martes, octubre 09, 2007

La teología feminista y Teresa Forcades


El pasado lunes, la joven teóloga Teresa Forcades presentó su nueva obra Teología feminista, primera entrega de una serie de volúmenes dedicado al estudio de la teología desarrollada por las mujeres a lo largo de la historia.

He de confesar que hace unos años la lectura de algunos artículos debido a teólogas feministas tuvo un efecto demoledor sobre mi antigua fe cristiana, ya entonces seriamente debilitada. Por eso, no deja de provocarme perplejidad la figura de una monja de lozano aspecto que exhibe su hábito sin complejos y que concilia su lucha feminista con una fe que a mí se me antoja difícil de deslindar del paraguas patriarcal que la cobija.

Por eso, me decidí a acudir a la presentación. Pensé que si ciertas teólogas feministas acabaron con mi fe, lo justo sería que otras teólogas feministas me ayudasen a recuperarla. Como le comenté a J., que se animó a acompañarme, iba con la intención de formular una pregunta muy precisa: “¿Cómo consigue mantener viva su fe cristiana y conciliarla con su compromiso feminista, cuando todo en la religión y la iglesia cristiana nos remite a la figura de un Dios patriarcal?” (formulación educada) o “Si la Madre Teresa de Calcuta que no era feminista tenía dudas, usted tiene más motivos para no creer en Dios. ¿No vive en una dramática contradicción?” (formulación impertinente)

Cuando terminó la sesión de preguntas que siguió al acto estricto de la presentación, J. me preguntó “¿Por qué no has intervenido?”. Y le contesté: “Primero, porque me intimidaba un auditorio tan concurrido, pero también porque creí que sus palabras comentando la obra ofrecían respuesta suficiente a mis preguntas (no formuladas.)”

Veamos.

Teresa Forcades que se identifica con el feminismo de la igualdad, y que es autora de una interesante obra sobre la Trinidad (La Trinitat avui), insiste en hablar de Dios como comunidad, cómo relación en la diversidad, una diversidad que no acepta divisorias de género ni de otra categoría.

El interés por este planteamiento me ha llevado posteriormente a buscar más información sobre sus tesis trinitarias y he encontrado un texto suyo que resulta elocuente y esclarecedor:

La imagen que tenemos de Dios tiene que ver con la imagen que tenemos de nosotros mismos y de nuestras sociedades. La pirámide en la que Dios es el punto más alto y el Hijo y el Espíritu están en posición inferior ha permitido a la Iglesia afirmar que la única forma posible de gobierno es la monarquía absoluta.Pero desde que el hombre ha buscado liberarse de quienes ocupaban el poder (decían que por la Gracia de Dios), asimilando los conceptos de la Revolución Francesa de Libertad, igualdad y fraternidad, se ha ido librando de quienes le quieren mandar, y ama por encima de todo su libertad, a la que también podemos llamar “autonomía”.

Después de la modernidad ya no es posible creer que haya personas que estén por debajo de otros, ha afirmado el teólogo alemán Greshake. Por eso, la representación de una Trinidad poniendo el Padre al vértice de un triángulo y al Hijo y al Espíritu en la base, “subordinados”, no representa un modelo que acepte la sociedad actual acepte. El Hijo no es menos Dios que el Padre, y el Espíritu tampoco. Existe una nueva concepción trinitaria que sitúa en un plano de igualdad a las tres personas divinas, entendida cada una como una persona diferente, no clonada, y relacionadas en amor puro, o sea, en comunión. Esta relación trinitaria, en comunión, nos ofrece un modelo para organizar nuestra sociedad a su imagen y semejanza. La mujer y el hombre de hoy pueden aceptar que Dios sea el centro de todas las cosas (teocentrismo), pero no que a la hora de la verdad en este centro se sitúen personas que dicen hablar en nombre de Dios y que interpretan su voluntad. Este es el problema.Si Jesús actúa según la voluntad del Padre no es un modelo para el hombre moderno. Jesús manifiesta su independencia en el Huerto de Getsemaní cuando dirigiéndose al Padre dice: “que se haga tu voluntad, y no la mía” Él no se siente obligado, pero haciendo ejercicio de su libertad, hace donación de su vida al Padre.Podríamos decir que sólo hay tres clases de amor. Ni cuatro, ni una; tres, que son: dar, recibir y compartir.

La donación pura es aquella que a pesar de ser hecha en espíritu de reciprocidad, si ésta no se da, se seguiría ejerciendo. Pero seguiría buscando en el otro alguna forma de reciprocidad.

La donación que se siente completa en sí misma, que no le importa la respuesta del otro, aunque se le llame a veces “amor altruista” o incluso “espiritual” quiere decir en la práctica que el otro no se tiene en cuenta, que es menospreciado, y no lo llamaremos amor, sino paternalismo o maternalismo.

Dios no nos ama así. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, Dios nos sale al encuentro y busca nuestra respuesta porque para Él nuestro ”Sí” es importante.

De modo parecido, la recepción pura es aquélla en la que la persona que recibe, aunque por enfermedad o circunstancias personales no pueda “dar nada”, muestra su agradecimiento a la persona dando.

La recepción sin espíritu de reciprocidad no sería amor, sería infantilismo.

En la donación pura y en la recepción pura se desea la reciprocidad.

Sin embargo, una donación que obligase a un retorno equivalente, no sería amor sino mercantilismo.

La tercera clase de amor, la reciprocidad, sería como la síntesis de las dos anteriores. Compartir quiere decir vivir en una comunidad de amor
[1].

FUENTE:https://esglesiaplural.cat/modules.php?name=News&file=article&sid=238

OTROS TEXTO DE INTERÉS
http://www.poblet.cat/pfw_files/cma/Content/dimensio/POBLET_N_m._13__interior_.pdf
http://www.fragmenta.cat/books/view/3


En la obra Trinitat avui (p.75) utiliza estas palabras:

El Padre es porque «se da». El Hijo es porque «se recibe». El Espíritu es porque «se comparte». Nosotros podemos dar porque el Dios que nos ha dado el ser y nos fundamenta es Padre (Madre- Padre). Podemos recibir porque el Dios que nos ha dado el ser y nos fundamenta es Hijo (Hija-Hijo). Podemos compartir porque el Dios que nos ha dado el ser y nos fundamenta es Espíritu. El Espíritu es reciprocidad, pero reciprocidad extática (incluye necesariamente un tercero, al servicio del que pongo todo el bien que recibo)[cf Jn 15,15: «A vosotros os he dicho amigos porque os he hecho conocer todo aquello que he oído de mi Padre». Jn 6,39: «Y la voluntad de quién me ha enviado es ésta: que no pierda nada de aquello que me ha dado, sino que lo resucite el último día].[2]

Si existe una concepción trinitaria intoxicada de patriarcalismo es debido a una pobre aproximación al verdadero misterio trinitario. Y ella, que entiende que cada generación tiene sus desafíos específicos, se considera llamada a asumir el reto de promver una teología crítica que se libere de sus distorsiones masculinistas (por eso se habla también de una “teología de liberación”).

Aunque desde la jerarquía eclesiástica y desde la teología más formalmente ortodoxa se insiste en la complementariedad de hombres y mujeres, y se condena la perspectiva de género como una expresión de una ideología disolvente, ella asume la conveniencia de la noción de género y se sitúa en la corriente del feminismo de la igualdad. Pero lo hace con matices que vale la pena resaltar.

Para Teresa Forcades no tiene sentido discutir que en nuestro punto de partida antropológico las diferencias entre hombres y mujeres son obvias y que las construcciones de género del pasado las han exacerbado con frecuencia. Pero este punto de partida no nos impide concebir un punto de llegada escatológico que en lugar de exacerbar la diferencia, nos invite a trascender las limitaciones del género. Nuestro punto de partida en realidad es una oportunidad para superar esas limitaciones con que nos hemos constreñido a lo largo de la Historia. Para ella, el mensaje cristiano, de hecho, es una oportunidad para trascender el género. Un religiosidad apegada a los estereotipos de género sería una religiosidad inmadura. “Ser persona tal y como lo son el Padre, el Hijo y el Espíritu nos exige a todos, mujeres y hombres, ser capaces de ir más allá de los estereotipos de género para amar tal y como Dios ama: con soltura en la intimidad y con soltura a la soledad”(https://esglesiaplural.cat/).

Este marco en el que se inscribe la obra presentada (demasiado breve para mi gusto) y el trabajo teológico de Teresa Forcades. Y yo, de momento, me quedé bastante satisfecho con sus explicaciones y con deseos de seguir su trayectoria.

Forcades durante la presentación recordó que la teología se inició como misteriología (acompañamiento hacia le misterio bsado en la escritura y en la interpretación literaria). En la Edad Media la interpretación de las escrituras pasó a basarse en la razón humana. En la Edad moderna cobró importancia la experiencia personal, el dejarse impactar por los textos bíblicos. Ahora nos encontramos en una etapa de teología crítica, que para ser buena teología no puede renunciar ni al misterio, ni a la razón, ni a la experiencia personal. ¡Suerte!.


La teologia feminista en la història. Contrapunts de Miriam Díez Bosch, Marta Pessarrodona i Abdennur Prado. Col·lecció: Introduccions. Volum: 3. 152 pàgines, Primera edició: Juny del 2007. ISBN: 978-84-935695-4-9

La teologia feminista és una teologia crítica. La investigació crítica neix sempre arran d’una experiència de contradicció. L’objectiu de la teologia crítica és doble: posa en evidència els aspectes de la interpretació rebuda que generen contradiccions i cerca d’oferir alternatives d’interpretació teològicament consistents que permetin superar aquestes contradiccions. Com que aquestes contradiccions sovint són generades per situacions de discriminació o injustícia, a les teologies crítiques també se les anomena teologies de l’alliberament. La teologia feminista és una modalitat de teologia crítica o de l’alliberament. El camí de la teòloga o del teòleg feminista és, doncs, necessàriament, un camí de lluita i de reivindicació, però això no vol dir que hagi de ser només un camí de lluita o de reivindicació. No ho és. És alhora, i des del cor mateix del seu compromís, camí de gratuïtat, de do, de sorpreses i regals inesperats, de descobertes que eixamplen cada vegada més l’horitzó inicial, de vegades modificant-lo, sovint fent-lo més precís i donant-li un sentit més ple. És camí de lluita, és camí de gratuïtat i, sobretot, és camí de solidaritat, d’encarnació, d’implicació en els dolors i les joies dels qui pateixen rebuig o discriminació.

Autora

Teresa Forcades i Vila (Barcelona, 1966) és doctora en salut pública (Universitat de Barcelona), especialista en medicina interna (State University of New York), Master of Divinity (University of Harvard) i llicenciada en teologia fonamental (Institut de Teologia Fonamental de Sant Cugat). Actualment viu a Alemanya, on prepara la seva tesi doctoral en teologia sobre el concepte de persona. Va dedicar la tesi doctoral en salut pública a les medicines alternatives, i la tesi de llicenciatura en teologia, a la Trinitat. Ha publicat La Trinitat, avui (Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2005) i Els crims de les grans companyies farmacèutiques (Cristianisme i Justícia, 2006). És monja benedictina de Sant Benet de Montserrat des de l’any 1997.
Autors dels contrapunts

Miriam Díez Bosch (Girona, 1973) és periodista especialitzada en religió. Viu a Roma des del 1999. És professora a la Universitat Pontifícia Gregoriana i treballa a l’agència internacional Zenit. És membre de la Càtedra Dona i Cristianisme de la Facultat Pontifícia Marianum. Marta Pessarrodona (Terrassa, 1941) és poeta, narradora, assagista, dramaturga i traductora. Ha publicat recentment Donasses. Protagonistes de la Catalunya moderna (Destino, 2006). Col·labora habitualment al diari Avui i a la revista El Temps.Abdennur Prado (Barcelona, 1967) és cofundador i president de la Junta Islàmica Catalana, i director del I i II Congrés Internacional de Feminisme Islàmic (Barcelona 2005 i 2006). És autor d’El Islam en democracia (Junta Islàmica, 2006).

Índex i fragment
Coberta

Entrevista a El Periódico 7-8-2007
Entrevista a El Periódico 7-8-2007 (en castellano)

Introducció

L’any 1641, la filòsofa i teòloga Anna Maria van
Schurman, coneguda entre els seus contemporanis com
la Minerva holandesa i considerada la dona més culta del
segle xvii, va escriure: «Tot allò que condueix a la veritable
grandesa d’ànima és escaient per a una dona cristiana
[…].


Tot allò que perfecciona i honora l’intel·lecte humà
és escaient per a una dona cristiana […]. Tot allò que
obre la ment vers un plaer nou i honest és escaient per a
una dona cristiana.» «El cel és el límit» és l’expressió que
Van Schurman va fer servir en una carta dirigida a la
també filòsofa i teòloga francesa Marie de Gournay, en
defensa de l’accés de les dones a l’estudi de les ciències
sense restriccions de cap mena. Van Schurman dominava
l’àlgebra, l’aritmètica, la geometria i l’astronomia, però
abans que res era teòloga. Per ella, l’expressió «el cel és el
límit» significava que el criteri últim és Déu i no els costums
o les conveniències humanes. Això és: és Déu qui
ha format tant la dona com l’home a la seva imatge, i els ha
fet éssers racionals per tal que li donin lloança per mitjà
de la creació; les capacitats de cada persona són un do
que Déu li ha donat i del qual Déu l’ha feta personalment
responsable (paràbola dels talents, Mt 25,14-30);
viure humanament, viure cristianament, significa respondre
amb tota gravetat i responsabilitat al do de Déu en
nosaltres, conreant fidelment fins al límit els propis talents
per donar-li lloança.

«El cel és el límit.» Però el límit pràctic de Van
Schurman —igual que el de la majoria de les dones
d’avui— van ser, com veurem, les seves dues ties malaltes,
de les quals va tenir cura personalment durant més
de vint anys (cf. Mt 25,31-46).

René Descartes, contemporani de Van Schurman — com
ella resident a Holanda i amic seu fins que va declarar
que la Bíblia no contenia «idees clares i distintes» i que,
per tant, no podia fonamentar cap filosofia coherent—,
li aconsellava que deixés les tietes i es dediqués de ple a
la filosofia. El mateix consell donava Descartes a una
altra amiga per la qual sentia un gran respecte intel·lectual,
la princesa Elisabeth de Bohèmia, quan aquesta li parlava
dels problemes que tenia per arranjar un casament
favorable per a les seves germanes o per defensar un dels
seus germans d’una acusació d’homicidi. Elisabeth de
Bohèmia va mantenir correspondència regular amb René
Descartes i amb Anna Maria van Schurman i, com també
veurem, va protegir Van Schurman al final de la seva
vida. Descartes va dir d’ella que era l’única persona que
havia entès la seva nova filosofia. Elisabeth de Bohèmia
és considerada avui la crítica contemporània més aguda
de la filosofia cartesiana, especialment pel que fa als límits
de la dicotomia cos-esperit (res extensa - res cogitans)
que es troba al cor d’aquesta filosofia. Com a resposta a
les seves crítiques, Descartes va escriure el tractat Passions
de l’ànima, que li va dedicar en reconeixement de la seva
decisiva pregunta: «¿Com pot la ment dominar el cos si
són dues substàncies del tot distintes? Si no tenen res en
comú, ¿com pot l’una afectar l’altra, moure l’altra, ni que
sigui per dominar-la?» Van Schurman, per la seva banda,
sense cercar de respondre directament a Descartes, va
bastir una filosofia paral·lela que s’oposava al subjectivisme
del cogito ergo sum cartesià (sóc o existeixo en tant
que penso), amb l’objectivisme del sum ergo cogito (puc
pensar perquè sóc feta d’una determinada manera, i
«aquesta determinada manera de ser feta que em permet
pensar» precedeix el meu pensament). Sense l’element
objectiu la filosofia perd tota consistència. Descartes
mateix afirma clarament al Discurs del mètode que Déu
és necessari per salvar les apories del seu sistema. Tanmateix,
el Déu cartesià —a diferència del Déu de Van
Schurman i d’Elisabeth de Bohèmia— és extrínsec a la
filosofia i la fonamenta només des de fora, la tutela —com
si diguéssim— des de dalt, i prepara així el camí de la
seva (de Déu) eliminació definitiva.


Descartes, igual que Van Schurman i Elisabeth de
Bohèmia, no es va casar mai, però —a diferència d’elles—
tampoc no es va sentir mai directament responsable del
benestar dels seus familiars. Descartes va tenir una filla
natural, Francine, que va morir a l’edat de cinc anys. El
seu pare l’estimava molt, però no s’havia hagut de preocupar
mai de les seves necessitats físiques quotidianes.
Per a això ja hi havia la seva mare.
Anna Maria van Schurman, l’obra i la vida de la qual
van formar part substantiva de la història intel·lectual del
segle xvii europeu, no surt als llibres de teologia. Pel
que fa al pensament teològic és com si no hagués existit
mai.


La definició escolàstica de la teologia és «fe que cerca
comprensió» —fides quaerens intellectum—. Recuperar
la figura de Van Schurman i de totes les dones que al
llarg dels segles han fet teologia, és a dir, han reflexionat
de manera sostinguda i sistemàtica sobre la seva fe, és
una de les tasques de la teologia feminista en la seva vessant
històrica. En la seva vessant filosòfica, la teologia
feminista es pregunta pel per què global: ¿per què han
tendit a desaparèixer de la història les aportacions intellectuals
de les dones?

La resposta no és fàcil. No n’hi ha prou a contestar:
«Perquè els barons dominen la història o el món i no
han volgut o no han pogut preservar o tenir en compte
les aportacions intel·lectuals de les dones.» ¿És veritat que
els barons dominen la història o el món? ¿Per què? ¿És
veritat que no han volgut o no han pogut preservar les
aportacions intel·lectuals de les dones o tenir-les en compte?
¿Per què?
I Déu, ¿què hi diu?



Inspiradas en estos planteamientos, que invitan a trascender el género, encuentro estas recomendaciones para la oración:

Les nostres relacions haurien d’estar alimentades per aquest Esperit de Jesús que és reciprocitat, interrelació i fraternitat: “...Jo estic en el meu Pare, i vosaltres en mi, i jo en vosaltres...” (Jn 14,20). “...Us he dit tot això perquè la meva joia sigui també la vostra i la vostra joia sigui complerta. Aquest és el meu manament: que us estimeu els uns als altres tal com jo us he estimat...” (Jn 15,11-12)

La pregària de Sant Francesc exemplifica la praxi i n’és expressió d’aquest manament :

Senyor, fes de mi un instrument de la teva pau!
Que on hi hagi odi, hi posi amor.
On hi hagi ofensa, hi posi perdó.
On hi hagi discòrdia, hi posi veritat.
On hi hagi dubte, hi posi fe.
On hi hagi desesperació, hi posi llum.
On hi hagi tristesa, hi posi joia.
Oh Mestre, fes que jo vulgui més aviat consolar que no pas ser consolat;
comprendre, més que no pas ser comprès;
estimar, més que no pas ser estimat.
Perquè és donant-nos que obtenim,
és oblidant-nos que ens trobem,
és perdonant que som perdonats,
és morint que naixem a la vida eterna!


http://www.fragmenta.cat/books/view/3

[1] En este mismo texto, T. Forcades se permite sacar consecuencias de esta concepción trinitaria para replantear las relaciones de género: Ser persona es ser capaz de elegir, libremente, una relación en comunión (amor de donación) con los otros y a través de ellos amar y dar gloria a Dios. Pero es preciso tener en cuenta las características de género que nos diferencian los hombres de las mujeres. Se desprende de un estudio de una psicóloga norteamericana que las dificultades de compartir en las relaciones de género se deben a la bifurcación de tendencias entre los hombres y las mujeres. Los hombres orientados al auto-posesión (o sea a la “libertad”), en el fondo lo que tienen es miedo a la intimidad. Por esa razón hablan poco con sus mujeres y no les manifiestan sus sentimientos, pese a que las aman. Las mujeres orientadas al auto-estimación (“amor”), en el fondo lo que tienen es miedo a la soledad. Necesitan de su hombre que esté por ellas, que sea un compañero próximo. Pero eso sólo es así en la medida en que el hombre y la mujer son inmaduros y se identifican con los roles de género que aprendieron en la niñez. Ser persona tal y como lo son el Padre, el Hijo y el Espíritu nos exige a todos, mujeres y hombres, ser capaces de ir más allá de los estereotipos de género para amar tal y como Dios ama: con soltura en la intimidad y con soltura a la soledad. Eso es a lo que ella misma llama: TRASCENDER EL GÉNERO.

TEXTO COMPLETO EN CATALÁN: No hi ha un Déu amb una dinàmica pròpia allunyat de les nostres vides, sinó un Déu proper (Pare-Mare) que cerca una relació amb la humanitat, com en l’antic Testament ens el presenta Osees, “gelós del seu Poble”, que el cerca, que li demana que torni a Ell. La relació d’amor que Déu estableix amb els humans es fonamenta en la gratuïtat. Déu ens estima perquè vol, i ens ha creat per estimar-nos, un per un, i que des de la nostra condició de persones úniques visquem estimant-nos com Ell ens estima. La imatge que tenim de Déu té a veure amb la imatge que tenim de nosaltres mateixos i de les nostres societats. La piràmide en la que Déu és el punt més alt i el Fill i l’Esperit estan en posició inferior ha permès a l’Església afirmar que la única forma possible de govern és la monarquia absoluta.Però des que l’home ha cercat d’alliberar-se dels qui detentaven el poder (deien que per la Gràcia de Déu), assimilant els conceptes de la Revolució Francesa: Llibertat, igualtat i fraternitat, s’ha anat desempallegant dels qui el volen manar, i estima per sobre de tot la seva llibertat, que en podem dir “autonomia”. Després de la modernitat ja no es possible creure que hi hagi persones que estiguin per sota d’altres, ha afirmat el teòleg alemany Greshake. És per això que la representació d’una Trinitat posant el Pare al vèrtex d’un triangle i el Fill i l’esperit a la base, “subordinats”, no representa un model que la societat actual accepti. El Fill no és menys Déu que el Pare, i l’Esperit tampoc. Per tant hi ha una nova idea trinitària que deixa en un pla d’igualtat les tres persones divines, cada una entesa com a persona diferent, no clonada, i relacionades en amor pur, és a dir, en comunió. Aquest relació, en comunió, trinitària ja fa possible que ens serveixi de model per a organitzar la nostra societat a la seva imatge i semblança. La dona i l’home d’avui poden acceptar que Déu sigui el centre de totes les coses (teocentrisme) però no que a la pràctica, en aquest centre si posin persones que diuen que parlen en nom de Déu i interpreten la seva voluntat. Aquests és el problema.Si Jesús actua segons la voluntat del Pare no és un model per a l’home modern. Jesús manifesta la seva independència a l’Hort de Getsemaní quan dirigint-se al Pare diu: “que es faci la teva voluntat, i no la meva” Ell no se sent obligat, però fent exercici de la seva llibertat, fa donació de la seva vida al Pare.Podríem dir que només hi ha tres classes d’amor, ni quatre ni una; tres. Aquests són: donar, rebre i compartir. La donació pura és aquella que tot i que ser feta en esperit de reciprocitat, si aquesta no és dona, se seguiria exercint. Però seguirà cercant en l’altre alguna forma de reciprocitat. La donació que se sent completa en si mateixa, que no li importa la resposta de l’altre, encara que se l’anomeni de vegades “amor altruístic” o fins i tot “espiritual” vol dir a la pràctica que l’altre no es té en compte, que és menystingut, i d’això no en direm amor, sinó paternalisme o maternalisme. Déu no ens estima així. Tant a l’Antic com al Nou Testament, Déu ens surt a l’encontre i cerca la nostra resposta perquè per a Ell el nostre Sí és important. Semblantment la recepció pura és aquella en la que la persona que rep, encara que per malaltia o circumstàncies personals no pugui “donar res”, mostra el seu agraïment a la persona donant. La recepció sense esperit de reciprocitat no seria amor, seria infantilisme. En la donació pura i en la recepció pura es desitja la reciprocitat. No obstant, una donació que obligués a un retorn equivalent, no seria amor sinó mercantilisme. La tercera classe d’amor, la reciprocitat, seria com la síntesi de les dues anteriors. Compartir vol dir viure en una comunitat d’amor.Ser persona és ser capaç d’elegir, lliurement, una relació en comunió (amor de donació) amb els altres i a través d’ells estimar i donar glòria a Déu. Però cal tenir en compte les característiques de gènere que ens diferencien els homes de les dones.Es desprèn d’un estudi d’una psicòloga nord-americana que les dificultats de compartir en les relacions de gènere es deuen a la bifurcació de tendències entre els homes i les dones. Els homes orientats a l’auto-possessió (és a dir a la “llibertat”), en el fons el que tenen és por a la intimitat. És per això que no parlen amb les seves dones, no els manifesten els seus sentiments, malgrat que se les estimen. Les dones orientades a l’auto-estimació (“amor”), en el fons el que tenen és por a la solitud. Necessiten del seu home que estigui per elles, que sigui un company proper. Això només és així en la mesura en què l’home i la dona són immadurs, és a dir, identificats amb els rols de gènere que van aprendre en la infantesa. Ser persona tal com ho són el Pare, el Fill i l’Esperit ens demana a tots, dones i homes, ser capaços d’anar més enllà dels estereotips de gènere per estimar tal com Déu estima: sense por a la intimitat i sense por a la solitud.

[2] El Pare és perquè «es dóna». El Fill és perquè «es rep». L’Esperit és perquè «es comparteix». Nosaltres podem donar perquè el Déu que ens ha donat el ser i ens fonamenta és Pare (Mare-Pare). Podem rebre perquè el Déu que ens ha donat el ser i ens fonamenta és Fill (Filla-Fill). Podem compartir perquè el Déu que ens ha donat el ser i ens fonamenta és Esperit. L’Esperit és reciprocitat, però reciprocitat extàtica (inclou necessàriament un tercer, al servei del qual poso tot el bé que rebo)[cf Jn 15,15: «A vosaltres us he dit amics perquè us he fet conèixer tot allò que he sentit del meu Pare». Jn 6,39: «I la voluntat de qui m’ha enviat és aquesta: que no perdi res d’allò que m’ha donat, sinó que ho ressusciti el darrer dia].

1 comentario:

ramonimo dijo...

“El Vaticano manda callar a Teresa Forcades, la monja que denunció el bioterrorismo de la gripe A”.

fuente:
http://amerikuajedis.wordpress.com/2009/10/15/vaticano-manda-callar-a-monja-forcades/