simplificación reduccionista ha derivado en una suerte de religión misándrica bastante absurda, que en estos momentos, más que contribuir a superar los estereotipos de género y favorecer relaciones satisfactorias, sólo contribuye a maliciar la condición masculina (vean http://www.antipatriarcat.org/).

Quizás haya llegado la hora de compensar tales excesos, hablando de la carga que la institución del patriarcado ha supuesto para los hombres, que durante milenios han visto recaer sobre sus hombres la responsabilidad máxima de garantizar al núcleo familiar alimentos, bienes y seguridad. De lo contrario, podría entenderse que el patriarcado se ha reducido sólo a una estrategia para gozar de derechos y privilegios sin contraprestación alguna, a una estructura invisible de nuestras sociedades que permite a los hombres explotar a las mujeres con total impunidad (y no niego que muchas veces se ha pervertido de este modo).

También convendría recordar que todavía no se ha conseguido demostrar la existencia de verdaderos matriarcados en ninguna época, ni lugar (aunque sí ha habido muchos intentos desde el feminismo, pero ninguno concluyente). Más bien todo parece apuntar a una temprana división sexual del trabajo (hombres cazadores, proveedores y protectores; mujeres criadoras y cuidadoras) en consonancia con las aptitudes que el estudio del cerebro masculino y femenino revelan (con disimilitudes evidentes derivadas de las hormonas –andrógenos y estrógenos- y que predisponen a los hombres a desarrollar las destrezas visuoespaciales y el pensamiento sistémico y a las mujeres, a desarrollar especialmente sus recursos verbales y a desplegar la capacidad de empatía) y que estaría en la base de la diversidad de las estructuras patriarcales que conocemos. Aunque semejante explicación siempre será tachada por el feminismo de androcentrismo cientifista, de acuerdo con su tendencia recurrente a menospreciar los factores biológicos. Incluso en el caso de que admitiéramos que fue a partir del neolítico cuando aparecieron las relaciones de sometimiento de las mujeres a los hombres –esta es la explicación oficial- , beneficiados por el mayor margen de autonomía que les dio la aparición de asentamientos estables y deseosos de controlar la reproducción[1], la nueva realidad social no deja de ser una extrapolación de tendencias naturales que ya existían y que tienen relación con la estructura cerebral y las hormonas.[2]

2. EL LASTRE DE LOS ESTEREOTIPOS DE GÉNERO DERIVADOS DE LA LÓGICA PATRIARCAL: EL ÉNFASIS EN LA ESPECÍFICA CAPACIDAD DE AMAR DE LA MUJER Y SU MIEDO A LA SOLEDAD.

“Ahora se dice que la mujer es superior - por causas biológicas- al varón en amor, lo cual es la manera políticamente correcta de decir hoy que su lugar natural es el hogar, con niños, ancianos y enfermos.”

Estoy de acuerdo con Teresa Forcades en denunciar el empalagamiento sospechoso con que se ha idealizado el amor materno, tan bien deconstruido por Elizabeth Badinter en su obra sobre el instinto maternal. Parece evidente que existe una tendencia natural –ya lo hemos dicho- en las mujeres a garantizar el bienestar material y emocional de sus hijos e hijas, y a buscar la estabilidad de una pareja que la proteja y que garantice el desarrollo satisfactorio de esa descendencia en la que ellas invierten tanto, pero esa predisposición no debe confundirse con ese máximo convivencial y ético que llamamos amor, que no es privativo de ningún género.

De hecho, el tan denostado discurso patriarcal nunca ha visto contradicción entre el compromiso afectivo de sus patriarcas y el ejercicio de sus responsabilidades. La posición del patriarca ejemplar siempre ha estado cargada de expectativas en todos los terrenos, incluidos los del afecto y el amor, no lo olvidemos (el problema es que eso de la “lógica patriarcal” cuando es invocada por el feminismo pasa a convertirse en un espantajo repulsivo, sin otro contenido que el de victimizar a la mujer y desvelar así la lógica feminista). Pero más allá de esta aclaración, repito si lo que quiere señalar Teresa Forcades es que no hay que confundir el instinto maternal de protección y cuidado con el amor parental, que no tiene género, mi acuerdo con ella es pleno.

“La niña al separarse de la madre… se da cuenta de que es como ella. Por eso, la mujer siempre creerá que es más ella misma cuanto más se asemeje a las personas que ama. …La mujer, cuanto más infantil, más actúa por miedo a la soledad.” “La mujer aprecia más el vínculo afectivo que su propia autonomía. Y si se ve obligada a elegir, sacrificará su autonomía por este vínculo.”

¿Siguiendo a Forcades debemos pensar que ese veneno letal para la identidad femenina que es el miedo a la soledad es una pieza más de ese diseño maquiavélico que han orquestado los hombres para someter a las mujeres?. ¿La lógica patriarcal lleva a los hombres (y a las mujeres sometidas a esta) a favorecer la identificación de las hijas con las madres y a volverlas dependientes y vulnerables afectivamente?. ¿Este proceder es el que ha instalado el miedo a la soledad en el corazón de las mujeres, predisponiéndolas a la sumisión y a la pérdida de autonomía?.

¡Caramba! No sé a ustedes, pero a mí este tipo de explicaciones me suenan a desbordamiento ideológico que no explica nada, más allá de lo peligrosos que pueden llegar a ser los hombres y su sibilina lógica patriarcal. Yo, la verdad, esperaba algo diferente de Teresa Forcades. Por ejemplo, que culturalmente se han instaurado como naturales patrones de conducta con raíces en el diferente sustrato neurológico femenino y masculino (“el punto de partida antropológico”), pero que no tenemos obligación de fijar indefinidamente, si somos capaces de concebir formas de convivencia e interacción más satisfactorias (“el punto de llegada utópico” del que habla Forcades en otros lugares). Ese enfoque me resulta más compartible, siempre y cuando no se menosprecie la carga biológica masculina o femenina que sigue condicionando a cada persona (el feminismo debe rendirse a esta evidencia; las cosas no son a veces como nos gustaría que fuesen, el suatrato biológico sigue ahí) y que merece ser tenida muy en cuenta a la hora de promover nuevos patrones de conducta[3].


Por otra parte, ¿hasta que punto Forcades habla del mundo en el que vivimos actualmente? ¿Vale para la sociedad catalana y española del 2007?. Lo digo, porque en mi entorno veo a multitud de mujeres solas –o con relaciones que no merman su autonomía- que se desenvuelven con notable soltura y sin traumas aparentes (¿no estará hablando Forcades del contexto eclesiástico?). Sin embargo, no puedo decir lo mismo de los hombres solos que conozco –solteros, divorciados, etc.- : todos están muy preocupados por encontrar pareja. La fragilidad y dependencia emocional del hombre actual me parece mucho más preocupante y, sin duda, se encuentra[4] en la base de los brotes de violencia contra la pareja, seguramente en mayor medida que el sexismo.

Y llegados a este punto, déjenme mostrar otro motivo de perplejidad. ¿Por qué las organizaciones feministas identificadas con el feminismo de la igualdad –del que Forcades se declara seguidora- ponen todas las trabas posibles a que los padres divorciados puedan compartir la custodia de sus hijos con las madres?. ¿Por qué esas organizaciones feministas que en teoría promueven relaciones de género equilibradas no favorecen que los niños y niñas dejen de ser sólo asunto de las madres?. ¿Saben que en el 99% de las separaciones la custodia es para las madres gracias a la labor de las feministas supuestamente opuestas la lógica patriarcal? A mí que me lo expliquen.


3. EL LASTRE DE LOS ESTEREOTIPOS DE GÉNERO DERIVADOS DE LA LÓGICA PATRIARCAL: EL ÉNFASIS EN LA AUTONOMÍA Y EL MIEDO AL AMOR, AL COMPROMISO Y A LA DEPENDENCIA.

"El niño se va separando de la madre dándose cuenta de que no es como ella, por eso creerá que es más él mismo cuanto más se distinga de las personas que ama. Y luchará siempre por su autonomía también respecto a sus seres queridos."

De nuevo, es de suponer que –según Forcades- a la lógica patriarcal le interesa que los niños crean que la conquista de su identidad masculina pasa por no depender de nadie y por distinguirse lo más posible de las personas que aman. Se supone que esos fantasmas siguen condicionando actualmente la vida de los hombres y de las mujeres que sin duda están sometidas a ellos. Ahí debe estar el problema.

Pero, reitero, en mi entorno lo que veo es a muchos hombres sometidos a sus parejas con un miedo horrible a quedarse y sentirse solos. Por otra parte... ¿ganar en autonomía no es acaso una obsesión que lacera tanto a las mujeres como a los hombres actuales, escindidos entre el miedo a la soledad y el miedo a la dependencia?.



ENTREVISTA

La Vanguardia, Lluis Amiguet, 17/10/2007,

"La mujer teme a la soledad; el hombre, a la dependencia"

TERESA FORCADES: Tengo 41 años. Soy benedictina y doctora en Medicina por la UB y la Universidad Estatal de Nueva York; me gradué en Teología en Harvard y en la Facultat de Teologia. Nací en Gràcia. "No se trata de lograr la etiqueta correcta, sino de respetar la identidad única de cada persona." "La era premoderna era teocéntrica: la religiosidad y la relación con Dios dirimía la jerarquía, por eso el poder patriarcal consideraba a las mujeres seres con menos espíritu.

Sólo los hombres hablaban con Dios.

Enla modernidad - de la imprenta a la Revolución Francesa- a las mujeres se nos reconoce esa capacidad espiritual, pero sólo porque ya no es importante, puesto que es el uso de la razón el que decide el reparto de poder, por eso, el poder patriarcal dice entonces de las mujeres... ¡que somos más religiosas porque carecemos de raciocinio!

Se trata siempre de ponerlas en su sitio.

Con el romanticismo, la libertad sustituye en jerarquía a la razón y el poder patriarcal dice entonces que la mujer es más dependiente y menos capaz de decidir por sí misma.

¿Y ahora?

Y ya en la posmodernidad, desde Mayo del 68, el valor más importante es la
diversidad y el policentrismo. Ahora el discurso patriarcal ya acepta que la
mujer es tan espiritual, tan racional y tan libre como el hombre...

Pero...

El pensamiento patriarcal se va enmascarando siempre para justificar la
subordinación de la mujer. Ahora dice que la mujer es superior - por causas
biológicas- al varón en amor, lo cual es la manera políticamente correcta de
decir hoy que su lugar natural es el hogar, con niños, ancianos y enfermos.

¿Y no es así?

Nuestra individuación infantil se produce en relación con la figura materna: la
niña al separarse de la madre también se da cuenta de que es como ella. Por eso, la mujer siempre creerá que es más ella misma cuanto más se asemeje a las personas que ama.

¿Y el nene?

En cambio, el niño se va separando de la madre dándose cuenta de que no es como ella, por eso creerá que es más él mismo cuanto más se distinga de las personas que ama. Y luchará siempre por su autonomía también respecto a sus seres queridos.

Entonces...

Por eso la mujer, cuanto más infantil, más actúa por miedo a la soledad, y el
hombre, cuanto más infantil, más actúa por miedo a la dependencia.

Por ejemplo.

La mujer femenina quiere lo que quieren los que ella quiere: si todos quieren ir
al mar, no irá a la montaña, aunque a ella le apetecía, porque los quiere a
ellos antes que a ella. La mujer aprecia más el vínculo afectivo que su propia
autonomía. Y si se ve obligada a elegir, sacrificará su autonomía por este
vínculo.

Veo que domina usted esas diferencias. Los hombres se quejan de que las mujeres en una relación de pareja se lo guardan todo en una lista mental y un día se lo sueltan a ellos en una retahíla de agravios y sacrificios: ¿eso es amor? No: es miedo a la soledad. El amor se justifica a sí mismo en cada momento sin esperar ninguna compensación. ¿Hace falta que le hable ahora sobre el miedo del hombre al compromiso y la dependencia?

¡Qué me va a contar!

Ni la feminidad de la mujer es amor ni la masculinidad del hombre es libertad.
Yo me inscribo en la tradición de teólogas feministas, que no femeninas, que ha desenmascarado ese discurso patriarcal desde sus inicios.

Lo he leído en su Teología feminista en la historia (Fragmenta).

Allí verá que ha habido otras teólogas que han ayudado a que el hombre supere su miedo a la dependencia y la mujer su miedo a la soledad y que han abierto el camino para que trabajemos juntos en ser mejores personas.

¿No debemos adaptarnos unos a otros?

Para convivir hombres y mujeres, extranjeros y locales, jóvenes y mayores, no se trata de que diluyamos nuestras diferencias en una mediocre sopa común, sino que aprendamos a convivir sin dejar de ser diferentes cada uno con su cultura, lengua, sexo o edad.

¿No es mejor ser de aquí que de allá?


No debemos ni clonarnos ni hay que tener la etiqueta correcta en cada momento y país, sino que debemos aprender juntos a saber gozarlas todas.

Entonces: ¿Dios es hombre, mujer o gay?


Dios está más allá de cualquier sexo, pero su imagen ha sufrido la proyección de los prejuicios de sexo del poder patriarcal.

Pero la mujer y la persona gay están subordinadas o incluso negadas en la Iglesia.

Hay decisiones morales que son absolutamente personales y por las que
se pedirán cuentas a cada persona.

¿Por qué no se ordenan mujeres?

No tendría mucho sentido conseguir que se ordenaran también mujeres sin cambiar las estructuras patriarcales de la Iglesia.

Usted era una brillante médica formada en EE. UU. ¿Por qué se metió a monja?

Vine aquí a Montserrat buscando tranquilidad para preparar el examen de Medicina Interna y descubrí y sentí que éste era mi sitio.

¿Tuvo usted un momento epifánico?

Las hermanas me pidieron , a mí, como médico una charla sobre el sida. Temí la ocasión.

¿Qué temía?

Que tuvieran reacciones excluyentes respecto a la homosexualidad, pero las
hermanas me preguntaron con infinito respeto y amor por los enfermos y por los homosexuales, que la Iglesia condenaba. Sentí que quería ser una de ellas.


[1] La discutible explicación oficial desde la óptica feminista es la siguiente: “Con el establecimiento de la agricultura y la ganadería surgió la necesidad de controlar los medios de reproducción. Se inició el control de la mujer por parte del hombre y se establecieron las relaciones de parentesco. El hombre se vinculó a la mujer y empezó a preocuparse de su manutención y de la de sus hijos. Posteriormente se instauró el matrimonio y el hombre liberó a la mujer del trabajo de búsqueda de alimentos para posibilitar un aumento del número de nacimientos. Así se inició la gran expansión demográfica y la dependencia femenina. El hombre tomó las riendas del poder y la mujer perdió sus derechos. Como consecuencia de la revolución patriarcal, se instituyó el matrimonio y la familia patriarcal. Surgió la división desigual entre los sexos, que relegó a la mujer al papel de procreadora, al tiempo que el hombre se responsabilizó de la búsqueda de alimentos.” Exposición “Dona, un cos, una vida” Barcelona, 2007, Fundació Santiago Dexeus, Comisaria: Isabel Cordero http://www.fundaciondexeus.org/cat/mujer1.html

[2] En su empeño por corregir esos excesos androcéntricos se ha sostenido que esas diferencias cognitivas y actitudinales –si existen- se reducirán a medida que la sociedad sea cada vez más igualitaria, restando así relevancia a las explicaciones biologistas (M. J. Barral e I. Delgado, 1998: “...las diferencias entre mujeres y hombres en ciertas capacidades cognitivas específicas han ido reduciéndose a lo largo de los últimos cincuenta años. Esta disminución de las diferencias estaría relacionada con una situación más igualitaria entre mujeres y hombres en el acceso a estudios, actividades laborales y actitudes sociales.”)
[3] Por ejemplo, si la neurología nos revela que el “cableado” del cerebro adolescente masculino se activa con las actvidades competitivas... ¿hemos de rechazar la competitividad en el aprendizaje y sustituirlo por el aprendizaje cooperativo, alegando que parece moralmente superior?. No sería más pertinente recuperar la competitividad entre los chicos y compensar sus excesos promoviendo la cultura del “fair play” (http://www.sportmagister.com/noticia.asp?id_rep=734).
[4] Junto a otros factores como su mayor fuerza física o su desesperación, a veces acompañada de brotes de agresividad descontrolados, sobre todo cuando siente desamparo y ve hundirse su limitado anclaje emocional, verdadero talón de Aquiles del hombre actual y que exige urgentemente un programa de reeducación.