miércoles, diciembre 24, 2008

FELICES NAVIDADES

A todos los seguidores de “buenamente” os deseo unas Navidades muy entrañables.

“¡Es una vergüenza!” Terrores navideños

Tengo un amigo al que su exmujer suele alegrarle las fechas señaladas enviándole acusaciones y comentarios insidiosos mediante burofax. Aunque no es la primera vez que lo hace, ahora ha decidido dar un paso más y ha añadido a su poco navideño espíritu burofaxeador la práctica de la denuncia falsa. Mi amigo, en lugar de una felicitación, ha recibido una citación a comparecer en un juicio por una supuesta amenaza telefónica, que jamás realizó. Al ir a recoger este documento al juzgado, la administrativa que le ha atendido, le ha dicho que no se inquiete porque denunciar falsamente a la exparejas masculinas se ha convertido en una práctica habitual que suele reportar beneficios, sin coste ni perjuicio alguno. “¡Es una vergüenza!” ha concluido.

Mi amigo estaba deshecho, pero aquel mismo día se encontró con un valiente artículo de la magistrada María Sanahuja que le devolvió algo los ánimos y le hizo sentirse menos sólo.

En unas fechas como las actuales, quiero dirigir una felicitación navideña muy especial a tantos papás como mi amigo, que además de un contacto escaso con sus hijos y unas cargas económicas abusivas, padecen el suplicio de las denuncias falsas. No dejéis que esa pesadumbre os robe la paz y empañe la relación con vuestros hijos durante estos días tan especiales. Dejaros atrapar por la inquietud es lo peor que podría ocurrir. Mantened la altura de miras y, eso sí, llegado el 2009, volved con coraje a la lucha para terminar con esta perversión del sistema judicial. No estáis solos. Por decir y escribir cosas como las que siguen, María Sanahuja ha recibido todo tipo de descalificaciones. Sin ir mas lejos, el otro día Julia Otero le espetó que actuaba como “¡enemiga de las mujeres!”.


Las denuncias falsas

MARÍA SANAHUJA EL PAÍS 22/12/2008

Han pasado más de cuatro años desde que se inició el debate para valorar el impacto de las reformas legislativas que en materia de violencia doméstica había realizado el PP en 2003, y que continuó el PSOE con la ley contra la violencia de género en 2004. Se empezó a decir en voz alta que no se estaban respetando los derechos fundamentales de muchos ciudadanos en España, que las leyes aprobadas contribuían a aumentar el nivel de intensidad del conflicto en las parejas heterosexuales, provocaban dolor innecesario, suponían un despilfarro para el erario público y no conseguían atajar lo más mínimo el problema de la violencia extrema sobre las mujeres.

Se están produciendo abusos al aplicar la bienintencionada ley contra la violencia de género
Ahora podemos afirmar que el único avance en el respeto a las libertades fundamentales de todos que, de momento, hemos conseguido en esta materia, es que podamos hacer uso de nuestro derecho a la libertad de expresión. Se había instalado un pensamiento único que llevó a varias asociaciones a solicitar al CGPJ, en 2005, que me sancionaran y prohibieran hablar en público.

Expuse entonces que todos estábamos teniendo un comportamiento poco acertado. Me refería a jueces, fiscales, policías, abogados, periodistas y a muchas mujeres que utilizaban el Código Penal para obtener mejores condiciones en los procesos civiles de rupturas de parejas.

La presión mediática ha llevado a muchos profesionales a una reacción defensiva y de autoprotección ante el miedo a las posibles consecuencias personales. Así, jueces que han concedido prácticamente todas las órdenes de protección que les han solicitado por temor a que se les pudiera acusar de no haber tomado medidas, colapsando así los servicios administrativos de protección a las víctimas que difícilmente las pueden atender; fiscales solicitando en prácticamente todos los casos que se adoptara una orden de protección, normalmente alejamiento, muchas veces sin demasiadas pruebas y sin valorar que ello podía comportar pérdida de empleo si ambos trabajaban en la misma empresa, o dificultades para permanecer en una ciudad pequeña con el estigma de maltratador; policías que han procedido a la detención de miles de hombres sin más indicios que la sola afirmación de la denunciante, sabiendo que en uno o dos días serían puestos en libertad por el juez, y sin considerar el trauma que para algunos ciudadanos puede suponer pasar esas horas detenido, esposado y trasladado junto a delincuentes, todo por miedo a exponerse a un expediente disciplinario si luego ocurría un hecho luctuoso, ya que "ellos también tenían familias"; abogados que han recomendado la interposición de una denuncia por malos tratos porque se podía solventar en horas la atribución provisional del uso de la vivienda familiar, ya que la orden de alejamiento supone la expulsión inmediata de la misma, así como la fijación de una pensión de alimentos y la custodia de los hijos; periodistas que cuando se producía un hecho grave lo exponían de modo que culpabilizaban a todos los que de un modo u otro habían intervenido, y en ocasiones de manera sensacionalista (esto ahora ya no ocurre); y mujeres que, sin ningún escrúpulo ni respeto por las que están padeciendo situaciones terribles sin atreverse a denunciar, han abusado de lo que se les ofrecía, poniendo en marcha el aparato policial y judicial con fines espurios, en algunos casos inventándose directamente hechos que ni siquiera han ocurrido, pero con escaso riesgo de que ello pueda demostrarse, y se les exijan responsabilidades.

Pero no es la maldad de algunas personas la causante del problema. Lo tremendo es estructurar un sistema legal, y una aplicación de la norma, que permita a los perversos utilizar la organización colectiva para conseguir sus objetivos, causando daño a muchos otros (niños, abuelos, padres...), y se mantenga durante años a pesar de la evidencia de que no ha dado resultado. Mueren tantas mujeres como antes.

La ley integral contra la violencia sobre la mujer, aprobada por unanimidad por el Parlamento, era bienintencionada, pero los que formamos parte de la estructura judicial del Estado sabíamos que únicamente tendría desarrollo la parte referida a la modificación del Código Penal, con escasísimos medios y total falta de coordinación con otros profesionales (especialmente servicios sanitarios y sociales de cada lugar), pues la ley ni siquiera encargó a nadie el desarrollo de esta necesidad.

La consecuencia de atribuir a un órgano de cada partido judicial en exclusiva esta materia ha desorganizado la estructura judicial y colapsado los juzgados de violencia, que se han convertido en destinos que no quiere prácticamente nadie. Hemos consentido la detención de miles de hombres que luego, en su mayoría, han resultado absueltos, y probablemente habremos condenado a más de un inocente, en aplicación de unas leyes que, como la Ley de Enjuiciamiento Criminal, denomina "agresor" al denunciado, antes de iniciar cualquier investigación tendente a averiguar la certeza de los hechos. Y mientras tanto, la mayoría de las mujeres que sufren violencia extrema siguen en muchos casos padeciéndola en silencio, viendo cómo su causa ha sufrido el desprestigio por la acción de los que sólo las han utilizado para sus propios fines y aspiraciones. Es hora de iniciar de nuevo el debate en el Parlamento, y valorar los resultados del camino andado.

María Sanahuja es magistrada de la Audiencia Provincial de Barcelona y miembro de Jueces para la Democracia y la Plataforma Otras Voces Feministas

jueves, diciembre 18, 2008

Educación y nuevos ritos de género.

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Sucedió el viernes de la semana pasada. En un colegio concertado barcelonés con mucha historia a sus espaldas, un profesor bienintencionado decidió realizar una actividad formativa orientada a prevenir la violencia de género.

Su desarrollo fue muy simple. Se situaron seis sillas frente al resto de la clase y se sentaron tres chicas a un lado y tres chicos al otro. Los chicos, por supuesto, asumían el rol de maltratadores y las chicas, el de víctimas. A partir de ahí, el desarrollo de la actividad fue el previsible. El profesor realizó preguntas a las chicas que subrayaban su dependencia del maltratador, su miedo, su desconcierto y bloqueo emocional; en cambio las preguntas dirigidas a los chicos enfatizaban su afán de dominio, su falta de empatía, su agresividad, su ideología machista y, en definitiva, la monstruosidad latente en su patológica masculinidad.

El testimonio de lo ocurrido procede de una alumna de tercero de ESO que participó en la experiencia. A partir de hoy la llamaré mi informadora. Ella, que es una chica enérgica y poco proclive a asumir el rol de víctima, había quedado vivamente impresionada, porque acababa de descubrir que esos chicos tan despistados y atontolinados que le rodean (así los ve) pueden comportarse como unas auténticas bestias; y que sus recias y espabiladas amigas en un plis plas pueden transformarse en sumisas, bobas y desvalidas princesitas, incapaces de mandar a paseo a esos niñatos repentinamente transformados en seres envilecidos.

Llegados a este punto, me sentí obligado a contrarrestar el trabajo del profesor insinuando alguna objeción a su maniqueo reparto de papeles. Le inquirí con dos preguntas algo maliciosas. Primera: ¿conoces algún hombre mayor, joven o chico de tu entrono que trate mal a alguna mujer?. Desconcertada, decidió callar. Segunda: ¿y conoces a alguna mujer de tu entorno que trate mal a algún hombre? El primer impulso fue responder afirmativamente, pero se contuvo y sintiéndose desarmada sólo añadió: “pero es verdad que esas cosas pasan”.

Después fue más fácil seguir con mi intervención. “Sí, es cierto, esas cosas lamentablemente pasan. Pero no creo que hacer caricaturas de la realidad y dividir el mundo entre mujeres-víctimas y hombres-verdugos sirva para mucho. Sería más instructivo mostrar que tanto hombres como mujeres pueden volverse agresivos, aunque sus agresividades tiendan a seguir recorridos diferentes. La agresividad femenina en general suele ser más verbal e indirecta y su daño es sobre todo psíquico. La masculina, como tiende a expresarse de forma más física y directa, se suele contener más, y si no se aprende a controlar puede resultar muy peligrosa. Cuando las conductas agresivas se convierten en una algo habitual es cuando aparece la figura del hombre maltratador o de la mujer maltratadora. Aunque caben todas combinaciones imaginables, es conocida la figura de la mujer que de forma habitual menosprecia y humilla a sus parejas y hace prevalecer su criterio siempre. De la del hombre que recurre a la intimidación, el miedo y la violencia para imponerse, ya habéis hablado en esa actividad. Quizás lo más interesante sería que nos enseñaran a todos a conocer y manejar nuestra propia agresividad y a saber relacionarnos con las agresividades ajenas; y eso debería incluir las diferencias de conducta habituales entre hombres y mujeres.

Terminada esta disertación, mi informadora algo abrumada intentó justificar al profesor: “es una actividad propuesta por la Generalitat”. No dije nada más. Al parecer, estábamos asistiendo al nacimiento de algo así como la nueva religión civil del género, con sus correspondientes rituales y liturgia. ¿Cuánto tardará en ser obligatoria?. Desde luego, si uno mira el currículum oficial catalán, podría presumirse que ya lo es. Por cierto, el colegio de mi informadora es confesional.

jueves, diciembre 04, 2008

Educación: una jornada muy intensa


Me hubiese gustado asistir a la presentación del Manifiesto por la Educación impulsado por ESADE, pero según ha anunciado la prensa[1] se trataba de un acto restringido, “reservado a las entidades de la sociedad civil catalana y a instituciones públicas no directamente implicadas en la enseñanza”. Pues... bueno. Ya me parece bien que se escenifique aquello de que “para educar hace falta toda la tribu y no sólo los docentes”, pero no era necesario excluirnos. Dicen que las instituciones educativas “están ahora en otro debate” y que no se trata de “invadir espacio que es responsabilidad de otros" (palabras del ex presidente del Parlamento catalán, Joan Rigol, promotor del manifiesto). De todos modos, según parece han asistido además del President de la Generalitat, el Conseller Ernest Maragall y algunos de los sindicatos del sector.


Mi apoyo, en cualquier caso, a una iniciativa que habla de recuperar valores como la exigencia, el esfuerzo y el rigor. Sólo un pero. Me ha inquietado que en un manifiesto[2] que no pretende invadir terrenos, la única alusión explícita que se hace a la educación secundaria sea para insistir en el alto grado de fracaso escolar en esa etapa y en la necesidad de abordar este problema “sin la interferencia de intereses corporativistas”[3]. ¿Qué se querrá sugerir exactamente?.


Yo prosigo entre tanto con mi lectura de L’escola contra el món (lo compré ayer en un tercer intento: en las dos primeras librerías se había agotado ya) de Gregorio Luri, que precisamente hoy intervendrá en L'hora del lector (C33, 23h). Hasta ahora suscribo al cien por cien todo lo que dice, pero lo que me está gustando especialmente es el tono en que lo dice, siempre libérrimo y bien humorado. Como señalaba Sergi Pàmies el pasado pasado Luri ha elaborado un discurso críticamente optimista que genera complicidades...

´La lupa de Luri´, Sergi Pàmies

Hace unas décadas, lo subversivo era escribir libros denunciando la deplorable situación del sistema educativo y apelando a nuevas formas de enseñanza, más justas y progresistas. Hoy ocurre justo lo contrario: elaborar un discurso críticamente optimista, señalar las vergüenzas del progresismo transformador y apelar a la confianza en una educación capaz de convertir la información en conocimiento suena a herejía punk. El hereje, en este caso, se llama Gregorio Luri y es el autor de L´escola contra el món en el sentido más amplio del término-acerca de la envenenada cuestión educativa. Ahí van dos ejemplos de su estilo. Primero: "No tinc cap dubte de la necessitat de promoure l´educació en el consum responsable. El que em deixa perplex és que no s´eduqui també en el treball". Segundo: "¿No seria molt més útil - fins i tot des de la perspectiva de l´activisme pedagògic-ensenyar els alumnes a descriure i raonar abans d´estimular-los a opinar?"

Luri, al que el sistema se permite el lujo de jubilar, aboga por una actitud más que sospechosa: el optimismo. Es una osadía discutible, sí, pero la lluvia de datos y observaciones que la acompañan resulta más irrebatible. Destilando vocación y sentido de la observación, L´escola contra el món alivia dudas, proporciona complicidades, apunta atajos no dogmáticos (es capaz de alejarse de la dichosa Finlandia ejemplarizante y contemplar otros modelos educativos, como los de Corea, Singapur o Baviera) y establece una batería de objetivos francamente interesante: confianza, lealtad, disciplina, responsabilidad, retorno de la autoridad a los profesores, estímulo del sentido de pertenencia, educación de la frustración como instrumento de aprendizaje, rechazo de la impaciencia y la aceleración (dos formas de disfrazar la falta de rigor), desactivación del peterpanismo entre profesores y padres y, en general, una obsesiva reivindicación del sentido común.

La música y la letra de esta canción (a ratos de protesta y a ratos de amor) produce en el lector ganas de corear un estribillo que desacompleja, libera de algunos dogmas agresivos que presiden cualquier conversación sobre esta materia y, además, acaba con la machacona cantinela del abrir debates.En esta cuestión, Luri se muestra implacable y, derrochando precisión y criterio, afirma: "En el món de l´educació s´ha generalitzat el vici del debat. Perquè el debat degenera en vici (en cridòria o gesticulació banal) quan es perllonga indefinidament amb la falsa convicció que, mentre es mantingui viu, alguna cosa positiva en sortirà". Así que ya lo saben: cada vez que alguien intente torturarles con la amenaza de la enésima apertura de debates sobre la educación, llévense la mano a la cartera y recuerden las reconfortantes - aunque me temo que excesivamente optimistas-opiniones de Luri.

28-XI-08, Sergi Pàmies, lavanguardia

Por cierto, he asistido hoy a una jornada institucional sobre Calidad en la Educación y me ha parecido que sus participantes seguían otra partitura. Mañana o pasado lo cuento.


[1] Las entidades directamente relacionadas con la educación no asistirán al acto, ya que los firmantes consideran que la responsabilidad de la educación recae en toda la sociedad, y las instituciones educativas están actualmente en otro debate. "No pretendemos invadir espacio que es responsabilidad de otros", afirmó Rigol. http://www.europapress.es/nacional/noticia-rsc-mas-30-entidades-sociales-unen-mejorar-educacion-cataluna-20081202145223.html?rel

[2] Convocatòria social per l’educació a Catalunya. Manifest final

[3] L’alt grau de fracàs escolar que tenim a Catalunya, especialment en l’educació secundària, ens obliga a fer un esforç de reflexió i debat sobre els defectes del nostre sistema educatiu i les possibles maneres de corregir-los. Ha de ser un debat que compti amb la participació directa dels agents educadors i que eviti la interferència d’interessos partidistes i corporativistes. Però també ha de ser un debat en què s’impliqui tota la societat.